La emotiva historia de un vecino de El Jagüel que nació sin una mano y hoy brilla como guitarrista
Pese a su condición, Sixto Gutiérrez, de 56 años, aprendió a tocar la guitarra a los siete años de edad y recorrió el país tocando en su banda de chamamé. «La discapacidad no está en lo físico, sino en lo mental», aseguró.
«Nací sin mi mano derecha, pero eso no me impidió hacer lo que me gusta». Así definió su historia Sixto Gutiérrez, un guitarrista de 56 años muy famoso y querido en El Jagüel, que supo sobreponerse a su condición y forjar una carrera artística que lo llevó a recorrer el país con su música.
Totalmente apasionado, a los siete años comenzó a aprender a tocar la guitarra y se las ingenió para poder hacerlo correctamente sin dejarse vencer por la realidad que le tocó. «Como sólo disponía de mi mano izquierda, la agarraba al revés. Aunque podía hacer el rasguido, no lograba marcar los tonos. Por eso, di vuelta la guitarra y empecé a usar el rasguido y marcar los tonos con el muñón», manifestó.
En su infancia, su padre tuvo mucho que ver con la forma con la que afrontó la vida. «Una vez, con una latita de picadillo y un palito de escoba, le pedí a mi papá que clavara unos clavos para hacer un autito con el que jugábamos. Me dijo que no, que lo tenía que hacer yo, así que coloqué el clavo entre los dedos del pie y con el martillo lo clavé. El no me arregló el problema, me enseñó cómo resolverlo y yo me la rebusqué para hacerlo. Cuando terminé, me dijo ‘¿viste que lo podías hacer?'», reveló.
Su vida en El Jagüel y su carrera como músico
Sixto se crió en la localidad de Gobernador Juan E. Martínez, en la provincia de Corrientes, y luego de cumplir 18 años se mudó a Buenos Aires. Se radicó en el sur del Conurbano, puntualmente a El Jagüel, que hasta el día de hoy sigue eligiendo.
«Este es el lugar que siento como mi pueblo y no me iría jamás. Este es un lugar maravilloso, si tuviera que elegir un lugar para morir sería en mi pueblo o acá. Recorrí casi todo Buenos Aires y este es el lugar que más me gusta», contó.
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Cuando llegó a Buenos Aires, su esposa estaba embarazada y tuvo que buscar trabajo para afrontar las responsabilidades económicas que la vida le presentaría. Sus primeras ocupaciones fueron en el rubro de la construcción, pero él nunca dejó de buscar su futuro en la música.
Así surgió la posibilidad de, a los 28 años, subirse a un escenario. Fue junto a su hermano, con quien formó un banda llamada «Los Hijos del Chamamé», con la que pudo presentarse con espectáculos en distintas localidades de todo el país. «Compartí escenario con todos los grandes chamameceros que tenemos en el folklore, esos que yo de chico escuchaba en la radio. Yo soñaba con compartir escenario con ellos y el deseo fue el motor de todo esto.», explicó.
Por último, el guitarrista de El Jagüel cerró con el mensaje que refleja su historia de superación. Aclaró que su mentor en la música, Roberto Aguirre, «me decía que no tenía que tener vergüenza y mucho menos por mi condición y por cómo era. A veces uno se muestra, se da vuelta y se esconde por miedo a que te vean. El me enseñó a no hacer eso, porque hay que mostrarse tal cuál es».