Guadalupe Nuss, de El Jagüel a la Antártida: así vive la primera mujer médica de la base más austral e inaccesible de Argentina
Tiene 30 años y tomó la decisión a pesar que su familia la soñaba atendiendo un consultorio. «Me gustó la propuesta y perseguí un sueño», dice. Cómo es su día a día en el Continente Blanco.
La fuerza y la determinación de Guadalupe Nuss lo hizo posible. Es la primera mujer médica que se asienta en la Base General Belgrano II, en la Antártida, como jefa del Pelotón de Sanidad. Se trata, literalmente, del confín del mundo, uno de los lugares más inaccesibles, vírgenes y a su vez peligrosos del Planeta Tierra. Dejó la placidez de su El Jagüel natal, en Esteban Echeverría, para darle curso a su sueño. Y hacia allí se embarcó a bordo del rompehielos Almirante Irizar.
Belgrano Il está construida sobre el Nunatak, un pico montañoso rodeado de hielo, en bahía de Vahsel, sobre la costa Confín en la Tierra de Coats, y a nivel internacional es la más austral asentada sobre tierra firme.
Llegar y vivir allí es una experiencia extrema. Es navegar las gélidas aguas del Mar de Wedell y meterse en el corazón del polo sur. Alrededor, la nada, hielo y más hielo. Enormes masas de hielo. Tormentas y mares embravecidos.
Guadalupe tiene 30 años, fue al Colegio Privado de El Jagüel, al Instituto Naciones Unidas de Monte Grande y es médica recibida en la Universidad Abierta Interamericana. En esa casa de estudios el año pasado nació la idea de irse a la Antártida como personal militar. Para eso entró al Ejército Argentino y ya es Teniente I. Faltaba un detalle: contarle a su familia cuáles eran sus planes.
Guadalupe Nuss, de El Jagüel a la Antártida
«Al principio les costó aceptar mi decisión. Pero están contentos y orgullosos. Yo siempre quise ser médica y ellos esperaban que ya me dedique al consultorio, pero se presentó esta oportunidad y es un sueño para mí», le contó Guada a El Diario Sur, que ahora está separada por 5.000 kilómetros de su papá mecánico, su mamá ama de casa y su hermano menor, que estudia Derecho.
«Me gustó la propuesta», dice la vecina de 30 años, que fue capacitada y entrenada durante 2023 para ser la jefa de Sanidad de la base. En febrero de este año emprendió el viaje. En Ushuaia se subió al Irizar junto con otros 27 futuros integrantes de la base y pusieron proa a la Antártida, donde la esperaban 40 grados bajo cero y una noche larga de cuatro meses sin ver el sol. Tardó 10 días en llegar.
«Me gustó un montón el viaje, por los paisajes y los vínculos que fuimos generando. Y también nos íbamos aproximando más al frío, porque de Ushuaia salimos en remera«, relata Guadalupe a El Diario Sur.
Hoy su día a día es duro: «Mi trabajo fundamentalmente tiene que ver con la prevención. Todos los días chequeo en cada dependencia cómo se encuentra el personal. Y también participo de los grupos que salen a hacer acopio de hielo para abastecer de agua a la base. Rompemos el hielo con picos y palas y lo cargamos en trineos. Al principio era sacrificado por el frío, pero después te vas acostumbrando».
Como una de las pocas mujeres que integra la Base (solo hay tres), Guadalupe destaca las comodidades de las instalaciones, en las que cada integrante tiene su propia habitación y baño. Y remarca el espíritu de grupo: «Somos como una familia. Nos llevamos muy bien. Creo que acá me gané 24 hermanos varones. Son todos muy caballeros y se armó un vínculo muy estrecho. En momentos difíciles siempre estamos para ayudarnos. Por ejemplo tuvimos la situación con un compañero que falleció el padre».
«Los viernes hacemos noche de películas y los sábados cocinamos pizzas entre todos. Hacemos campeonatos de pool, de ping pong y hasta se jugó al fútbol en la nieve. Internet es limitada, así que nos ponemos de acuerdo cuando alguno toma alguna clase por videollamada o actividades de ese estilo. El jefe pide ver a River, así que cuando hay partido lo vemos todos juntos», cuenta.
Y ya planea su futuro. El grupo volverá a Ushuaia recién en febrero de 2025, cuando llegue hasta allí nuevamente el Rompehielos Irizar y al regresar su idea es hacer la residencia en el Hospital Militar: «Haber estado en la Antártida me lo permite. Mientras tanto acá seguiré cumpliendo mi sueño», cerró la mujer oriunda de Esteban Echeverría.
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