El drama de un crack: fue el mejor jugador del fútbol argentino y hoy pelea contra una enfermedad artera
Ángel Bargas fue figura en el Chacarita que salió campeón en 1969 y brilló en un momento de enormes figuras, como el Beto Alonso y Miguel Brindisi. En las últimas semanas estuvo perdido por varios días: lo encontraron divagando en las calles porteñas.
“Mi día a día es un poco triste”, confesó Ángel Bargas en una de las últimas entrevistas que concedió, antes de que su memoria empezara a fallar y el transcurso del tiempo le pasara una dolorosa factura. De quien integra la galería de grandes figuras de Chacarita Juniors se supo a fines de abril que había sido encontrado por agentes de Policía de la Ciudad que patrullaban en las inmediaciones de Plaza Italia.
El hombre estaba desorientado, sin rumbo. Su familia había denunciado la desaparición el domingo 28 a la mañana, cuando salió de su casa en San Cristóbal -el barrio de siempre- y no volvió. “Es una pena, porque a veces está bien y se puede hablar con él, nos identifica y recordamos cosas juntos, pero después ocurre una situación como esta”, dice Eduardo Oscar Bargas, su hermano cinco años menor, con pasado también de jugador.
Paradojas de la vida y especialmente de la pelota, el más chico -un aplicado defensor o volante- llegó a vestir las camisetas de Boca, Independiente y Racing, mientras que el mayor, conocido en el ambiente por Hugo más que por Ángel, aquí solo jugó en Chacarita, luego de un breve paso por La Academia.
Bargas, un zaguero de clase internacional
Eran otras épocas y otro fútbol el de la década del 60: menos equipos en Primera División, más jugadores consagrados en el país, menos salidas tempranas al exterior. Con un Boca dominante en el plano local; un River de calidad aunque impedido de coronar e Independiente y Racing campeones de América, aparecieron algunos de los denominados clubes chicos para meterse en la discusión.
En 1967 fue Estudiantes de La Plata, al año siguiente le tocó a Vélez Sarsfield -al cabo de un triangular con River y Racing- y en 1969 llegó el turno de Chacarita Juniors. “Quizás no nos reconocieron tanto. No hay en la cancha una tribuna con nuestros nombres”, se lamentaba Ángel Hugo Bargas en otra declaración pública. Sin duda que él, Franco Frassoldati, Ángel Marcos o el Tanque Neumann acreditaron méritos para un homenaje en San Martín.
En el Metropolitano del 69, con ellos como figuras principales y Eliseo Petrocelli en la valla, los Funebreros vencieron 1-0 a Boca en la Bombonera, durante la etapa clasificatoria; 1-0 a Racing en la semifinal (gol del mediocampista Leonardo Luis Recúpero) y 4-1 a River en el partido decisivo.
Premios, Selección y pase a Francia
Chacarita mantuvo su alto nivel hasta 1972. Ese año, como ganador de una terna que completaban Norberto Osvaldo Alonso y Miguel Ángel Brindisi, Bargas fue elegido el mejor futbolista de Argentina y recibió el Olimpia de Plata que anualmente entrega el Círculo de Periodistas Deportivos. Fue su despedida de nuestro país. Viajó a Francia, por entonces un destino mayoritario entre los pocos que se animaban a la aventura de irse al exterior.
En 1973 fue elegido el mejor jugador extranjero de Francia. Salió campeón con Nantes, club del que se convirtió en emblema. En simultáneo, se hizo un habitué del seleccionado argentino. Y no sorprendió su convocatoria para la Copa del Mundo de Alemania en 1974, donde compartió defensa con otros grandes como Roberto Perfumo, Francisco Sá y Enrique Wolff.
El retiro de Ángel Bargas y la experiencia como DT
“Podría haber aprovechado más mi etapa como director técnico. Me faltó un representante: son un mal necesario”, pensaba Bargas sobre su última actividad en el ambiente. Dirigió a varios equipos del ascenso: Defensores de Belgrano, All Boys, naturalmente Chacarita, Atlético Rafaela y Talleres de Remedios de Escalada.
Marcador central de gran ubicación y correcto manejo, veloz para cubrir espacios, fuerte pese a no ser uno de esos típicos centrales roperos, Bargas se hubiera adaptado fácil al fútbol moderno. El suyo fue otro momento. Quienes lo vieron dentro de una cancha sabrán valorarlo, por más que él, casi a los 78 años y afectado por el Mal de Alzheimer y demencia senil, ya no tenga la posibilidad de disfrutar de esos merecidos halagos.
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