Quién es el joven de Quilmes que inició hace nueve meses la aventura de unir Solano con Alaska en bicicleta
Leonardo Duré tiene 30 años. El 17 de julio de 2022 salió del cuartel de bomberos de su ciudad para cruzar todo el continente. Luego de pedalear más de 6000 kilómetros, llegó a Brasil: «La soledad puede ser abrumadora».
Leonardo Duré, vecino de Quilmes de 30 años, considera la bicicleta como una extensión de su cuerpo. La utilizaba para hacer deporte, para transportarse y hasta para trabajar en el emprendimiento que tenía con su padre en su casa de la localidad de Solano haciendo macetas artesanales con troncos, para cuyos repartos salía a pedalear. No es casualidad que eligiera subirse a una para hacer el que considera el viaje de su vida, que ya lo tiene hace 270 días lejos de su barrio.
El 17 de julio de 2022, el joven salió del cuartel de Bomberos de Solano con el objetivo de pedalear los 13.400 kilómetros que hay hasta Alaska, en Estados Unidos. Su proyecto es el de unir todas las Américas en su bicicleta y, apoyado por su familia y amigos, emprendió ese viaje. Aquel día en que se despidió de los suyos, cientos que se acercaron al establecimiento de la calle 893, recibió aplausos y gritos de aliento por la aventura que estaba por comenzar.
Leonardo es cicloviajero aventurero, ya había hecho recorridos extensos en bicicleta por Argentina. Sin embargo, uno que hizo junto a un amigo desde Río Gallegos hasta Ushuaia despertó esta idea de atravesar el continente. «En un refugio paramos almorzar y había otros cicloviajeros. Charlando, me contaron que venían desde Alaska. No estaba enterado que se podía llegar por tierra, No lo podía creer. Me reí y una nueva aventura empezaba a germinar», contó.
El plan de viaje del ciclista aventurero de Quilmes
Así, el joven de Quilmes volvió a su casa con la necesidad de planificar esa aventura. La bicicleta, que para muchos debe ser moderna, no le preocupó: está usando una Zenith Andes rodado 26 que adquirió en 2019 y usó para viajar a Mendoza. Le dice «la Colo» por su intenso color rojo, y está restaurada ya que es un modelo del año 1995. Y lleva unas herramientas básicas, aunque reconoció no saber mucho de mecánica.
La equipó con alforjas y lleva ropa, calzado, protector solar y botiquín de primeros auxilios. Su plan es tener siempre cuatro o cinco litros de agua para el camino, salvo que el pueblo más cercano esté a más de 100 kilómetros, caso en el que lleva más provisiones. El viaje, según calcula, le puede llevar entre cuatro o cinco años completarlo.
Y aclaró: «Llevo una carpa, bolsa de dormir y aislante. Se duerme entre árboles, arbustos, las estaciones de servicio suelen tener un espacio verde, parrillas y una ducha para ofrecer. El patio de una casa, bomberos, escuelas, camping municipales. Eso te enteras en el camino. El hecho de no saberlo me parece divertido. Tema baño en los lugares de acampe, durante el día no tengo urgencias».
En cuanto a su alimentación, resaltó el valor del arroz, legumbres, frutas, pan y queso; así como las infusiones calientes. Para la cocción de determinado tipo de alimentos se llevó una «cocinita desarmable a leña y una hornallita fabricada con dos latitas, esa funcionaría con alcohol».
Cómo es la experiencia de pedalear hace 270 días por América
Leonardo confesó que el primer desafío que le tocó enfrentar lo tuvo a los 15 días. «Fue la soledad, puede ser abrumadora si no estás fuerte. Sé guardar calma. Fue un simple estado en la naturaleza de la mente que con el tiempo nos fuimos haciendo amigos, ahora lo disfruto», reveló a Info Quilmes.
Apuntó, en tal sentido: «Otro desafío fue hacer el ascenso al Hornocal. Éste está ubicado en la provincia de Jujuy a 4350 metros de altura. Del pueblo de Humahuaca al Hornocal los separan 25 kilómetros. Pedalear en la puna tiene una dificultad muy alta. El oxígeno es otro, los dolores de cabeza por la falta de aire es constante y el camino es todo ripio y en subidas muy empinadas».
Sobre aquella experiencia, recordó: «Fue durísimo y un esfuerzo enorme que al final tuvo una gran recompensa. Fue la primera vez que acampo en esa altura y pasó algo impensado. El 1 de diciembre el cerro de 14 colores como es conocido, se tiñó de un solo color, blanco por todos lados, un sueño. Fuimos bendecidos por estar presentes en ese momento y por tener un container abandonado que nos sirvió de refugio».
También dijo que fue difícil el calor de Formosa y Paraguay, con temperaturas de más de 40 grados. Se levantaba a las 4 para poder avanzar unos 50 kilómetros antes de las 10 de la mañana. «A veces le daba hasta las 13 y terminaba muy cansado. Una vez llamé a una casa para pedir agua fría y me hicieron pasar para resguardarme del sol, me brindaron una ducha, almuerzo y un colchón para que duerma una siesta. Hay gente buena en el camino, no importa el color o la bandera que tengas puesta. Te van a ayudar».
El joven, que se encuentra en Brasil, valoró que en estos nueves meses y casi 6000 kilómetros recorridos, «Jamás pase un mal momento, ningún robo, ni herida. La bici tiene candado hace poco. Solo cuando entro al mercado está asegurada. Dentro de muy poco salgo a la ruta nuevamente. El litoral de Brasil es muy tentador y sus hermosas playas también. Veremos qué pasa más adelante». Vende fotografías para hacerse de recursos pero también en Florianópolis se animó a vender empanadas y le fue bien.
«Lo importante es el hoy. Disfruto mucho el presente. El aquí y ahora. Me despierto, vivo y soy el pibe más feliz del mundo. Gracias por tomarte el tiempo para conocer mi historia de viaje. Te invito a que me acompañes en esta aventura por las Américas experimentando la libertad y la simple belleza de la vida en una bicicleta», cerró Leonardo, que registra su aventura en sus redes sociales y difundió un monedero virtual para quien desee ayudarlo con alguna transferencia bancaria al alias: rumbo.donde.pinte.