De San Martín a Italia: la historia de la escultura flotante hecha con bolsas de basura

San Martín. Historias de mi barrio
·
29 de junio de 2021

La obra de arte realizada con material reciclado en una cooperativa de José León Suárez, e impulsada por estudiantes de la UNSaM, está en exposición en la 17° Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia.

Una escultura realizada con bolsas de plástico recicladas en Bella Flor, una cooperativa de la localidad de José León Suárez y que fue impulsada por estudiantes del Instituto de Artes de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM), logró trascender las fronteras y llegar a Italia: actualmente forma parte de la 17° Exhibición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia 2021 y estará expuesta hasta el próximo 21 de noviembre.

Definida como una “escultura flotante”, se titula Museo Aero Solar Reconquista, en referencia al río Reconquista que atraviesa el distrito de San Martín (además de otros 17 municipios). Y fue elaborada por 200 personas en situaciones de vulnerabilidad, que concretaron una idea original del reconocido artista tucumano Tomás Saraceno, egresado de la UBA y radicado en Berlín, y que fue puesta en marcha desde la UNSaM.

La obra tiene 300 metros cuadrados y sus creadores escribieron mensajes en las bolsas.
La obra tiene 300 metros cuadrados y sus creadores escribieron mensajes en las bolsas.

La obra está formada por un manto de unos 300 metros cuadrados que se mantiene en suspensión gracias al aire caliente. Cada una de las bolsas con las que se realizó fueron intervenidas con distintos mensajes, como por ejemplo: “No tengan miedo a lo desconocido, lo que vale es intentar”.

Todo surge a partir de “Aerocene”, un proyecto de Saraceno que busca crear una nueva era libre de fronteras y de combustibles fósiles. Y que encajó perfectamente con la temática de la Bienal que estaba prevista para el año pasado y que se postergó para 2021 por la pandemia del Covid-19.

Así llegó a Italia

La exhibición que se está realizando en Italia tiene como eje una pregunta: “¿Cómo viviremos juntos?”, planteada por el arquitecto libanés Hashim Sarkis. Y Saraceno, quien fue invitado a participar, ya tenía la respuesta con un ejemplo de lo que es posible hacer con escasos recursos, trabajo colaborativo y visión de futuro.

El Museo Aero Solar Reconquista fue realizado por los vecinos que se encuentran viviendo en la llamada “zona del río Reconquista”, quienes por estar en esos sectores contaminados ubicados a la vera del curso de agua se encuentran en una situación de vulnerabilidad.

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La idea de la obra de arte, como fue señalado, es del artista argentino y de su equipo de trabajo, como puede verse en su sitio web Aerocene. Y fue cristalizada por medio de una iniciativa impulsada por un grupo de titiriteros y artistas visuales que integraban la materia Laboratorio Inflable del Instituto de Artes de la UNSaM.

Del proyecto ecológico y de inclusión participaron presos del Complejo Penitenciario Norte.
Del proyecto ecológico y de inclusión participaron presos del Complejo Penitenciario Norte.

Desde allí surgió la convocatoria a los vecinos del río Reconquista. Y también participaron presos que estudian en el Centro Universitario San Martín, dentro del Complejo Penitenciario Norte. De esta manera se convirtió en un proyecto ecológico y de inclusión, del que también formaron parte sociólogos, antropólogos, artistas de circo, bailarines, documentalistas, filósofos y arquitectos.

“Elegimos expresarnos a partir de lo que habitualmente se considera residuos, desde lo que es despreciado, desde lo que no manifiesta a primera vista la posibilidad de convertirse en un objeto artístico”, explicó Carlos Almeida, docente de la materia Laboratorio Inflable y coordinador general del proyecto.

El armado de la escultura

El proceso consistió en armar por grupos pliegos de tela plástica de 50 metros cuadrados. “Cada jornada de trabajo duraba aproximadamente tres horas -recordó Almeida- y concluía con el juego de elevar el pliego recién construido entre todos, embolsar aire y, al bajar, construir una “burbuja” donde todos quedábamos adentro. Ahí se cantó, se dijeron poesías, nos reímos y se jugó libremente. Tanto el museo terminado como estas instancias previas de juego son espacios de habitabilidad efímera, atmósferas de encuentro, esferas de aire”.

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Así lograron crear una tela de 300 metros cuadrados, sobre la cual dejaron sus testimonios. La primera vez que la inflaron, hace dos años bajo una carpa de circo en el campus de la UNSaM, se dictó en su interior una clase de Antropología cultural. Luego llegó el primer montaje público y al aire libre en un playón del campus, en el marco del I Congreso Internacional de Arte y Ciencia “Los cielos”, organizado por la universidad.

Antes de su viaje a Italia, la escultura fue usada como aula para una clase de filosofía.
Antes de su viaje a Italia, la escultura fue usada como aula para una clase de filosofía.

Más adelante, la obra se lució en una cancha de rugby ubicada en el interior del complejo penitenciario, y también en un galpón donde el museo se convirtió en aula para el dictado de una clase de filosofía. Hasta que, ahora, llegó el turno de emprender el viaje hacia Italia.

Como remarcó Almeida, “esto demuestra que lo pequeño, lo oprimido, lo deprimido individual y socialmente, puede transformarse y generar una sensación de expansión cuando logra tomar aire de manera comunitaria”. Y concluyó: “Nos gusta la metáfora del museo aplastado cuando se acomoda sobre el piso previo al montaje, en relación al museo lleno de aire, expandido, vital y en movimiento”.

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