Solidaridad y compromiso en Ituzaingó: el agente penitenciario que fundó en su casa un hogar para chicos judicializados
Marcelo Gómez es suboficial y construyó una casa para darles asilo a menores que tienen problemas con la Justicia, hasta que consigan una familia adoptiva. Cómo nació este conmovedor proyecto.
Tiene 45 años, es suboficial del Servicio Penitenciario y posee una enorme vocación por ayudar a quienes más lo necesitan: se trata de Marcelo Gómez, el hombre que construyó “Abrazo de Esperanza”, un hogar para albergar a chicos judicializados de Ituzaingó mientras esperan por la llegada de una familia adoptiva. El año pasado obtuvo el reconocimiento municipal como asociación civil.
Ubicado sobre la calle Coronel Martiniano Chilavert al 800 entre Rafaela y Doctor Serrano, en el barrio Villa Ariza, el hogar tuvo a sus primeros ingresantes en junio de este año. Allí reciben a niños que se encuentren en situación judicial y tengan de cero a diez años, quienes pueden quedarse hasta los doce. Ahora alberga a seis chicos entre dos y once años de edad.
“Queremos darles lo mejor que se pueda, sacarles una sonrisa en el momento que están pasando hoy en día. Es duro imaginar que un día se van, pero lo importante es que se vayan con una familia que los va a cuidar y a querer. Estamos muy contentos por lo que se logró y ojalá podamos construir en Hurlingham un hogar más grande”, expresó el agente penitenciario.
De acuerdo a lo explicado por Marcelo, el espacio -construido sobre la propia casa donde vive Marcelo con su esposa Jéssica- posee nueve plazas de alojamiento, dos baños, una cocina con comedor integrado, un salón de juegos, otro de arte y lectura, otro de música y audiovisuales y, además, cuenta con dos habitaciones (una para nenes y otra para nenas).
Ituzaingó: cómo surgió el hogar para niños del agente penitenciario
Además de su trabajo como sargento ayudante de la Unidad número 47 del Servicio Penitenciario Bonaerense donde desempeña tareas administrativas, Marcelo Gómez siempre tuvo una enorme vocación por ayudar a los demás y así fue como concretó la apertura del hogar para niños que construyó en Ituzaingó junto a su mujer Jéssica Taborda.
El proyecto nació luego de que el matrimonio participara de un taller de prevención de adicciones en la adolescencia y preadolescencia, donde pudieron ver de primera mano las duras realidades que sufrían muchas familias del partido. Así fue como comenzaron a ayudar en un hogar, pero luego quisieron dar el gran salto y compraron un terreno en Hurlingham para poder comendar a edificar.
Sin embargo, lo urgente no dejó lugar para lo importante: Marcelo asegura que, como la necesidad era inmediata, prefirieron no construir en ese terreno y modificaron su propio domicilio. A partir de ahí, ni la pandemia los detuvo. La entrega fue total y Jéssica dejó su trabajo para poder dedicarse completamente al hogar y a la atención de los menores.
“Cada vez que íbamos recibía un pinchazo en el corazón al ver la necesidad por la que pasaba cada chico. Nos encontramos con la pandemia, pero nunca desistimos de seguir y siempre fuimos conscientes que podíamos hacer un cambio en la vida de un nene, algo teníamos que hacer. Siempre recibimos el apoyo de todos. Hicimos los trámites y nos costó mucho esfuerzo”, conto Marcelo en diálogo con el portal Viví El Oeste.
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