La fenomenal historia del wing que se escapó de una gira para pasar la Navidad con Juan Domingo Perón

Buenos Aires. Deportes
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2 de febrero de 2025

Elio Montaño deslumbró al líder justicialista en un Superclásico de antología que Boca le ganó a River en el Monumental. Se hicieron tan amigos que ocurrió un hecho inesperado en pleno exilio del ex presidente.

De Juan Domingo Perón se dijo que era futbolero, y en medio de esa certeza se mantiene la duda del club de su simpatía, con versiones que fluctúan entre Racing Club y Boca Juniors. El general Perón pudo disfrutar en sus tiempos de una casta de talentos que estaban en auge en aquellos tiempos, y que con el paso de los años pasaron a ser una raza en extinción: los wines.

Siempre se dijo que los viejos wines eran unos locos: solo alguien medio desequilibrado podía quedarse ahí, a un costado de la cancha, a la espera de que un solidario compañero se acordara de habilitarlo y con el temor de que un rústico marcador le cortase la inspiración de una patada. Locos fueron Oreste Osmar Corbatta y René Orlando Houseman, dos de los mejores de todos los tiempos en esa posición. También hubo locos en otros puestos y uno de ellos, al margen del apodo, fue Elio Rubén Montaño.

De Newell’s a Boca y de Boca a Huracán

Montaño nació el 29 de agosto de 1929 en Casilda, provincia de Santa Fe, cuna de grandes futbolistas. Su debut profesional fue en Newell’s Old Boys, en 1949, como entreala, un volante ofensivo de nuestros días. En el torneo de 1951, con la camiseta rojinegra, enfrentó dos veces a Boca y, al margen de sendas derrotas por 3-1, él cumplió actuaciones destacadas y hasta convirtió un gol en el Parque de la Independencia.

Con esos antecedentes, en tiempos sin scouting ni Big Data, los Xeneizes lo sumaron al plantel en 1952. Durante esa primera temporada, aun con altibajos, respondió a las expectativas. Jugó las 30 fechas del certamen y anotó 13 tantos. Su tarde cumbre, paradójicamente, fue ante la Lepra el domingo 2 de noviembre, cuando marcó por triplicado en un categórico 4-0.

Elio Montaño, Juan Domingo Perón
Una postal de Elio Montaño en La Bombonera, todo embarrado después de un partido.

Elio brilló en una gira por América Central que Boca hizo en los primeros días de 1953. Sin embargo, en la competencia oficial disminuyeron sus presencias (20) y su cuota goleadora (siete). Aun así, fue protagonista de un Superclásico épico el 19 de julio en el Monumental.

Boca ganaba 1-0 con un tempranero gol suyo. River lo dio vuelta y, cerca del cierre, se imponía 2-1. Incluso había fallado un penal. A los 38 del segundo tiempo empató Juan Navarro y a los 42 desniveló Roberto Rolando.

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Disfrutaron del espectáculo, sentados en el palco principal, el presidente Juan Domingo Perón y Milton Eisenhower, hermano de quien por entonces gobernaba en Estados Unidos. El viejo noticiero Sucesos Argentinos registró la visita. A principios de 1954, con la certeza de que se reducirían sus chances en Boca, el Loco Montaño dejó la institución para marcharse a Parque de los Patricios.

Elio Montaño y su encuentro con Juan Domingo Perón    

En el Globo permaneció entre 1954 y 1956, para retornar -ya veterano según los parámetros de la época- al cierre de esa década. Conquistó a la gente con su capacidad para eludir adversarios (cuentan que a algunos defensores los hacía enojar relatándoles sus gambetas: “La lleva Montaño, no lo pueden parar, va a pasar a fulano…”) y llegar a posiciones de gol. Terminó con 31 en 63 encuentros.

Elio Montaño, Juan Domingo Perón
Juan Perón y Evita en un domingo de fútbol en la Argentina.

A Huracán le costó mantenerlo después de un episodio ocurrido a fines de 1955. El equipo estaba de gira por Panamá y el Loco Montaño, de inocultable simpatía justicialista, se escapó de la concentración para visitar a Perón, quien se hallaba en ese país iniciando su largo exilio de 17 años.

De regreso a la Argentina, Montaño fue detenido en Ezeiza. “¿Qué le dio Perón en Panamá?”, le preguntó un oficial de Inteligencia en el comienzo de una requisitoria que no amagaba ser amable. “Esto me dio”, contestó el Loco y se le fue encima al interrogador, tratando de estrecharlo. “¡Un abrazo me dio!”, exclamó el demorado.

Gloria y anécdotas en Uruguay  

Montaño continuó su carrera en la otra orilla. “Peñarol contrató a un delantero peronista”, se leía en diarios uruguayos. Con el Carbonero, Elio logró tres títulos consecutivos y fue una de las figuras pese a que crónicas de los mismos medios informaban de su poco apego a las normas básicas de conducta de un deportista profesional.

Un dirigente, enterado de que el Loco abandonaba el hotel donde se alojaba el grupo para irse de farra, decidió esperarlo un domingo a las seis de mañana. A esa hora más o menos cayó Montaño de su excursión nocturna. Rápido de reflejos, el atacante se defendió de cualquier reclamo: “¡Qué lindo día, Don! Me levanté temprano para ir a caminar un rato”. 

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Montaño falleció en 2016, lejos del ruido y las luces. Quedaron las historias graciosas y el recuerdo perenne de unos pocos testigos de sus locuras en una cancha.

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