La leyenda de Boca que tiene su estatua e hizo el gol en el Superclásico con la definición más insólita de la historia
Roberto Mouzo es el futbolista que más partidos jugó en el Xeneize. Hace 47 años fue el héroe contra River: el día que Ubaldo Fillol atajó un penal y de ese modo posibilitó que el equipo del Toto Lorenzo ganara el partido.
Cada Superclásico es una historia aparte. Pero hay duelos entre Boca Juniors y River Plate que pasaron a la historia por lo que había en juego o por el resultado final. En este caso, hubo un partido que tuvo ambos condimentos en la definición más increíble que se recuerde en el duelo por excelencia del fútbol argentino.
Roberto Mouzo -nacido en Avellaneda el 8 de enero de 1953- describe con detalles la escena, sin que los 47 años transcurridos desde aquella fecha le quiten exactitud a su narración.
“El ejecutor habitual era Darío (Felman), pero me pidió que pateara yo. Agarré la pelota y fui hacia el área. En ese camino me abrazó el Loco (Gatti) y me dio toda la confianza. Siempre supe dónde lo iba a tirar: apunté al mismo lugar donde iba de hincha, ahí en la primera bandeja, un poquito al costado del arco del Riachuelo. No salió muy fuerte porque había mucho barro esa noche en la Bombonera. Había llovido sin parar casi todo el día, fijate que en los pedacitos de video que hay se nota… El Pato (Fillol) alcanzó a desviarla, dio en el palo, en la espalda de él y quedó quieta sobre la línea. Llegué lo más rápido posible y le pegué con todo”.
Ese gol, convertido a los 44 minutos del segundo tiempo, definió bastante más que un superclásico. Fue clave para que Boca consolidara una paternidad (lo había vencido dos veces en el Nacional 76, incluido la final) y sacara ventaja en el grupo de la Copa Libertadores que compartían con los uruguayos Peñarol y Defensor Sporting.
Se sabía, de antemano, que los argentinos eran favoritos por la calidad de sus planteles. River, además, venía de ser subcampeón de la edición anterior, en la que cayó 3-2 ante Cruzeiro en partido de desempate.
Ubaldo Fillol se atajó todo ante Boca, hasta un penal
Aquel Boca de Juan Carlos Lorenzo tal vez no tenía la cantidad de virtuosos que el River de Ángel Amadeo Labruna, con cuatro titulares que al año siguiente se consagraron campeones del mundo con el seleccionado argentino. Las diferencias se compensaban con esfuerzo y sacrificio, como el de Vicente Alberto Pernía, el de Rubén José Suñé, el de Jorge Daniel Ribolzi y, por supuesto, el de Mouzo.
También era un cultor de la entrega permanente el chaqueño Daniel Severiano Pavón, delantero central sin demasiado lucimiento técnico pero con una fortaleza superior. Solo un hombre con su capacidad física podía resistir el tremendo patadón en el pecho que le aplicó Daniel Alberto Passarella, a los 21 minutos del primer período. El Kaiser fue expulsado sin dudar por el árbitro Luis Pestarino.
Ausente su principal referente defensivo, con uno menos en una cancha pesada y convencido de que el cero a cero le resultaba beneficioso, River se refugió en el fondo, apostó a algún desborde de Oscar Alberto Ortiz (reemplazado a mitad del segundo período por Alejandro Sabella) o a alguna corajeada de Leopoldo Jacinto Luque y confió en que Ubaldo Matildo Fillol bajara la persiana de su arco.
Así fue casi hasta los 90, cuando el zaguero Daniel Lonardi derribó al mendocino Felman dentro del área y Pestarino sancionó la falta que derivó en el penal contado por Mouzo al comienzo. River casi no tuvo tiempo para buscar la igualdad. “El único que quiso ganar fue Boca”, resumió Lorenzo.
Roberto Mouzo, el máximo goleador de la Copa
Aquel gol de Roberto –el que más veces vistió la camiseta azul y oro en encuentros oficiales, con 426– fue un anticipo. En un Boca que se destacaba por su firmeza defensiva, como prueba el hecho de que solo le marcaron tres tantos en 13 partidos, el histórico número 6 terminó aquella Copa Libertadores como líder anotador del Xeneize, con la módica suma de tres goles.
Boca ganó invicto la zona (se clasificaba solo el primero) y en la segunda etapa del torneo eliminó a Libertad de Paraguay y Deportivo Cali de Colombia, dirigido por el argentino Carlos Salvador Bilardo. En la final tocó Cruzeiro, campeón vigente. Fue 1-0 en Buenos Aires, con gol tempranero de Carlos José Veglio, y 0-1 en Belo Horizonte, con un lejano y poderoso tiro libre del especialista Nelinho.
En el tercer cruce, en el Estadio Centenario de Montevideo, no se sacaron ventajas durante los 90 minutos regulares ni en la media hora de tiempo suplementario. Hubo que recurrir a los penales y Mouzo, otra vez, mandó adentro el suyo. Ninguno falló hasta que el Loco Gatti, en su atajada cumbre, tapó el remate de Vanderley e hizo posible que Boca levantara la primera de sus seis Copa Libertadores.
Mouzo es una leyenda viviente de Boca. Y pudo ser reconocido de tal forma en vida: hace poco más de un año se inauguró su estatua en La Bombonera.
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