Camila Fernández, orgullo de la UNSAM: fue premiada por crear con impresoras 3D una prótesis que regenera los huesos
Con apenas 26 años, la ingeniera biomédica logró un avance muy importante, que podrá cambiar la realidad de las personas y contribuir a la ciencia. Su proyecto fue distinguido entre 100 profesionales.

"Esto abre muchas puertas para la medicina regenerativa”, dijo Camila.
La noticia es tan importante como esperanzadora. Camila Fernández, una ingeniera biomédica de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) de sólo 26 años, logró un avance que podrá cambiar la realidad de las personas y contribuir a la ciencia: la posibilidad de crear con impresoras 3D una prótesis que regenera los huesos.
Su tesis sobre estos biomateriales aplicados a la medicina fue premiada entre otros 100 proyectos de ingeniería. Y la importancia de su proyecto radica en que las células puedan adherirse a estos huesos, crecer y formar nuevo tejido óseo, sin provocar respuestas inmunológicas ni rechazos por parte del cuerpo.
Estos materiales pueden cumplir una función temporal dentro del cuerpo y luego desaparecer sin dejar residuos ni causar daño, acompañando y favoreciendo los procesos naturales de curación y regeneración. Con el tiempo, los materiales se degradan y son absorbidos por el cuerpo, dejando en su lugar el hueso regenerado.
Cómo llegó Camila Fernández a la UNSAM
En las distintas entrevistas que dio, Camila contó que su interés por “el funcionamiento de las cosas” nació desde muy chica, cuando jugaba armando y desarmando objetos, preguntándose constantemente el «porqué» de todo. Y en ese sentido dijo que “la ‘cosa’ que más me fascinó fue la máquina más compleja y perfecta: el cuerpo humano”.

Su espíritu de investigadora fue creciendo de la mano de documentales de medicina y cirugía, que le hicieron conocer el mundo de las prótesis biónicas y la posibilidad de recuperar funciones o partes del cuerpo perdidas. Eso fue lo que le despertó una fuerte atracción por el mundo de la salud.
Así, al finalizar la escuela secundaria entendió que su camino no era la medicina tradicional, sino que quería abordarla desde la ciencia y la tecnología. Y descubrió la Ingeniería Biomédica, una carrera que integraba todo lo que le apasionaba: innovación, tecnología y medicina.
En 2017, un año después de egresar del secundario en el Instituto Santa Rita, comenzó la carrera en la UNSAM. Y su acercamiento al mundo de los biomateriales y la Ingeniería en Tejidos nació de la necesidad de complementar lo aprendido en la carrera con experiencias prácticas que mostraran cómo la ingeniería biomédica puede ofrecer soluciones concretas a la medicina.
En un momento decidió aplicar para la beca de investigación y formación profesional PEFI, brindada por la UNSAM para estudiantes de grado que quieran integrarse a proyectos de investigación, desarrollo e innovación.
No sólo podría usarse para los huesos
Y de esa forma fue que logró acceder como estudiante investigadora al Laboratorio de Biomateriales, Biomecánica y Bioinstrumentación (Lab3Bio), que pertenece a ITECA, CONICET-UNSAM y donde trabajan diversos investigadores del CONICET en Ciencia aplicada a la Salud. Allí, se unió a una línea de investigación que trabaja con andamios óseos: “Pueden imaginarse como los andamios de una obra en construcción, similares a estructuras temporales que dan soporte”.

Para desarrollar su proyecto, mezcló dos líneas de investigación: una liderada por la Doctora Beatríz Aráoz, química especializada en polímeros aplicados a regeneración ósea; y otra por la Doctora Mercedes Pérez Recalde, bióloga con amplios conocimientos en extractos de plantas con beneficios terapéuticos:
“De esta conjunción nace el proyecto en el cual fui parte, que combina la aplicación del polímero PHBV procesado por impresión 3D para fabricar andamios (prótesis) para hueso con un tratamiento antimicrobiano por acción del aceite esencial de lavanda”, detalló.
Y añadió, ilusionada: “Además de su aplicación en defectos óseos, este tipo de ‘andamios’ tiene potencial en otros tejidos, como piel o cartílago, lo que abre muchas puertas para la medicina regenerativa”.
Por último, aseguró que todavía no puede creer todo lo que logró: “Nunca habría podido imaginar que iba a investigar ‘huesitos impresos en 3D’, trabajar en quirófano con neurocirujanos o interactuar directamente con pacientes con patologías motoras”.
Y alentó a otros a que se adentren en este tipo de procesos científicos: “Que se animen. Es desafiante, pero con un abanico enorme de oportunidades. Y cuando encontrás tu lugar todo ese esfuerzo tiene muchísimo sentido”.
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