La historia del avión de la Guerra de Malvinas que es un ícono del Camino de Cintura en el cambalache más increíble del Conurbano
Expomáquina, en Esteban Echeverría, es uno de los lugares más vistos y exóticos del Sur del GBA. Su dueño, Jorge Ramírez, revela qué planea hacer con la mítica aeronave, clave en la historia militar Argentina.
Transitar por el Camino de Cintura en la entrada de Esteban Echeverría y atravesar el Río Matanza Riachuelo invita a ver una de las rarezas más notables del Conurbano bonaerense. Allí, a la vera de la ruta, un gigantesco avión irrumpe de punta en un predio al que todos conocen como Expomáquina, aunque poco y nada se sepa del origen de la monstruosa aeronave que tiene una historia que merece ser revelada.
Expomáquina es una empresa de compra venta de maquinarias usadas de la industria química, láctea, frigorífica, farmacopea, alimenticia, textil y otras. Hay desde tanques en acero inoxidable, hierro y fibra en todas las medidas, hasta amasadoras, tolvas o reactores. «Ofrecemos ingeniería para desmontajes industriales con equipo propio», dice en su página web.
Pero la realidad marca que ya es mucho más que eso, y poco a poco se va transformando en una suerte de anticuario donde se puede encontrar de todo. Para ser exactos, tal como afirma el diccionario, es un cambalache, un lugar de intercambio de cualquier tipo, una prendería o trueque; un lugar de compraventa de enseres usados que no deja de asombrar.
Jorge Ramírez, vecino de Ciudad Evita, tiene 66 años y desde hace 30 que es el dueño del predio de 9 de Abril que ya es un clásico de la zona Sur. Este soñador empedernido es, además de comerciante, un defensor invencible de la Causa Malvinas, algo que lo ha movilizado toda su vida desde 1982 a esta parte.
Camino de Cintura: el avión de Malvinas en Expomáquina
Es a partir del corazón malvinero de Ramírez que su vida se ató a ese aparato volador. «Con él se realizó la búsqueda de los últimos sobrevivientes del Crucero General Belgrano, durante la Guerra de Malvinas. También se usó para movilizar tropas», le cuenta Jorge a Zonales, dejando en claro de entrada que su abrazo a la causa es innegociable.
Y reafirma: «En este avión se trasladó al capitán de fragata Pedro Giachino, primer soldado argentino que murió en 1982 en el momento que recuperamos las islas. Tiene un valor muy importante en nuestra historia».
«Malvinas me dolió mucho. Todo lo que pasó allá y todo lo que pasó cuando volvieron los combatientes. Por eso quise hacerles un humilde homenaje a ellos en forma particular y pude lograrlo al hacerme del avión», cuenta el papá de Fátima Belén, Camila Trinidad y Rocío.
En los ’90 Ramírez ya compraba y vendía chatarra de metal en el predio del sur del Conurbano. Arrancó en remates y rápidamente se hizo tan conocido que empezaron a llamarlo para ofrecerle objetos. Así se abrazó al coleccionismo y a lo que compraba para su negocio le sumaba «otras cositas» para alimentar su hobby naciente.
«Hoy la mayoría de lo que compro es para vender, pero siempre me ofrecen antigüedades y curiosidades, y como me encanta todo eso también adquiero muchos objetos para quedarme en mi colección», cuenta Jorge, que lo próximo que tiene entre ceja y ceja es una estatua gigante de Carlos Gardel.
En su locura bohemia, Ramírez ya tiene «más de 10.000 objetos». En su oficina se codean un piano de 1809, una figura de San Cayetano al que le pide trabajo seguido -«hoy está todo muy difícil», afirma-, un mini barco del siglo XIX, monedas y una réplica de un Torino al que denomina como su “juguete nuevo”.. Afuera está su hermano mayor, un Torino ZX celeste original que junto al avión es de los objetos que más atesora Jorge.
Además, hay un juego de sapo, una máquina tragamonedas, surtidores de nafta nuevos y usados, un camión de caudales, una tanqueta del Ejército Argentino, cajas fuertes, acordeones, un camión de caudales… Lo que sea, hay.
En 1997 se enteró de una venta de rezago militar que iba a realizar la Marina en el aeropuerto de Ezeiza. Y hacia allá fue. «La verdad es que no tenía nada en vista, fui a chusmear un poco, pero vi ese avión y algo me movilizó. Estaba casi vendido a un comerciante gitano de La Matanza que lo iba a desguazar para venderlo por peso de metal. En ese momento les expliqué a los vendedores para qué iba a usar la aeronave y les comenté mi pasión por Malvinas y los convencí”, explica Ramírez.
Trasladarlo desde el aeropuerto hasta el predio de Expomáquina fue una odisea, al punto que para hacerlo debieron cortar el avión en tres pedazos y luego volver a ensamblarlo milimétricamente para dejarlo tal como se ve hoy,
Ahora, Jorge tiene un plan. Su idea a futuro con el avión es superadora: quiere transformar su interior con cómodas butacas para convertirlo en un cine para que lo usen gratis ex combatientes y alumnos de las escuelas que quieran conocer más sobre la historia del conflicto bélico del Atlántico Sur. «Me haría muy feliz, ojalá pueda lograrlo», finalizó.
Hacé tu comentario