El ejemplo de superación de Ezequiel Wyss, el vecino San Martín que nació sin brazos, escribe con los pies y se recibió de abogado
El joven profesional hasta tenía que omitir su discapacidad en el curriculum para que lo llamen a entrevistas laborales. Cómo logró superar las adversidades y convertirse en un ejemplo de lucha.
Ezequiel Wyss (28) es un vecino de San Martín que nació con una patología denominada amelia de los miembros superiores. Se trata de una malformación congénita asociada a un fallo intrauterino durante las primeras etapas del embarazo. Por ese motivo, Ezequiel nació sin brazos. Sin embargo, aunque su discapacidad no fue nada fácil de transitar, logró el mayor sueño de su vida: ser independiente.
Médicos, rehabilitación y siete operaciones de columna, producto de una escoliosis agravada por su situación. Así pasó Ezequiel su infancia y su adolescencia, siempre apoyado por sus papás aunque nunca sobreprotegido. Con su papá, por ejemplo, siempre creaban cosas que le permitan transitar de manera más sencilla el día a día, como un dispenser de shampoo que puede apretar con la cabeza mientras se baña.
Y así, entre distintos «inventos», Ezequiel fue atravesando poco a poco las dificultades que conllevaban su patología. Y uno de los más importantes fue una pequeña mesa de madera, adaptada para sujetar cuadernos o libros y hecha a medida para que pueda escribir con sus pies, con los que hoy está aprendiendo hasta a manejar. Así pasó el colegio, hasta que llegó a la Universidad.
La abogacía, un sueño de Ezequiel Wyss
«Siempre quise ser abogado y a través de un concurso ganamos una beca que me iban a dar para estudiar un año en la Universidad Católica de La Plata (Extensión San Martín). Pero iba a ser imposible que mi familia lo pueda seguir pagando después, hasta que por suerte gracias a mis profesores de Derecho y Construcción Ciudadana conseguí la beca completa para empezar a estudiar en 2013», detalla Ezequiel a Zonales.
«Nunca me olvido del primer día de cursada ni de nada de lo que viví en la Universidad.. Me sentí integrado y siempre quise estar ahí. Disfrutaba mucho estudiar porque lo amaba», agrega. De todas formas, faltaba algo para Ezequiel: trabajar. Y en ese aspecto, la inclusión fue bastante complicada.
Con excelentes notas y despertando la admiración total de compañeros y docentes, Ezequiel logró recibirse en lo que fue uno de los días más felices de su vida. Pero el tan anhelado trabajo seguía sin aparecer. De hecho, Ezequiel dejó de detallar en su curriculum que no tenía brazos para que al menos lo llamen a las entrevistas. Pero una vez que lo veían no volvían a llamarlo.
El primer trabajo del abogado de San Martín
Después de decenas de intentos, en el 2019 se dio una nueva oportunidad para Ezequiel: la de trabajar como abogado en la AFIP. Ni dudó en anotarse. Y llegó el momento que parecía que nunca iba a llegar. Lo citaron a una reunión a sabiendas de su discapacidad y lo confirmaron para el puesto. «Fue el día más feliz de mi vida», recuerda.
Desde ese momento, la vida de Ezequiel cambió por completo. Trabaja en un lugar en el que puede ser «uno más» y tiene todo adaptado a sus necesidades. Incluso sigue estudiando especializaciones y hasta llegó a comprarse el primer auto. «Solo me está costando un poco estacionar, pero después lo vengo llevando bastante bien», cuenta entre risas.
Con un bajo perfil y no olvidando nunca todos los altibajos que tuvo que atravesar, Ezequiel valora que se deje de mirar a las personas con discapacidad con «lástima» y que se hagan cosas por integrarlos realmente. «Nunca me imaginé que iba a vivir todo lo que estoy viviendo hoy. Aunque solo no hubiera podido, el esfuerzo valió toda la pena del mundo», cierra.
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