El mozo récord de Caseros: lleva más de 30 años en una histórica pizzería y es un ícono del barrio
Daniel Bengolea tiene 53 años y empezó a los 16 a atender mesas. Trabaja en la pizzería Santa Lucía, que fue declarada notable en 2018 y allí se volvió un emblema. Su compromiso con el oficio le valió el reconocimiento de clientes y colegas.
Respeto, amabilidad y una sonrisa. Así se acerca Daniel Bengolea a las mesas de Santa Lucía, la histórica pizzería de Caseros donde lleva más de 30 años trabajando como mozo y en la que ganó una popularidad que lo volvió un ícono: los clientes no olvidan saludarlo al entrar y al salir.
Daniel conoce el oficio desde muy chico: tenía tan sólo 16 años cuando empezó a trabajar en un local de la esquina de Quintana y Santos Vega, en Villa Bosch. Luego le tocó hacer el servicio militar en Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz, a los 18 años, y se postuló para desempeñarse como mozo en el Casino de Suboficiales. Los fines de semana trabajaba en otros locales de esa ciudad.
Al volver, se desempeñó en la pizzería Verona, del barrio porteño de Caballito; luego en la tradicional Babieca, en la avenida Santa Fe y Riobamba; y después lo contrataron en otro local de Acoyte y Rivadavia. Hasta ese último local llegó Don Antonio, dueño de la pizzería de Caseros, a buscarlo.
«En esa época te venían a buscar y uno se iba al lugar que más le convenía. Me fue a ver varias veces, le gustó cómo trabajaba y me convenció», recordó Daniel, quien es oriundo de San Miguel, está en pareja, tiene cinco hijos y tres nietos. Desde aquel momento pasó a formar parte de Santa Lucía y no se fue nunca más del local ubicado en avenida San Martín 2819, que fue declarado «notable» en el año 2018 por el Municipio de Tres de Febrero y es un emblema de Caseros.
El comercio fue fundado en 1975 y siempre estuvo en el mismo lugar, lo que fortaleció su arraigo en la zona. Es conocido por inventar la fainá con cebolla de verdeo, que es especialidad de la casa, y la pizza rellena. «No te podés ir de Santa Lucía si no te comiste una fugazzeta», dijo Daniel, que es parte de la gran mayoría de esa historia y acompañó el crecimiento de ese establecimiento que sigue siendo muy elegido por los vecinos.
La pasión por el oficio del mozo más famoso de Caseros
«Acá la gente de Caseros es especial, te va palpando y yo siento que me la fui ganando con el tiempo, con mucho trabajo e intentando mejorar día a día», manifestó Daniel, que con los años se mudó a esa localidad, a la que dice amar.
Es de los mozos de la «vieja escuela»: memoriza los pedidos sin importar la cantidad de comensales y pone a disposición su vocación de servicio. «El mozo tiene que tener oficio, en Capital Federal deben haber algunos pero hoy en día no abundan, se perdió el mozo de oficio», expresó. Por eso fue tan difícil para él la etapa de la pandemia del Covid-19 cuando, por las restricciones, a los locales gastronómicos sólo se les permitió trabajar con la modalidad del delivery.
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«Lo sufrí muchísimo, fue muy duro. A veces iba un par de horas para dar una mano en el mostrador. No aguantaba más estar encerrado en mi casa. El reencuentro con la gente fue una locura, me desesperaba por volver. Esperaba ese día ansioso, de la locura que tenía», reconoció quien, siempre elegante, despliega toda su simpatía y carisma a la hora de atender. «Me gusta charlar, hacer reír a los clientes, siempre con buena onda», admitió.
Tal es esa conexión que tiene con los clientes, que cuando el reconocido futbolista Martín Palermo visitó la pizzería, uno de los comensales se animó a decir que «acá en Caseros es más famoso Daniel». El mozo y el goleador se tomaron una foto e inmortalizaron ese momento, otro recuerdo inolvidable para el servicial trabajador que «estoy muy cómodo donde estoy , el equipo de laburo me hizo perdurar y quiero seguir acá, me quiero jubilar en Santa Lucía».