De San Isidro al mundo: el chef que ama las brasas y cocinó para reyes, presidentes y celebridades
Lucas Trigos pasó por las cocinas de hoteles y restaurantes de lujo de distintas ciudades y enseñó en televisión. Desde Barcelona, le contó a Zonales anécdotas de su trayectoria culinaria y los proyectos que tiene en mente.
Lucas Trigos empezó a cocinar de muy chico, cuando apenas tenía 11 años, en su casa de San Isidro. Luego de la separación de sus padres, la organización familiar implementada por su mamá implicó que cada uno de los tres hermanos tuviera que ocuparse de alguna tarea hogareña y él eligió la cocina.
“Me encantaba acompañarla a hacer las compras y después poder ocuparme de todo. Con el tiempo pasé a ser el cocinero de los encuentros con mis amigos y no paré nunca más. De ahí empecé a hacerme cargo de distintos eventos y también me contrataba gente para que les cociné hasta que abrí mi primer restaurant”, contó a Zonales el hoy prestigioso chef internacional desde Barcelona.
El recorrido de Lucas Trigos a sus 48 años incluye estadías laborales en varias ciudades de Argentina, Francia, Inglaterra, España, Brasil o Chile, entre otros países; platos preparados para presidentes, miembros de la realeza y personalidades de la cultura reconocidas internacionalmente, participaciones en distintos programas de televisión y varios locales gastronómicos propios o ajenos y hoteles de lujo en los que dejó su sello.
Sin embargo, quien vive en Ingeniero Maschwitz cuando está en el país, prefiere guardarse el secreto de quiénes fueron sus comensales famosos y qué le dijeron sobre sus creaciones, y a la hora de contar un momento que lo marcó, relató una historia que tiene a un hombre que no comía bondiola como protagonista.
“Estaba cocinando en un importante restaurant de Nordelta y vino una familia que se notaba que sabía del tema. Me acerqué y les ofrecí el plato de ese día, que era una bondiola braseada ocho horas en dos cocciones distintas. Pero el señor me respondió que había tenido una mala experiencia 30 años antes y que desde entonces no comía ese corte de cerdo”.
Lejos de darse por vencido, Lucas Trigos redobló la apuesta: “Le dije: ‘Es porque todavía no probaste la que hago yo’. Pero como sabía también que era algo que ya había escuchado miles de veces, le pedí que me dejara hacer el intento. Él respondió que sí, pero que de no gustarle lo que le llevaba, el plato correría a mi cargo y solicitaría otra cosa”.
La historia, como era de suponerse, tuvo un final feliz: “Cuando fui a verlo nuevamente a su mesa, el hombre, que tenía cerca de 80 años y había trabajado en gastronomía toda su vida, me dio un abrazo como el que te da un padre y me agradeció entre lágrimas por haberle devuelto un plato que había sido el que más le gustaba y que había dejado de comer por ese mal momento del pasado”.
De esos primeros platos en San Isidro a la reina de Inglaterra
Ante la consulta de Zonales, el chef que recorrió el mundo volvió a viajar, pero esta vez en el tiempo y para recordar sus orígenes: «Nací en el Sanatorio San Lucas de San Isidro, hijo de una madre docente y de un padre que trabajaba en la construcción. Mi familia por parte de mi mamá es de las primeras que llegaron a la zona con carretas. Mi bisabuelo hacía carruajes. Teníamos una quinta. Por parte de mi papá vinieron de Francia».
Su prolífica carrera gastronómica en hoteles de lujo y restaurantes de primer nivel a lo largo del mundo lo llevó a vivir experiencias impensadas para el resto de los mortales, como el hecho de haberle cocinado a 14 mandatarios en la cumbre de Unasur o el de haber preparado platos para los príncipes de Holanda o para la reina de Inglaterra, por ejemplo.
¿Qué se hace de comer un chef?, Lucas Trigos respondió: «Una hamburguesa rápida con papás fritas de paquete. ¡Ja! Y el fin de semana te podés preparar un asado con los amigos. Normalmente, cuando vuelvo a Argentina voy a ver a mis hijas, tengo tres hijas, y como estoy de vacaciones, hago asados con amigos y otras cosas más elaboradas. Cocino un poco. Pero en el día a día, cuando estás trabajando a tu casa vas sólo a dormir y te hacés cosas muy sencillas».
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A la hora de elegir un tipo de comida preferida para hacer, el chef prefiere optar por un tipo de cocción, las brasas: «Estoy en un proyecto para abrir en sociedad con unos amigos un lugar de cocina de brasa a la vista en España. Pero no una parrilla, sino brasa, cocina primitiva. Nos gusta el concepto de producto, aire y fuego en líneas de 20 a 30 metros de ancho y tirar pescados del Mediterráneo, carne, verduras, todo. Mi idea es seguir acá. Argentina en el rubro gastronómico sigue siendo, lamentablemente, un lugar hostil».
«Mi sueño es abrir una escuela de cocina no tradicional. Salir del esquema. Quiero montar una escuela para cocineros de verdad, reales. Que tenga una granja y mostrarles cómo se hacen las cosas de cero. También poder enseñarles que tomen el valor de las cosas antes de tocarlas», cerró el chef.