Las mil y una anécdotas de Pedro Marchetta, el entrañable DT que se burlaba de los rivales y de sus propios jugadores
El mes de abril no es indiferente en la figura de uno de los personajes más entrañables que ha dado el fútbol en los últimos tiempos. El Negro nació en Lomas de Zamora y falleció hace tres años en Córdoba.

Pedro Marchetta en el Gigante de Arroyito: Central fue uno de los clubes que lo tuvo como ídolo.
Abril es el mes justo para recordar a Pedro Marchetta, un personaje insoslayable si se trata de repasar el fútbol argentino de los años 80 y 90. Nació el 13 de abril de 1942 en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, y falleció el 7 de abril de 2022 en Villa Carlos Paz, Córdoba.
Si bien el Negro, así apodado desde joven por obvias razones, llegó a ser un volante reconocido por su habilidad y fue integrante de calificados equipos de Racing Club durante la década del 60, alcanzó su mayor fama como entrenador, un rol que cumplió de manera destacada en los dos grandes clubes de Avellaneda, Rosario Central y los cuatro principales de Córdoba, entre varias otras instituciones, hasta que un accidente cerebro-vascular lo obligó a dejar de ejercer la función.
El sueño cumplido del pibe Pedro Marchetta
Sin padre desde los 17 años, Pedro Marchetta -hijo único- empezó a volverse conocido en la mitad de cancha de Racing. Federico Sacchi se la pasaba desde el fondo y él después de pisarla, que era una de sus costumbres, buscaba habilitar al Loco Corbatta, en una Academia que solía pelear por los primeros puestos.
Ahí conoció a Alfio Basile, un hombre clave en su vida y el que “más sabe de fútbol en este país junto al Flaco Menotti”. Coco, entre otras cosas, fue responsable de que a Marchetta lo comenzaran a llamar por el segundo nombre en vez del primero. De su etapa albiceleste le queda como recuerdo una tapa de la revista El Gráfico, abrazado con su ídolo de pibe, el rosarino Federico Sacchi, luego de un triunfo 2-0 sobre Boca en Avellaneda, el 24 de julio de 1963.

Néstor Pipo Rossi, director técnico de Racing, resolvió desprenderse de Marchetta luego de que se enterara de la afición del joven mediocampista por las carreras de caballos, un pasatiempo que compartían muchos futbolistas de aquellos tiempos. La carrera de Pedro continuó en Gimnasia y Esgrima La Plata e incluyó algunas experiencias en el extranjero. La decisión del retiro fue temprana: antes de los 30 años.
La pasión de Marchetta por el fútbol
Con conocimientos contables (había trabajado como tenedor de libros) y su innegable carisma, Marchetta floreció en el rubro gastronómico en Córdoba, donde manejó concesiones y restaurantes que le permitieron lograr un holgado pasar económico. Nunca se desentendió del fútbol y en 1980, convocado por Basile, ayudó como espía de rivales en el Racing de Nueva Italia, un trabajo de utilidad cuando no había transmisiones televisivas ni Big Data como ahora.
Con un equipo casi desconocido por el ambiente, llegaron hasta la final del Nacional 80 después de haber eliminado en semi a un poderoso Independiente. Rosario Central se quedó con el título, pero los cordobeses acapararon elogios por su propuesta ofensiva.
El mismo Basile lo convenció de que se largara por su cuenta y Pedro arrancó su campaña como solista. En Central, durante la temporada 85/86, alcanzó su máxima felicidad como DT. El denominado equipo de los pitufos se consagró campeón en la segunda categoría, con 12 puntos de ventaja (el triunfo aún valía dos) sobre su escolta.

“Haberme ido de Central fue uno de mis errores más grandes”, reconocería luego Pedro. Con esa misma base que acababa de ascender, Ángel Tulio Zof condujo un año después a los Canallas a la conquista de su última liga en Primera División.
Las ocurrencias de Marchetta
Para el anecdotario de los 80/90, Marchetta fue un tipo riquísimo. Cierta vez puso a un arquero de Instituto que se comió cuatro goles de pelota parada. Al día siguiente, el vulnerado portero se acercó para informarle: “Pedro, no voy a seguir en el fútbol”. El DT le respondió con una pregunta: “¿Y por qué no me avisaste antes?”.
En una de sus últimas entrevistas lo consultaron por Armando Pérez, dirigente de Belgrano que fue interventor de la AFA. “Lo conozco. ¿Del club? No, de los casinos de Punta del Este”. Como DT del Pirata protagonizó una charla que parece de fantasía pero aseguran que fue verídica. “Marchetta, sabemos dónde vivís. Vamos a quemar tu casa y violar a tu mujer”, le advirtieron unos barras. “Ojo: no se metan con mi casa”, contraatacó el amenazado.
Supo ser cruel en alguna ocasión, como cuando se la agarró con un plateísta de Independiente en sillas de ruedas. El hombre iba a todos los partidos y lo insultaba, al margen del resultado, hasta que después de un triunfo no aguantó más y entró a saltar delante de él, desafiándolo a que hiciera lo mismo.
Fuera de esa y alguna que otra bravuconada, Marchetta dejó un recuerdo grato y una enseñanza para sus dirigidos: “Nunca digan que se juegan la vida en un partido. Juéguensela por sus hijos, por la familia, por algo más importante”.
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