Se crió en la pobreza en José C. Paz y desarrolló un satélite inédito que fue enviado al espacio
Alejandro Cordero tuvo una infancia muy dura en el Conurbano. Estudió, se recibió de docente y acaba de crear el primer picosatélite latinoamericano que busca proporcionar internet en zonas agrícolas. Fue lanzado desde la NASA.
Alejandro Cordero (44) no olvida su dura infancia en José C. Paz. Mucho menos por estos días, donde su logro ha puesto en relieve esos marcados contrastes que atraviesa a tantas historias en la Argentina. Lejos de su barrio en el noroeste del Conurbano donde, de chico, comía en ollas populares; hoy vive en la Costa Atlántica y enseña en una escuela técnica de Mar del Plata donde gestó un proyecto inédito para todo el continente que días atrás se hizo realidad.
Lo festejó en la cancha de Lanús: la historia de Santino, el nene de 3 años que venció al cáncer
En 2019, al comenzar a trabajar en la Escuela Técnica N°5 de aquella ciudad, quiso encarar algo distinto para generar atracción en la educación técnica. «Lo primero que hice cuando llegué al aula fue tirar el pizarrón de tiza, que realmente lo odio, y puse uno de fibra. También pinté las paredes, corté las mesas, puse una cafetera y modifiqué todo el ambiente. Luego de eso, ahí sí les pregunté a mis alumnos si querían construir un satélite», recordó.
Así nació «San Martín al espacio», el primer picosatélite (se les llama así a los que pesan menos de un kilo) de Latinoamérica. Durante el mediodía del jueves fue lanzado con éxito al espacio en Cabo Cañaveral, en Estados Unidos, por la firma Space X, del famoso empresario Elon Musk.
¿Cómo llegaron a esta creación tecnológica inédita? «Descubrí que con la plataforma ARDUINO se pueden desarrollar satélites chicos. Una placa de esas sale menos de $1.000. Los chicos empezaron a aprender a programar y a desarrollar cosas que no sabían: tuvieron que aprender, además de electrónica, inglés, física, matemáticas. Hasta hicieron papers de divulgación científica que los hicieron salir en todos lados», reveló.
Les llegó, después, una invitación para viajar a Escocia a un congreso anual de satélites chicos. Luego apareció la oportunidad de sus vidas: la aceleradora de startups (empresas emergentes), Neutrón, radicada en Mar del Plata, les propuso financiar el proyecto. También colaboró en el financiamiento el Ministerio de Desarrollo Productivo, que aportó $50 millones.
Entonces Cordero creó una PyME, llamada Innova Space, en la que formó un equipo en el que reclutó a algunos estudiantes de sus clases. «Éramos los tres técnicos recibidos, estudiantes del primer año de Ingeniería, y yo. Luego de seis meses empezamos a tomar ingenieros y personal. Hoy somos más de 16», detalló.
Qué ventajas traerá el satélite
El minisatélite pesa menos de 50 gramos y mide 10x5x5 centímetros. En los próximos tres años planean lanzar 100 de estos dispositivos para formar la constelación satelital «Libertadores de América».
Así lo explicó Cordero: «El principal objetivo es que el lanzamiento de una constelación de satélites en miniatura permita la conectividad en las zonas más remotas, no solo en el país, sino a nivel global. Buscamos proporcionar información de Internet de las Cosas (IOT) donde no la hay. Hoy el 70 por ciento de nuestro país no tiene cobertura. A nivel mundial, la cifra asciende al 80 por ciento».
La tecnología IOT permite conectar distintos dispositivos para ser controlados desde un comando concentrado. En la agricultura y la minería, se podrán vincular sensores para medir el nivel de los cultivos, el volumen de riego o el nivel de extracción.
La historia del profesor de José C. Paz que creó el satélite
Cordero se crio en un barrio humilde de José C. Paz, en el noroeste de Conurbano. «Mi papá era obrero metalúrgico y mi mamá ama de casa», recordó el docente, quien reveló que aunque ellos nunca terminaron sus estudios primarios, «siempre me enseñaron que la forma de salir de la pobreza era estudiar y esforzarse». Y añadió: «Ninguno de mis amigos pudo seguir luego de la secundaria. Yo fui el único de todo el barrio que pudo tener un estudio superior»
Su infancia fue dura, marcada por la extrema pobreza. Muchas veces, sus padres dejaban de comer para darles un plato a él y sus hermanos. Y aún así, no perdían su espíritu solidario y comunitario. «En la época de la hiperinflación me mandaban a comprar diez gramos de azúcar, medio kilo de fideos. Y siempre me hacía separar un puñado para la olla popular del barrio», relató.
En varias ocasiones, él mismo fue a comer a esas ollas, que eran impulsadas por barrios que se unían para aportar mercadería y asegurar la comida de todos. «Ese espíritu les transmití a mis alumnos, y así llegamos al proyecto que parecía un sueño y se hizo realidad», señaló.
Cuando terminó el secundario, como no podía pagar el boleto de colectivo para viajar a la universidad en Capital Federal, empezó a trabajar de barrendero en Pepsico. Once años después era coordinador de Instrumentación y Control para el Cono Sur. Luego tuvo una empresa metalúrgica que cerró en 2018, antes de volver a la docencia.
El crimen del ex rugbier: la conmovedora despedida para Marcelo Longhi en redes sociales
Hoy, su firma, Innova Space, está valuada en U$S 40 millones y planea alcanzar otro hito: formar una constelación de satélites y lanzar en tres años más de los que se han lanzado en toda la historia del país. Argentina tiene dos constelaciones: una de 20 equipos de porte grande (200 kilos) de la empresa privada Satel Logic, y otra de dos equipos de SAOCOM, una firma nacional, para la observación terrestre de la agencia espacial de Argentina, CONAE.
«Después del San Martín, que técnicamente se denomina MDQubeSAT1, planeamos lanzar seis el año que viene, 16 en 2023 y unos 90 en 2024», cerró.