El rebusque de los Bomberos de Merlo ante la crisis económica: lavan autos y venden stickers
La institución atraviesa una compleja situación con deudas, problemas para cubrir los gastos y el mantenimiento de una infraestructura mucho más vieja de lo aconsejada. El equipo para un rescatista cuesta 5.600 dólares.
Los Bomberos Voluntarios de Merlo vuelven de apagar un incendio. En tanto, en el galpón de la Jefatura, un grupo lava autos mientras otros venden stickers en las calles en ese distrito del oeste del Conurbano. También organizan cursos y capacitaciones. Esa pluralidad de funciones no es casualidad: la institución atraviesa desde hace varios años una compleja situación económica que, como a muchos cuarteles del país, obliga a sus integrantes a buscar formas de generar recursos para poder afrontar los gastos corrientes que permitan mantener su servicio a la comunidad.
Así, la institución hoy reparte su personal entre los trabajos en distintos incendios y otras actividades con las que busca financiarse: ofrece recarga de matafuegos, lavado de autos, simulacros y consultoría de higiene y seguridad integral, capacitaciones contra incendios y cursos para el uso de extintores y en primeros auxilios y RCP. Además, parte del personal vende stickers alusivos a la institución en distintas esquinas.
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Consultado por Zonales, Sergio Ravelli, el jefe de los Bomberos de Merlo comentó que, aunque vienen logrando vender esos servicios, lo cierto es que no alcanza. «No cubrimos ni la mitad de los gastos. Hay un desfasaje muy grande que venimos sufriendo con la inflación y el aumento de todo. Con la venta de stickers llegamos a pagar el combustible para los vehículos, pero tenemos una deuda de tres meses con la estación de servicio de Libertad donde cargamos. Hay otra deuda con Edenor, que ya hubo tres o cuatro veces que nos vino a cortar la luz al cuartel central. Los subsidios que recibimos de Nación y Provincia representan el gasto de un mes, pero los otros once meses se complica. El Municipio nos dona algo de combustible para ayudarnos», remarcó apenado.
Remarcó el valor de la ayuda de los vecinos. «Si la gente no ayudara como viene haciendo, sería todo aún más complicado», dijo. Y reveló que «se engancha mucho con los cursos de RCP», que tienen un valor de $1.200 y duran tres horas. «Hacemos grupos pequeños porque preferimos que salgan con buen conocimiento sobre cómo hacer primeros auxilios, parte de la ganancia la reinvertimos para tener algunos banners, ofrecer un refresco en el recreo de la mitad del curso, entre otras cosas», comentó Ravelli.
Además, dijo que, igualmente, «muchos no saben los costos que tiene desarrollar esta tarea y que somos voluntarios. Este es un distrito que tiene casi 800.000 habitantes. Si 6.000 vecinos donaran $100 cada uno, tendríamos todos los costos cubiertos».
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Y completó: «No somos los únicos, a muchos cuarteles les pasa esto. Además, no tenemos la situación que ocurre en otros lados donde, por ejemplo, nuestras instituciones reciben fondos de los bingos locales. Hay ciudades donde, por ordenanza, los bingos deben destinar un porcentaje de su facturación a entidades de bien público que suelen ser Bomberos y por eso en Malvinas Argentinas, Morón y otros, tienen cuarteles impresionantes y están muy bien equipados. Acá en Merlo eso no pasa».
Pese a todos, explicó que igualmente hacen todo lo necesario para que estas situaciones no afecten al servicio que brindan. «Tratamos de seguir cumpliendo igual que siempre», comentó el jefe de los Bomberos de Merlo que, hace unas semanas, le salvaron la vida a dos bebés con horas de diferencia en el Cuartel Central de la calle Fray Luis Beltrán y en el Destacamento N°3 de Merlo Norte.
Las necesidades de los Bomberos de Merlo
En las redes sociales, los Bomberos de Merlo detallaron días atrás cómo está compuesto el equipo de indumentaria que necesita el personal bomberil para intervenir en un incendio y su costo, que es de U$S 5.650 en total. «El año pasado, con ayuda del Municipio compramos 60 pantalones y sacos, pero no llegamos a comprar ni cascos, ni botas, ni guantes, ni la capucha ignífuga (monjita) que protege del fuego. Hoy, entre nuestros 200 agentes muchos se prestan esa ropa para poder trabajar en algún incendio y los equipos completos que tenemos ya son viejos: imaginate que a los tres años hay que cambiarlos y algunos tienen hasta diez», contó Ravelli.
Además, también comentó que la demanda en el distrito eleva los costos de mantenimiento. «Hay más roturas de camiones, de las cubiertas. Los muchachos se las ingenian siempre para mantenerlos cuidados y les hacen algunos arreglos, pero por ejemplo ahora tengo un camión parado para el que estamos juntando plata para cambiarle las 6 cubiertas. Son $700.000», reveló.
Y agregó: «No tenemos una unidad nueva desde la década del 80. Todos nuestros vehículos son modelos 1983 a 1985. En 2018. el Municipio nos ayudó a comprar un móvil de Estados Unidos que era modelo 1993. Están bien cuidados y con motores hechos a nuevo, pero son usados. Ahora necesitaríamos una unidad cisterna más».