La historia detrás del bodegón Lo de Lucas, el restaurante de Escobar que causa furor y está entre los mejores del AMBA
El local de Lucas Deonato y Natalia Estanguet se transformó en un boom gastronómico, con sus milanesas XXL, pastas, tortillas y tortas gigantes. Ariel Sujarchuk compartió el logro de los emprendedores.
Porciones extra large, mesas llenas y bulliciosas, posters de Messi y Diego, comida, comida y más comida. Un lugar fuera de lo común que acaba de ser elegido como uno de los mejores 15 del AMBA. Se trata del bodegón Lo de Lucas, el restaurante de Escobar que ya se transformó en un sitio de culto para la gastronomía y los amantes de las buenas minutas.
Esta pantagruélica sede para comilonas memorables queda en la escobarense esquina de 25 de Mayo 997 y para tener una idea de lo que se trabaja allí hay que decir que los lunes y martes no abre. No abre porque sus dueños, mozos y cocineros necesitan descansar por lo mucho que trabajan de miércoles a domingos, vale aclarar.
Y detrás de la fachada, hay una historia que tiene a Lucas Deonato (49), cómo el pilar fundamental. Hijo de «Chiquín» y Sara, los históricos dueños de otro clásico, el Bar América. Allí Lucas fue moldeando su espíritu gastronómico desde la más tierna edad. Tiene tres hijos: fue papá a los 19 años y abuelo a los 40. «Mi hijo y mi nieto mayor se llevan meses, está buenísimo», dice Lucas, gran pizzero y apasionado de las milanesas XL.
«Acá hacemos el sánguche de milanesa más grande de Buenos Aires, dice Lucas. Y la foto que ilustra esta nota, debajo de este párrafo, no admite discusiones. Por eso vale la aclaración, y también repetirla hasta el hartazgo: quien sea amante de las dietas no debe ni asomar la nariz en Lo de Lucas.
Bodegón Lo de Lucas, marca registrada de Escobar
En el último concurso 2023 realizado por el Cucinare, Lo de Lucas fue el único bodegón del Conurbano en pelearles cabeza a cabeza a los famosos y turísticos principales bodegones de la Ciudad de Buenos Aires, mundialmente famosos como Rondinella, El Obrero, Albamonte, El Preferido, Bodegón Núñez o el Miramar.
De hecho, el propio intendente Ariel Sujarchuk compartió en sus redes sociales la plataforma de la votación. «¡El orgullo es total: es el único bonaerense que compite contra los tradicionales restoranes porteños! Se nos infla el pecho de una alegría inmensa ver el crecimiento y reconocimiento a nivel nacional de los emprendimientos escobarenses porque desde el primer día de gobierno trabajamos por el desarrollo local que genera más trabajo y vida urbana a nuestras localidades», dijo el jefe comunal.
Y hay que darle crédito a esa elección: basta ver todos los días la cola de 50, 60 o 70 metros que se arma cada día en la vereda de Lo de Lucas. «En 1989, a los 12, 13 años, empecé a estar en la cocina del Bar América. Entré con horarios como un empleado común y corriente, así estuve 20 años», rompe el fuego Deonato contando sus inicios en un tradicional local que estaba sobre la calle Rivadavia, a media cuadra de la estación terminal de Belén de Escobar.
«En 2005. Mi viejo no quería trabajar más y nos sentamos a ver qué hacer. No nos estábamos llevando bien después de trabajar juntos tanto tiempo. Tenía 31 años y seguí solo hasta 2013, cuando el lugar se vendió a la gente de la feria. Hacían ofertas siempre hasta que mi viejo aceptó. Me preguntó y estuve de acuerdo, ya estaba cansado también. Estuve cuatro años sin trabajar«, contó Lucas tiempo atrás a Día 32.
Deambuló un poco, sin horizonte claro, hasta que en 2016 hizo el click. «Empecé con pizzas y empanadas. El primer año esto estaba fundido, no le vendías una pizza a nadie. Empezó a mejorar, abrí al mediodía y me enchufé de nuevo. Natalia, mi mujer, me daba una mano, porque el negocio crecía. Renunció al Municipio, después de 16 años. Es una apasionada de la cocina, así incorporé más comidas», contó. De hecho, en su Instagram, el local se presenta como «Lo de Lucas Bodegón by Natalia Estanguet».
¿Cómo se conocieron los dueños de este local? Lo cuenta Natalia: “Una noche salgo a comprar cigarrillos al kiosco que funcionaba dentro del bar del padre de Lucas, me di cuenta que me estaba siguiendo un hombre. Me había olvidado el celular en mi casa, y le pedí prestado el teléfono a Lucas para llamar a mi hermana para que me viniera a buscar, pero Lucas hizo que me acompañe un mozo del bar hasta mi casa. Cuando se iba retirando el mozo me entrega un papel que le había dado Lucas, donde decía ‘este en mi número, llámame’.
Amante del whisky, el vino y con el pulpo a la gallega como su comida preferida, Lucas no duda en hacer su recomendación sobre qué pedir en su restaurante: «Milanesas, son fantásticas. Tenemos diez variedades. Tienen un tamaño descomunal y le ponemos mercadería de primera», dice.
Pero vale aclarar que Lo de Lucas no son solo milanesas. Pastas caseras, tortas, parrilla comida de olla en invierno, tortillas gigantes y jugosas… La cocina del lugar domina todos los ítems de «la minuta perfecta». Así que hay para todos los gustos.
Lucas es un laburante nato, tanto que se pasa, en promedio, 10 horas por día en el local. Y no tiene dudas sobre qué haría si alguna vez la suerte toca su puerta y se gana un millón de dólares: «Me subiría a un avión. Cierro un mes y les doy vacaciones a mis empleados. Pero cuando vuelva sigo con lo mío otra vez».
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