Estuvo preso y la música lo salvó: la historia de Callejero Fino, el rapero de Pilar que llega al Luna Park con su género RKT
Se llama Simón Natanael Alvarenga (27) y cuando era adolescente fue condenado a seis años de prisión. Estuvo tras las rejas y luego con tobillera electrónica en su domicilio. Su lucha por dejar atrás ese pasado turbulento.
Sólo allegados, familiares y quienes buscan su historia saben que su nombres es Simón Natanael Alvarenga. Hoy, a este joven de 27 años oriundo de Derqui, partido de Pilar, todo el mundo lo conoce como Callejero Fino, el cantante que triunfa en el emergente género urbano RKT y que llevará al mítico estadio Luna Park, donde realizará su primer concierto el próximo 28 de octubre.
Desde muy temprana edad, a los 13 años, comenzó a interesarse por la música. Sus compañeros de escuela le hicieron conocer el rap de barrio y, cómo no tenía internet en su casa, se iba a un cyber a escuchar durante horas distintas canciones de Tupac Shakur y Eminem, líderes en el género.
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Eso lo impulsó a empezar a rapear y, un día, se inscribió para competir en un conocido certamen de freestyle (batallas de rap improvisado) en Claypole, en el sur del Conurbano: el «Halabalusa». Después, llegó a organizar festivales en su propia casa en Derqui, donde pedía a los asistentes un alimento no perecedero para donar al comedor del barrio.
Hoy, como Callejero Fino, es furor con sus canciones como «Tu turrito» (más de 100 millones de reproducciones en Youtube), «Mission 10» (39 millones de vistas), «Fua mi amor» (39 millones) y «Pa Tra RKT» (70 millones). Su género, el RKT, combina sonidos de reggaeton, bajo y voces a capela, un estilo que se creó hace algunos años en Argentina y en el que el artista derquino irrumpió con letras más románticas «porque nadie las estaba haciendo, ahora veo que otros cantantes empiezan a hacerlo y me alegra porque da más variantes».
Callejero Fino y su pasado en prisión
Cuando era adolescente, el artista fue detenido por un robo y condenado a seis años de prisión, de los cuales pasó cinco meses en un penal. «Cualquier persona que entra a la cárcel termina saliendo peor. Estás en el medio de toda la maldad. Hay mucha gente que no hizo nada, pero son muchos más los que sí hicieron algo», dijo en una entrevista televisiva.
Luego, le dieron la prisión domiciliaria y estuvo con tobillera electrónica en su casa, donde empezó a explotar su música. Reconoció que durante un tiempo tuvo que pedir permiso a la Justicia para ir a tocar a boliches y que ahora, que ya cumplió su condena, aún permanece sobre él un impedimento para salir del país.
Sobre el hecho por el que terminó preso, justificó que le pasó «por estar en un lugar donde no tenía que estar y con gente con la que no tenía que estar». «No hay mucha vuelta ni mucha salida, los que me acompañaban están presos o muertos», amplió.
Y cerró: «No me acuerdo del hecho. Son flashes. Me gustaría que un día me digan bien qué pasó. Contarle a mi mamá que no soy ningún violador ni que maté a nadie, porque todo eso está mal. Y obvio que me arrepentí sin haberme hecho falta ir a la cárcel». Ahora tiene la posibilidad de transitar un giro radical en el, hasta ahora, concierto de su vida: subirse al escenario en el Luna Park.