El Superclásico y el furor por Franco Colapinto: por qué Carlos Reutemann fue responsable de un Boca-River que quedó en la historia
El joven piloto de Pilar disputará este fin de semana, en Singapur, su tercera carrera en la Fórmula 1, en paralelo con el partido más importante del fútbol argentino. En los 80, la pasión por Lole era tanta o más que el clásico.
El desembarco de Franco Colapinto en la Fórmula 1 confirma el talento argentino en casi todas las áreas deportivas y -entre otras cosas- sirve para revalorizar la formidable campaña cumplida por Carlos Reutemann en la máxima categoría del automovilismo. Le llevará cientos de vueltas al joven piloto bonaerense para alcanzar los logros y la dimensión de quien, una vez retirado de la actividad, fue elegido dos veces como gobernador de Santa Fe.
Ese indudable reconocimiento popular, al margen de cuestiones políticas que no se van a analizar aquí, se cimentó durante la década del 70 y principios de la siguiente, cuando cada presentación de Lole concentraba los domingos a la mañana el interés de una nutrida población tuerca y también de quienes ni siquiera sabían manejar un vehículo.
Carlos Reutemann, por encima de un Boca-River
El de 1981 fue un año muy especial en términos futboleros para nuestro país. Con jugadores de renombre en casi todos los planteles, Boca Juniors concretó la incorporación de Diego Armando Maradona y River Plate, para no quedarse atrás, trajo a Mario Alberto Kempes, figura y goleador del seleccionado argentino que tres años antes se había consagrado campeón del mundo tras vencer en la final a Holanda, con un doblete del Matador.
Con formato de Metropolitano (clubes del AMBA más rosarinos, cordobeses y aquel año Sarmiento de Junín) y Nacional, la Asociación del Fútbol Argentino -con un joven Julio Humberto Grondona al frente- organizaba dos torneos anuales. El primer superclásico se programó para el domingo 12 de abril.
A medida que avanzaba el certamen, iniciado el 22 de febrero, crecía la expectativa por el cruce entre los dos poderosos. Ya cerca de la fecha, alguien reparó que el esperadísimo encuentro se superponía con el Gran Premio de Fórmula 1 en el entonces autódromo municipal de la Ciudad de Buenos Aires.
Los clubes, tal vez después de recibir alguna sugerencia gubernamental, se pusieron de acuerdo para correr el choque al viernes, un día poco común para los Boca-River. Quiso el destino que ese 10 de abril lloviera con furia desde la mañana, por eso el campo de la Bombonera quedó lleno de barro en muchos sectores.
Arturo Andrés Ithurralde, el árbitro, resolvió jugarlo en esas condiciones y, luego de un primer tiempo con pocas emociones, los locales definieron el pleito con una ráfaga de fútbol y goles: dos de Miguel Ángel Brindisi y uno de Diego, en 12 minutos electrizantes, para un 3-0 festejado hasta la madrugada en las calles del barrio.
El domingo 12, ya con el cielo despejado, Reutemann -a bordo de un Williams, como ahora Colapinto- se clasificó segundo detrás del brasileño Nelson Piquet, al volante de un Brabham. Alain Prost (Renault) completó el podio en el histórico circuito porteño.
Otro Superclásico adelantado por la Fórmula 1
Luego de un 1-1 en el Monumental, con gritos de Maradona y Kempes, Boca y River volvieron a enfrentarse en la Bombonera el domingo 27 de septiembre. Y hubo otra rareza: el partido se disputó en horario matutino. Nuevamente, Carlos Alberto Reutemann fue el responsable de la sorpresiva modificación.
El argentino, al frente de la clasificación del campeonato de pilotos y con altas chances de coronarse, corría en Canadá, al mismo tiempo que se desarrollaba aquí la jornada del fútbol. Otra vez los dirigentes coincidieron que convenía reprogramar el Boca-River, para que nadie se perdiese el GP en la otra punta del continente americano.
En esa ocasión festejaron los millonarios por 3-2 (Maradona, Kempes, Daniel Passarella de tiro libre penal, Jorge García y Ricardo Gareca, la secuencia anotadora). Para Reutemann no fue un día feliz: tuvo problemas con su Williams y quedó atrasado, en la décima posición, resignando una buena porción del título que se le terminó escapando al mes siguiente en la pista callejera de Las Vegas.
Hacé tu comentario