El regreso de Ku, el emblemático boliche de Pinamar que fue un símbolo del poder y la noche en los 90
Fue una discoteca que marcó a varias generaciones por su vigencia durante décadas. Después de siete años cerrada, su reapertura se dio bajo el nombre de «Mirador Santos». Quién está detrás de uno de los íconos de la Costa.
En la playa mientras caía el atardecer, en el kiosco de confianza que vendía alcohol para las previas a precios accesibles y hasta en los paradores más exclusivos que ofrecían los 2×1 en licuados para la merienda. No había un sólo lugar donde «Ku-El Alma», el mítico boliche de Pinamar, no reinara como tema de conversación entre la juventud adolescente. «Ni siquiera se preguntaba dónde se salía. Era un pacto que pocas veces se negociaba, sobre todo porque era fácil pasar», recuerda una joven sobre el fenómeno que se instaló en la década del 90.
Las mismas caras que caminaban por Bunge horas antes de dar comienzo a la noche se repetían, con un poco más de glamour y viveza, en la puerta de la discoteca. Sin importar la edad, quienes habían experimentado salir ahí al menos una vez, coincidían en lo mismo: la fiesta estaba asegurada, siempre.
El problema llegó cuando ese símbolo nocturno de arquitectura blanca y mil escaleras, cerró sus puertas en 2016 y la nostalgia inundó por siete años consecutivos la ciudad de la costa argentina. Todos percibían un futuro poco esperanzador para el club bailable que le había regalado diversión y popularidad a generaciones enteras. Sin embargo, ese panorama cambió días atrás cuando anunciaron que una parte del edificio del antiguo «Ku», abría bajo el nombre de «Mirador Santos».
Con capacidad para 500 personas y una estructura similar que permite viajar en el tiempo, la calle paralela a Quintana volvió a estar repleta de autos y por una multitud de jóvenes que se acercaban hasta el acceso principal para mostrar el DNI y ahora, un QR que reemplaza a la entrada de papel. El nuevo espacio fue inaugurado el primer fin de semana de enero y ya se perfila como un posible competidor para los otros boliches que, hasta el momento, lideraban la zona.
Natalia tiene 24 años y todavía recuerda cuando siendo adolescente, se instalaba todo el verano en Pinamar. Acostumbraba a llevar una amiga, su mejor amiga de toda la vida, para evitar el aburrimiento. El plan solía ser siempre igual: después de almorzar, encaraban a la playa para encontrarse con el resto del grupo, jugaban a las cartas, se quejaban de la temperatura del mar y luego, partían a la casa para cenar, ducharse, maquillarse, hacer previa y salir a bailar. Cuando llegaba la madrugada, el destino marcaba un sólo lugar seguro: la entrada indiscutida de Ku y ya en el turno del boliche. Nada de matiné.
«Sin dudas las noches del 15 al 30 de enero eran en Ku. Íbamos con mi grupo de amigos del colegio y me acuerdo que te encontrabas a todo el mundo», le cuenta a Zonales mientras saca su celular para mostrar una foto que aún conserva de aquella época, en los pasillos del club bailable. «Era un furor aunque siempre existía el temor de no pasar por la edad», resume la joven.
Actualmente «Mirador Santos» funciona en uno de los tantos espacios que constituían el imperio de Ku. La fachada debió ser reacondicionada para la apertura debido a que parte del terreno continúa en desuso y además, porque sobre la calle Quintana -algunos aseguran- que permanecen pequeños restos de escombro de la última demolición que realizaron en septiembre de 2022.
Años atrás, en una de las esquinas del predio, habían equipado una sala de juegos de escape que le permitió a las últimas generaciones divertirse donde anteriormente lo hacían los adolescentes y jóvenes.
Sobre la inauguración de la nueva disco, el actual intendente de Pinamar, Martín Yeza, confirmó su deseo de transformar por completo la zona dándole otro significado. «Mi sueño es que esa estructura se termine de demoler completamente. Entiendo que lo de Mirador Santos es algo temporal para generar mejor oferta nocturna y por este verano está bien, pero espero que en el largo plazo se desarrolle otro tipo de emprendimiento».
Que sucedió con Ku: el emblema de la noche en Pinamar
El historial de Ku, además de ser recordado por los eventos que lanzaba al inicio de cada temporada y por las figuras que desfilaron en su interior, también lo es por sus grandes escándalos. Algunos se remontan a 2008 cuando Roberto Porretti, el entonces intendente de la ciudad balnearia, fue destituido de su cargo luego que se difundiera un video en el que pedía coima para habilitar el boliche.
Sin embargo, uno de los más destacados fue el que lo llevó al cierre permanente en 2016. El complejo, al igual que la discoteca Boutique que se encuentra a pocos kilómetros del actual «Mirador Santos», pertenece al grupo Energy Group SA, que lleva la firma de Víctor Stinfale, el abogado que fue sobreseído por falta de pruebas en la causa Time Warp, acusado en aquel momento de haber facilitado la venta de drogas durante el festival.
Después del hecho, la municipalidad y personas cercanas a la figura de Stinfale, intentaron reabrir el negocio bajo la temática de matiné para «seguir percibiendo ganancias» y de esta manera, evitar los riesgos que muchas veces genera el público con mayoría de edad. No obstante, por diferentes razones asociadas a la posible venta de alcohol a menores, la intendencia se negó a la petición y el club bailable permaneció con la persiana baja durante siete temporadas consecutivas.
Desde que Ku dejó de funcionar en Pinamar, los rumores de una posible obra destinada al turismo no dejaron de crecer. Incluso hasta el día de hoy, aseguran que cuando Energy Group SA llegue a un acuerdo con la municipalidad, se dará luz verde al proyecto de derribar por completo el lugar para construir un hotel cinco estrellas.
Sin embargo, esas versiones parecen correrse cuando la ciudad vuelve a latir al ritmo de los jóvenes que pasan por la puerta del antiguo «Ku», pero eligen quedarse para conocer la propuesta que ofrece «Mirador Santos». En definitiva, el boliche se colmó de una marea de nostálgicos que, con viejas anécdotas y caras que resultan familiares, decide volver para darle la bienvenida a un nuevo público nocturno.