La dramática adolescencia en Olivos de Fátima Florez, la artista que con Javier Milei puede ir a vivir a una cuadra de su vieja casa
Sufrió anorexia cuando era chica y sus padres nunca la apoyaron en el camino artístico. Comenzó imitando a sus maestras y hoy puede llegar a ser la próxima Primera Dama del país. Su historia de vida.
Nacida y criada en Olivos, Fátima Florez es la artista argentina de 42 años que cautivó el corazón de Javier Milei, candidato a presidente por el espacio La Libertad Avanza. La mujer, reconocida por sus imitaciones, podría convertirse en la próxima Primera Dama si el dirigente libertario gana las elecciones generales del próximo domingo.
Para que ello ocurra este mismo fin de semana, Milei debería ganar en primera vuelta. Para ello, el economista libertario necesitaría superar el 45% de los votos, o bien superar el 40% y sacarle una luz de ventaja de diez puntos a su inmediato perseguidor.
El candidato y la artista estuvieron en el centro de la escena en el cierre de campaña que Milei realizó este miércoles en el Movistar Arena de la ciudad de Buenos Aires. Ella estaba en un palco, desde donde aplaudió y saludó a su pareja, e incluso se le leyó la frase «te amo» cuando el político le devolvía el saludo con entusiasmo.
La adolescencia de Fátima Florez en Olivos
Hija de un padre arquitecto y una madre docente, Fátima Florez nació y se crió en el norte del Conurbano, en un piso 20 sobre la avenida Maipú, ubicado a una cuadra de la Quinta de Olivos. Desde chiquita demostró una gran vocación por el arte y tuvo claro que ese era su camino a seguir, aunque no contó con el apoyo de sus padres.
“A mis viejos nunca les gustó el tema de lo artístico, por eso yo tenía doble personalidad. Por un lado, era una tímida y por otro lado quería pertenecer al show bussiness. Al principio me tuve que ir de mi casa. Vivía con una amiga y me ayudaban mucho para que salga adelante. En mi familia me auguraron un fracaso rotundo”, contó.
Durante la escuela primaria solía hacer imitaciones de sus maestros y así se fue perfeccionando. Su carrera artística comenzó tomando clases de actuación, baile y canto, lo que a sus 17 años la llevó a trabajar como bailarina y asistente en distintas obras dirigidas por Pepe Cibrián, tales como “El Jorobado de París”, “Drácula” y “El Rey David”.
Sin embargo, la adolescencia fue su momento más difícil dado que sufrió un grave cuadro de anorexia que la llevó a pesar aproximadamente 40 kilos y a recluirse en su habitación. Fátima Florez asegura que durante aquel momento “tenía la autoestima como un felpudo, me sentía en segundo plano”. Su acercamiento a la Biblia y a la Iglesia fue lo que la ayudó a salir.
“La anorexia fue mi etapa más dolorosa. Más difícil. Tenía el sueño de ser artista y a mi familia no le cuadraba. Viví un año de reclusión. Mis padres no entendían. Dejé hockey. Empecé con problemas hormonales. Los médicos se dieron cuenta de que no me estaba alimentando”, detalló la imitadora.
Fátima Florez: su presente junto a Javier Milei
Nacida bajo el nombre de María Eugenia Flórez que luego fue cambiado a Fátima por su ex esposo, la artista ya cosecha los frutos de una larga carrera en el mundo del espectáculo: ganó dos Premios Martín Fierro (2013 y 2015), gracias a sus imitaciones en Periodismo para Todos y ShowMatch, mientras que se consagró como la única artista de Argentina que ganó tres estatuillas de oro en las temporadas de teatro.
En tanto, Javier Milei y Fátima Florez se conocieron en diciembre de 2022, durante la grabación de un programa de Mirtha Legrand, donde protagonizaron un cruce cómico. Una vez divorciada, Fátima invitó al economista a verla al teatro y la relación comenzó a avanzar, hasta que finalmente blanquearon su relación hace poco más de tres meses.
Diez días atrás, Milei y Florez volvieron al programa de la diva de los almuerzos, pero ya con el título de pareja. Allí, la imitadora contó sobre su niñez en Olivos y sobre la casa en la que vivía con sus padres, ubicada a una cuadra de la quinta presidencial. “Y pensar que vas a volver a vivir a Olivos”, vaticinó el libertario.
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