Un matrimonio de Adolfo Sordeaux llegó tres veces al Guinness por sus tatuajes y modificaciones corporales

Víctor y Gabriela Peralta viven en una quinta con 50 animales y lograron figurar en el libro de los récords mundiales por los cambios que sumaban entre sus cuerpos. Lejos de estar conformes, según le contaron a Zonales, van por más.

Hijo de un padre militar y de una madre ama de casa, la vida de Víctor Peralta quedó marcada, no a fuego, sino a tinta, a partir de sus 13 años, cuando se hizo el primero de tantos tatuajes en cuatro de sus dedos, tratando de emular uno que tenía su ídolo Ozzy Osbourne, cantante de Black Sabbath y más acá en el tiempo figura televisiva en su reality familiar. La primera modificación corporal de este uruguayo que desde hace años vive en Adolfo Sordeaux, Malvinas Argentinas, fue mucho más reciente, con unas estrellas que se colocó en la frente en 2009. Gabriela Peralta empezó a tatuarse a sus 15 años y su debut en el mundo de las perforaciones casi que fue en simultáneo con el de Víctor, su pareja.

Pero «Los querubines del infierno», como les gusta llamarse, no se quedaron en ese inicio y siguieron a puro cambio hasta lograr tres Récord Guinness en su haber como el matrimonio con mayor cantidad de modificaciones corporales en el mundo obtenidos en los años 2014, 2015 y 2016 al sumar 88. Cifra que quedó un tanto desactualizada porque como ellos mismos contaron en un video que la organización de los premios subió a su canal de YouTube hace algunas semanas, actualmente tienen 98 modificaciones y contando.

Gabriela Peralta, tatuada de Malvinas Argentinas..
Para Gabriela no hay nada mejor que los implantes de sus manos y el de su frente.

Los tatuajes, la puerta de entrada al Guinness

«Nos llamaron del Guinness en 2012 para ver si queríamos participar junto a otros 20 matrimonios que estaban postuladas en el rubro ‘Parejas con mayor cantidad de modificaciones corporales en el mundo’. Finalmente quedamos nosotros a partir de la elección de un jurado inglés y aparecimos por primera vez en el libro de 2014 y luego dos años seguidos más. Y como después se cerró la categoría, ese récord quedó en nuestro poder. No fuimos nosotros los que buscamos al Guinness sino que el Guinness nos buscó a nosotros. Cuando me llegó el mail, pensé que era una broma», le contó Víctor a Zonales.

A la hora de enumerar los cambios favoritos en sus cuerpos, ninguno de los dos duda. Para Gabriela no hay nada mejor que los implantes de sus manos y el de su frente y que la escarificación que tiene en uno de sus brazos (es una práctica que se realiza a través de cortes hechos con bisturí sobre la piel, que es removida y luego se forma la cicatriz con la forma elegida). Víctor, en tanto, armó su top personal con su lengua cortada, bifurcada y tatuada y con las expansiones de los lóbulos y los cortes de los cartílagos de sus orejas.

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«El secreto para un matrimonio exitoso es que nosotros compartimos la pasión por los tatuajes, por las modificaciones corporales y por todo lo que tiene que ver con el arte. Además, nos une el amor por nuestros animales y por nuestra casa», relató ella, en referencia a la quinta de Sordeaux en la que conviven con cerca de 50 «bichitos», entre perros, gatos, caballos, conejos, gallos, gallinas y hasta un lagarto overo rescatado, y donde también tienen sus propias plantaciones que luego llegan en forma de comida a la mesa familiar de los Peralta.

Víctor Peralta, tatuado de Malvinas Argentinas.
La primera modificación corporal de Víctor es de 2009: estrellas en la frente.

Además de las modificaciones corporales, Víctor tiene hoy más del 95% de su cuerpo cubierto por tinta en un listado que incluye dibujos en sus ojos, su lengua y sus genitales. Gabriela le sigue de cerca los pasos. Previo a la pandemia, la vida de la pareja variaba entre el local de tatuaje y la casa compartida y los shows que les permitieron girar por más de 20 países. ¿En qué consistían? En un espectáculo de suspensión corporal en el que quedaban pendiendo en el aire a través de ganchos que les atravesaban la piel.

«Tenemos una tolerencia al dolor muy amplia, pero sí, hay partes que duelen. Por ejemplo, yo tengo tatuado los genitales y son lugares donde la aguja duele bastante. No somos de usar anestesia, preferimos sentir el dolor porque también tiene un poco de placer», confió Víctor a Zonales. A la hora de mirar para adelante, tanto ella como él tienen muy en claro que lo suyo seguirá por los tatuajes, las perforaciones y las modificaciones corporales.

«La verdad, lo que opinen nuestros familiares sobre lo que nos hacemos nos tiene sin cuidado. Jamás les consultamos nada. Respetamos su opinión, pero nosotros hacemos lo que queremos con nuestros cuerpos. La opinión de la gente la podemos escuchar y respetar, pero a nosotros no nos modifica en nada», opinó Gabriela en el mismo video subido por el Guinness. «Yo seguramente haré todo para ser mucho más bonito. De chiquito era muy feo y hoy soy hermoso», bromeó Víctor a modo de cierre.

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