Juicio contra Pablo Ghisoni en Lomas de Zamora: el calvario de los chicos que denunciaron a su padre por abuso sexual
Comenzará el jueves 3 de agosto el Tribunal Oral Criminal N°3 lomense. El acusado se encuentra excarcelado, con prisión domiciliaria. Los detalles de una historia escalofriante.
El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de Lomas de Zamora comenzará a juzgar este jueves 3 de agosto al reconocido médico lomense Pablo Ghisoni acusado de abusar sexualmente de dos de sus hijos. El profesional fue excarcelado a fines de febrero de este año y llega con prisión domiciliaria a enfrentar el juicio.
Pablo Ghisoni es un reconocido obstetra y ginecólogo de Lomas quien tiene, junto a integrantes de su familia, un centro de fertilidad. El juicio ha generado una importante expectativa en especial en organizaciones de género que han venido apoyando a la ex pareja de Ghisoni y madre de sus hijos, Andrea Vázquez.
Ghisoni -espacialista en fertilidad- llegará a juicio oral imputado de “abuso sexual agravado por acceso carnal, por situación de convivencia preexistente y por tratarse de un descendiente, reiterado en varias oportunidades, en concurso material con abuso sexual agravado por situación de convivencia preexistente y por tratarse de un descendiente reiterado en varias oportunidades”.
Los hechos por los que acusan a Ghisoni ocurrieron en viviendas de Temperley y Adrogué, entre 2010 y 2016, cuando el médico vivía con sus hijos. Las denuncias las hizo la madre, Andrea Vázquez.
El juicio se comenzará el este 3 de agosto en el Tribunal Oral Criminal Nro 3 de Lomas de Zamora, a cargo de los jueces Marcelo Hugo Dellaure, Luis Miguel Gabián y Claudio José Fernández. El fiscal será Jorge Betini Sansoni y se esperan que, al menos, el debate se extienda por cinco jornadas.
El calvario de los hijos de Pablo Ghisoni
«Los chicos y las chicas no mentimos. No somos una cosa a la cual le pueden llenar la cabeza. Por eso el Inexistente Síndrome de Alienación Parental (ISAP) está tan desacreditado y ya no se puede usar más», afirma Tomás Vázquez Ghisoni (21), una de las víctimas, en una conversación con la agencia Télam en referencia al supuesto trastorno infantil por el cual los niños mentirían tras presión de sus progenitores (en general madres), el cual se utiliza para desacreditar denuncias sobre abusos sexuales.
«Estoy bastante ansioso. No sé si tengo miedo. Antes sí teníamos, o yo por lo menos, de lo que podía llegar a hacer mi progenitor porque tenía una conducta recurrente de violar las medidas cautelares, las perimetrales, todo. Ha llegado a poner pasacalles en la puerta de nuestro colegio, en la casa de la jueza», afirma Tomás, quien no duda en asegurar que la «Justicia los abandonó por completo».
Estudia Derecho en la Universidad de Lomas de Zamora, donde ingresó inspirado en su abogada Edith Aida Puente, la primera que lo escuchó dentro del entorno judicial y le «cambió la vida». Desde su profesión espera poder cambiar algunas prácticas del manejo del Poder Judicial con las y los sobrevivientes de abusos.
«Yo solía tener problemas de conducta en el colegio, pero dadas las circunstancias era más que entendible. Por eso sufría las represalias de parte de mi progenitor. Me cagaba a palos, me decía que estaba loco, que tenía que ser medicado», cuenta.
Tras estos hechos y otros, Andrea, la madre, se separó en 2009 de Ghisoni y lo denunció por violencia contra ella y sus hijos, pero el Tribunal N° 3 de Familia de Lomas de Zamora la acusó del delito de «impedimento de contacto» de sus hijos con Ghisoni
Así, el 2 de octubre de 2012, efectivos uniformados instalaron definitivamente a sus hijos en el domicilio del progenitor, mientras le impusieron a ella una prohibición de acercamiento de 500 metros.
Si bien Vázquez fue absuelta en 2013 de esta acusación, hasta el 2015 no pudo tener contacto con sus hijos y recién en 2016 volvió a convivir con dos de ellos.
«Dentro de esos cuatro años que vivimos sin contacto con mi mamá, a mí lo que me hacía era encerrarme en este círculo de él, no tenía amigos, en quién confiar, psicólogos que me mandaba el Poder Judicial pero que todo lo que les contaba se terminaba enterando mi progenitor, no tenía un espacio de verdad donde poder confiar en alguien», dice Tomás.
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Tomás afirma que pasó una década con la vida «en pausa»: «Estuvimos esperando más de diez años para que haya algo parecido a justicia. Todo este tiempo, él estuvo con prisión preventiva dándose una vida de lujo porque estuvo en una clínica privada donde es amigo de los dueños y luego internado en su propia clínica donde es uno de los socios fundadores. Después, en la casa, trabajando los 7 días de la semana», detalla Tomás.
Y lo único que quiere de cara al inicio del juicio es que le den una «sentencia ejemplificadora» a su padre biológico. «Me conformaría con una sentencia culpable para reivindicar tanto mi nombre como el de mi mamá, que fue desacreditado por tantos años. Ella fue ‘la loca del megáfono’, la que se encadenaba en Tribunales, y lo único que hizo fue ser una madre protectora. Y yo, al que le llenan la cabeza, ‘el loco medicado'», concluye Tomás.
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