Otro súper River con un técnico icónico: el antecedente de un equipo plagado de estrellas que quedó en la historia
Como sucede con Marcelo Gallardo en estos días, el Millonario armó hace 50 años un plantel con muchas figuras en la década del 70, con Ángel Labruna. La trastienda de una consagración que le puso fin a una sequía.
Ángel Amadeo Labruna había tenido ya dos etapas como director técnico de River Plate: la primera en 1963, a poco de su retiro, y otra desde 1968 hasta 1970. En ambas, sobre todo en la segunda, se frustró en última instancia la chance de ganar desde el banco ese título que nueve veces logró como jugador. En los Nacionales 68/69 y en los Metropolitanos 69/70 sumó cuatro subcampeonatos consecutivos. Vélez Sarsfield, Chacarita Juniors, Boca e Independiente se quedaron con el festejo que los Millonarios anhelaban desde 1957.
Para el inicio de 1975, cuando la sequía sofocaba, el presidente Rafael Aragón Cabrera -empresario hotelero y gastronómico- decidió otorgarle una nueva chance al máximo ídolo del club. Labruna venía de consagrarse con Rosario Central en 1971 y de sorprender al ambiente futbolero con la campaña de Talleres de Córdoba en 1974.
Un River de estrellas, como ahora
El Feo, como se lo conocía desde su época de temible delantero, no escatimó a la hora de pedir los refuerzos y la dirigencia satisfizo todos sus deseos, pese a que en el plantel había varias figuras de renombre.
Roberto Alfredo Perfumo, uno de los mejores zagueros centrales de la historia; Pablo Agustín Comelles y Héctor Oscar Artico, dos polifuncionales que se habían destacado en la T; Miguel Ángel Raimondo, uno de los caudillos del Independiente copero; José Omar Reinaldi, La Pepona de bigotes inconfundibles, crack de Belgrano; Pedro Alexis González, wing derecho de los Matadores de San Lorenzo, y Pedro Alcides Bareiro, wing izquierdo de Cerro Porteño de Paraguay, fueron las resonantes incorporaciones de River en el mercado de pases de hace medio siglo.
Además se produjo el retorno de Oscar Más, Pinino, explosivo puntero que había debutado en 1964, mundialista con Argentina en Inglaterra 66 y de paso fugaz por Real Madrid, aún hoy segundo goleador histórico de River, detrás justamente del inalcanzable Labruna.
El espectacular arranque del River 75
Luego de un empate sin goles como local en la primera fecha, ante una batalladora formación de Estudiantes de La Plata dirigida por un joven y ya obsesivo Carlos Salvador Bilardo, el River de Labruna encadenó una seguidilla de nueve triunfos consecutivos que lo posicionaron como holgado líder al término de la primera rueda, con una sola derrota (1-4 frente a Newell´s Old Boys, con una deslumbrante actuación del hasta ahí desconocido Jorge Valdano) y ocho puntos de ventaja sobre la revelación del certamen: el ascendido Unión de Juan Carlos Lorenzo.
En la segunda fase del torneo, que empezó con una caída ante el Pincha en el viejo estadio de tablones de calles 1 y 57, surgieron las dudas; se produjeron algunos empates inesperados y tres derrotas seguidas (Atlanta, otra vez Newell’s y Boca) que convocaron a los fantasmas de anteriores campañas.
Sin embargo, un triunfo contra San Lorenzo de Almagro en el Monumental, con un doblete de Norberto Osvaldo Alonso, enderezó la marcha hacia la ansiada coronación. El Beto, quien acumulaba un largo recorrido en la institución, fue el segundo anotador de aquel conjunto ofensivo, por momentos voraz, detrás del implacable Carlos Manuel Morete, el Puma, clásico 9 de área, en su última temporada con la camiseta blanca y roja antes de emigrar a España.
Paradójicamente, un River que había invertido fortunas para traer a futbolistas de probada trayectoria, dio la vuelta olímpica con un grupo de juveniles, debido a una huelga de Agremiados que impidió la presencia de los profesionales.
La fría noche del 14 de agosto de 1975, en un José Amalfitani desbordado de público, River superó por 1-0 a Argentinos Juniors con gol del pibe Rubén Norberto Bruno y pegó ese grito contenido durante 18 años.
Hacé tu comentario