Más de seis décadas junto al León Verde: la historia del hincha más famoso de Ituzaingó

Ituzaingó. Historias de mi barrio
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5 de junio de 2021

Con sus 75 años, Roberto Tito Sciolini es una leyenda en el equipo de la Primera C. Siempre ligado a la institución del Gran Buenos Aires, y sin cobrar nunca un peso, levantó paredes de la cancha, pintó tribunas y construyó baños.

Para todos es simplemente Tito. Aunque, en realidad, él es mucho más que eso. Se trata de la historia viviente del Club Atlético Ituzaingó. En el mundo del León Verde, Roberto Sciolini es un personaje entrañable, famoso en el barrio, al que ni sus 75 años ni el Covid-19 lo detienen para seguir haciendo lo que su corazón le demanda: ayudar de todas las maneras posibles al humilde equipo que milita en la Primera C del futbol argentino.

Cuando no existía la pandemia y se podía ir a la cancha, Tito estaba siempre presente en cada partido que se jugaba en el estadio Carlos Sacaan. Su inmenso amor por el club lo llevó desde muy chico, cuando todavía no había cumplido los 15 años, a pasar muchas horas de cada día dentro de la institución del oeste del Gran Buenos Aires.

Así fue que, a lo largo de los años, hizo absolutamente de todo: por ejemplo, levantó las paredes de la cancha, pintó las tribunas y construyó los baños. Todo sin cobrar un peso, por supuesto.

“Yo estoy desde pibe dentro del club. Venía de la mano de mi viejo, que integraba la Comisión de Fiestas del club, era socio y había nacido acá en el barrio, a ocho cuadras de la cancha. Y yo fui creciendo y en unas vacaciones del colegio empecé a trabajar ayudando en el estadio”, cuenta sobre el comienzo de su historia de amor quien también es periodista y fue jefe en el sector de impresión de la desaparecida y prestigiosa Editorial Abril.

Y toda su pasión por el León Verde es la que lo llevó a un día decir una frase que se volvió inolvidable, ya que se convirtió en bandera: “Si te preguntan por Ituzaingó está en mi pecho, a la izquierda”.

El hincha más famoso del León Verde, en la Ciudad Deportiva del club, donde también ayuda constantemente.
El hincha más famoso del León Verde, en la Ciudad Deportiva del club, donde también ayuda constantemente.

Hoy en día, se mantiene tan activo como en su adolescencia. Colabora en el estadio, ayuda en la Ciudad Deportiva y siempre se traslada en su infaltable bicicleta. “Cuando había partidos y se podía, era siempre el primero que llegaba a la cancha y el que la abría. Yo tardo nada más que media hora en bici desde mi casa. Así que vengo tranquilo, limpio los baños, las veredas y los pasillos. Hago de todo. Solo me falta meter un gol en Ituzaingó”, resumió Tito.

El panadero mediático de los 80 cuyo nombre fue elegido para el estadio de Ituzaingó

Y con certeza que razón no le falta. Un día, por ejemplo, estando en la platea del Carlos Sacaan, empezó a mirar el estado en el que se encontraba y no le gustó: “Estaba tan abandonado que decidí volver a mi casa, traer una pala y empezar a limpiar. Junté a un grupo de muchachos y acomodamos todo. Además, mejoramos la cancha, las veredas y cortamos el pasto como pudimos, porque no teníamos muchas herramientas. Y así seguimos hasta hoy, colaborando”.

NI él mismo ya se acuerda de todo lo que hizo por Ituzaingó. Por ejemplo, levantó el paredón que rodea todo el perímetro de la cancha, soldó rejas, pintó tribunas y puertas, hizo contrapisos, baños y miles de tareas más.

Un hincha de Ituzaingó permanentemente activo

El otro apodo de Tito es “El loco de la bicicleta”, y nació hace 23 años cuando se mudó a Morón y comenzó a usar ese medio de locomoción para trasladarse todos los días desde su casa hasta el club.

“La bicicleta me sirve para transportar herramientas, como el serrucho, tuercas o llaves. Y son unos cuatro kilómetros los que hago todos los días, que permiten seguir en movimiento. Eso, y el estar rodeado siempre de jóvenes, me hace sentir bien”.

Una vez su bicicleta la utilizó para mucho más que para llevar herramientas: “Cuando el club decidió elevar las paredes perimetrales unos cincuenta centímetros, yo recorría Morón e Ituzaingó levantando ladrillos en las calles y los traía”.

En 1992, cuando el León Verde ascendió a la B Nacional, recibió una medalla como los jugadores.
En 1992, cuando el León Verde ascendió a la B Nacional, Tito recibió una medalla como todos los jugadores.

Siempre fue de estar atento a ver qué podía rescatar para llevar al club. En los 90, Tito vivió un tiempo en La Boca, justo cuando el equipo de la ribera estaba construyendo los nuevos palcos. Entonces se acercó al club y preguntó qué iban a hacer con los recortes de fierros que sobraban de las obras. Le dijeron que se los podía llevar y no lo dudó: durante varios fines de semana cargó varios kilos de ese material en sus hombros y los trasladó en transporte público hasta su amado Ituzaingó. Con eso se hicieron rejas y portones que todavía siguen en pie.

A la hora de elegir el momento más glorioso del León Verde, no duda: “Cuando ascendimos al Nacional B en el 92. Fue una alegría increíble. Éramos los chicos contra los poderosos, los pobres contra los ricos. Y ganamos nosotros”. Y lo de ganamos se lo podría tomar de manera literal, ya que el club le dio una medalla con su nombre, como si hubiese sido un jugador más del plantel.

“Soy un afortunado que, después de toda la vida, tiene su recompensa con el amor de la gente”, asegura. Y recuerda lo que vivía cada vez que su club jugaba de local: “Cuando me iba de la cancha agarraba la calle Mariano Acosta, llegaba a la esquina de la plaza, doblaba y siempre me cruzaba con veinte o treinta pibes haciendo el post-partido. Y cuando me veían empezaban a gritar mi nombre”. Esa anécdota refuerza la certeza de que, para Tito, Ituzaingó es su verdadero lugar en el mundo.

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