Quién es Mechu Diamante, la artista de Ituzaingó que pinta para grandes marcas con su barrio como inspiración

Ituzaingó. Historias de mi barrio
·
1 de junio de 2025

Esta vecina que se dedica al muralismo, el lettering y la ilustración, hizo trabajos para Poett, Farmacity, La Serenísima y Jazmín Chebar. Y también interviene espacios públicos, como hospitales y escuelas. La historia de su amor incondicional por su lugar de origen. 

Nació y vivió siempre en Ituzaingó. Aunque varias veces pudo mudarse a la Capital, Mechu Diamante nunca quiso dejar lo que -nunca mejor usado el término- es su verdadero “lugar en el mundo”. Y ese amor por el barrio esta artista visual, que también es diseñadora gráfica, lo demuestra en sus trabajos.

“Ituzaingó está en mi inconsciente y en mi obra”, dijo esta vecina del oeste del Conurbano, que se dedica al muralismo, el lettering y la ilustración. Y que dibuja y pinta a gran escala, para marcas como Poett, Farmacity, La Serenísima y Jazmín Chebar.

Ituzaingó, Mechu Diamante
Diamante es un apodo que la artista eligió por lo que representa para ella.

Cada vez que tiene la oportunidad, ella destaca que en su lugar de origen está su familia y sus amigos, pero también toda su historia y, en definitiva, su identidad. Por eso es que toda su obra, casi irremediablemente, lleva impresa la huella de lo vivido en el barrio.

Su Ituzaingó, “una herramienta para pintar”

Para ella, caminar por las calles “es un recurso para despejarme y buscar nuevas ideas. Siempre me encuentro con algo nuevo, jardines o casas que no había visto. Es una herramienta que siempre usé para pintar”.

Ituzaingó, Mechu Diamante
Uno de los murales que pintó para Farmacity.

Además de los trabajos para las marcas mencionadas, Mechu también interviene espacios públicos: hospitales, escuelas y estaciones saludables. Y en todos los casos se puede ver un estilo bien definido.

Su nombre real es María Mercedes Galcerán, pero desde siempre fue Mechu en casa. Por eso quiso conservar ese apodo y sumarle algo. Así nació Mechu Diamante, por el material que es símbolo de fuerza, transparencia y color, y que conecta con su visión luminosa del arte.

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Mirando hacia atrás, la artista contó que cuando empezó diseño gráfico tenía en claro que quería mantener lo manual. No le interesaba que sus trabajos fueran solo digitales, sino que quería “trazar a mano”, para evitar “la frialdad del vector”. 

Respecto al lettering, fue algo que le apareció como herramienta expresiva. Así fue que tomó talleres, investigó y empezó a incorporar letras hechas a mano. Pero el papel le quedaba chico, necesitaba algo más grande. Ahí llegó el muralismo. 

Ese cambio de escala transformó su relación con la obra. Pintar una pared es un desafío técnico, físico y emocional: “El muralismo fue amor a primera vista. Cambiar la hoja de papel por una pared más grande que uno mismo es una sensación inexplicable de ser uno con el entorno, o de lo insignificante que uno es frente a una pared”.

El estilo de Mechu Diamante, basado en su infancia

Mechu dice que en esa experiencia el cuerpo se vuelve herramienta: el brazo, la mirada, el movimiento y el entorno entran en juego. Cada mural representa un nuevo desafío. No es lo mismo, aclara, pintar una pared lisa que una rugosa o acanalada, y las condiciones también varían: algunos se hacen bajo el sol del verano, otros en altura.

Ituzaingó, Mechu Diamante
En sus trabajos apela a los colores vivos, para «transmitir alegría».

Entre sus trabajos, que se pueden ver en su cuenta de instagram, recuerda especialmente uno que hizo en una escuela de Merlo, y que tiene 12 metros de alto.

Pero más allá de lo grande o chico que pueda ser cada uno de los trabajos, lo que más le interesa siempre es la relación con la gente. Y las reacciones de quienes ven sus dibujos.

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“Los primeros momentos son confusos para el observador, hay líneas, trazos, guías. Hay duda o desconfianza. Pero cuando el mural toma forma, empieza el feedback de vecinos y transeúntes, que es divertido y enriquecedor. Se sorprenden de que sea una mujer pintando en la calle”, señaló.

Para definir su estilo se puede decir que se caracteriza por tener trazos simples, delicados, formas esenciales y colores vivos. Y todo está relacionado con su infancia y cómo interpretaba el mundo: “Voy a lo esencial y básico. Los colores vivos transmiten alegría, como cuando era niña, y un color te despierta emociones”.

Por último, destacó que pintar un mural es “expresarse, y salir de mí para dejar un mensaje. Generar un pensamiento en quien ve mi arte es un montón, y me encanta”.

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