La leyenda de Luis Federico Thompson: el panameño que eligió vivir en el país y era hincha de Deportivo Morón
Campeón argentino y sudamericano, rival de los grandes boxeadores en las décadas del 50 y 60, este centroamericano vivió en el Oeste del Conurbano y terminó volviéndose fanático del Gallito.
La historia de Luis Federico Thompson es bastante particular. Nacido el 19 de diciembre de 1927 en la provincia panameña de Colón, el boxeador centroamericano debutó como profesional a los 20 años y llegó a la Argentina un lustro después de su estreno rentado, ya como campeón panameño de peso liviano.
La caída y el resurgimiento
El primer combate de Thompson en nuestro país fue ante una estrella nacional: el 12 de julio de 1952, el todavía panameño enfrentó al ídolo popular José María Gatica. El Mono se impuso por nocaut en el octavo round y para su vencido fue como volver a empezar: le costaba conseguir peleas en Buenos Aires, por lo que comenzó a viajar por todo el país.
A partir de allí se originó su amor por la Argentina. “De acá no me voy más”, fue la frase del boxeador que iba de provincia en provincia disfrutando de las bondades del país. Cuando se hizo un nombre en el boxeo argentino, el Luna Park volvió a abrirle sus puertas cinco años más tarde. Enfrente tuvo al noqueador Juan Carlos Rivero, que llegaba invicto a esa pelea. Thompson le dio una paliza y se ganó una merecida ovación del público.
¿Panameño? ¡Argentino!
Fue tal su agradecimiento hacia la Argentina que decidió nacionalizarse para ir en busca del título argentino de boxeo. El Negro, como le decían, lo consiguió en agosto de 1959 -año en el que ganó el Olimpia de Oro- ante una leyenda del box nacional: el mendocino Cirilo Gil, uno de los tantos púgiles que pasaron por las sabias manos de Francisco Paco Bermúdez, entrenador entre otros de Nicolino Locche y Gustavo Ballas.
Con el título argentino en su poder, Thompson no detuvo su ascenso: aprovechó la oportunidad que dejó pasar Jorge Fernández y se enfrentó en el Luna Park al campeón mundial welter Don Jordan, aunque éste no expuso el cinturón. El Negro había combatido el viernes 4 de diciembre en Tucumán, sede que aprovechó para concurrir al otro día a un casamiento. La velada concluyó en las primeras horas del domingo. ¿La mala? La pelea era el sábado siguiente…
El campeón mundial sin título
Thompson tomó el tren “Expreso tucumano”, llegó en 16 horas a Buenos Aires, bajó los kilos necesarios y comenzó a entrenar para lo que sería su consagración. Luego de sortear los riesgos previos, pues se alojaba muy cerca del restaurante Nápoli y varios piringundines de la zona que había frecuentado, el Luna Park lo recibió con casi 20.000 personas que vieron cómo su gancho de izquierda en el abdomen fue demasiado para Don Jordan.
A pesar de haber vencido al campeón reinante, Thompson tuvo que pelear en el Madison Square Garden frente al cubano Benny Kid Paret, como parte de una eliminatoria para ir por el título. El choque fue reñido y se definió en las tarjetas, por fallo dividido: dos jueces vieron empate pero Al Berl inclinó la balanza para el lado de Paret. Finalmente el cubano terminaría derrotando a Don Jordan y quedándose con el título.
Luis Federico Thompson, del Conurbano y de Deportivo Morón
Luis Federico Thompson se retiró a los 36 años por un desprendimiento de retina cuando ostentaba un récord de 180 peleas (151 triunfos -72 KO-, 15 derrotas y 14 empates). No solo quedó en la historia por sus números (apenas existe un boxeador argentino que lo supera en cantidad de combates: Andrés Selpa, con 218) sino también por su historia de vida.
Tras recorrer la Argentina de punta a punta, Thompson “sentó cabeza” y se casó con la italiana Esther Dalpozo y tuvo dos hijos: Luis y Mauricio. Se estableció en Morón, en el oeste del Conurbano bonaerense, y allí enseñó boxeo mientras su problema de la vista lo dejó. Aficionado al fútbol, pasó a ser habitual verlo los sábados en la tribuna local del Deportivo como un hincha más del Gallito.
El hombre que llegó desde Panamá con hambre, el mismo que encontró en la Argentina un paraíso, terminó construyendo una carrera de leyenda, festejando un ascenso a Primera del Deportivo Morón y formando una familia que lo acompañó hasta el final. Thompson falleció en el hospital de Libertad a los 82 años, producto de un cáncer.