El fantástico Palacio Piria de Ensenada, la mansión para la alta sociedad que hoy es un castillo fantasma a punto de derrumbarse
Fue inaugurado en 1910 por la familia Castells Uriburu. Luego la compró el fundador del balneario Piriápolis de Uruguay: le dio su nombre y quiso que sea la vivienda de los gobernadores. Cómo pasó del glamour al olvido.
Cuando el 25 de mayo de 1910 Luis Castells Uriburu logró cumplir el sueño de su padre inaugurando una mansión única en Punta Lara, partido de Ensenada, no tenía idea de su futura bancarrota una década después, ni que sería el uruguayo Francisco Piria, el nuevo comprador, quien inmortalizara esa propiedad pensada para ricos y poderosos en dos palabras: «Palacio Piria».
Mucho menos se imaginó que poco más de un siglo después esa maravilla de la arquitectura, ícono de la cultura, iba a terminar saqueada y abandonada hasta parecer una casa embrujada.
La mansión está ubicada frente al Río de la Plata, sobre el Camino Costanero Almirante Brown, entre las calles 26 y 40 de Punta Lara, un área verde que fuera diseñada en 1912 por el famoso arquitecto y paisajista Carlos Thays quien en aquellos años era nada más y nada menos que el director de Parques y Paseos Públicos.
El palacete fue sede de lujosas fiestas de la clase alta argentina de principios del siglo XX y hasta estuvo cerca de convertirse en cabecera de un balneario público de la mano de Piria, que poco tiempo antes de comprarla había fundado Piriápolis, la famosa playa de Uruguay. El empresario oriental tenía, además, otro sueño: que el palacio fuera la residencia del gobernador bonaerense.
Es decir, a pesar de que la mansión experimentó múltiples cambios de dueños y sirvió como la base de muchos proyectos, siempre mantuvo su estilo excéntrico.
El palacio, de 1500 metros cuadrados cubiertos y de estilo renacentista, tiene tres plantas. La de acceso, que está a nivel del suelo, es la de servicio. La principal es la del primer piso, a la que se ingresa por la doble escalinata y, un piso más arriba, en un perímetro que no cubre la totalidad de la casa, funcionó durante un tiempo una capilla.
La vivienda incluía una fachada revestida en símil piedra, habitaciones revestidas en madera, tallada por artistas uruguayos, na sala de espejos adornada con espejos biselados, herrajes de bronce trabajados a mano, una doble escalinata de mármol en su entrada principal, que estaba sostenida por un total de 40 columnas corintias y amplios jardines decorados con fuentes y estatuas.
En el primer piso los cuartos fueron revestidos con maderas por ebanistas uruguayos, en la sala central del inmueble se instaló el “salón de los espejos” y en el piso superior colocaron vitrales con signos zodiacales.
La historia del Palacio Piria, en Ensenada
Durante las últimas décadas del siglo XIX, Luis Castells compró la estancia Punta Lara. La extensión cubría una superficie de 4.887 hectáreas: iba desde el Parque Pereyra hasta el límite con el Río de la Plata.
En 1890 Castells anunció sus planes para construir un enorme palacio en el lugar, pero falleció en 1897 y no pudo avanzar con el proyecto. Sin embargo, su hijo, Luis Castells Uriburu, cumplió el sueño de su padre y diseñó una mansión única en la región, que se inauguró el 25 de mayo de 1910. La disfrutó poco: en poco más de una década entró en bancarrota y las instalaciones quedaron en manos de la Caja de Crédito Hipotecario.
Finalmente, la mansión se convirtió, a mediados de 1925, en propiedad del empresario uruguayo Francisco Piria. Una vez que el uruguayo se convirtió en el único dueño de la propiedad, intentó crear un balneario en la zona. Siguiendo su propio sueño, modernizó las instalaciones de la mansión y hasta logró conectarla con La Plata mediante una línea del ferrocarril.
Sin embargo, su mega proyecto nunca se concretó. Al darse cuenta que la provincia de Buenos Aires no se preocupaba por el desarrollo, Piria abandonó el lugar en 1930, regresó a Uruguay y falleció tres años más tarde. Desde entonces, el Palacio Piria nunca más sirvió como una vivienda e ingresó en un periodo de múltiples cambios que se extendió durante más de nueve décadas.
Desde 1930 hasta el 2023, la propiedad se utilizó para diversos fines:
- En 1947 la familia de Piria donó la mansión al Gobierno Provincial, con la intención de que los gobernadores la utilizaran como residencia. Pero esto nunca ocurrió.
- En 1950 funcionó como el Instituto de Minoridad de la Provincia.
- Entre 1950 y 1970 también albergó una pequeña colonia de vacaciones para niños huérfanos.
- Durante la última década del siglo XX la propiedad fue donada al Municipio de Ensenada.
De todas las etapas históricas del Palacio Piria, la de los años ’90 fue la peor. Entonces la construcción sufrió una fuerte ola de vandalismo hacia 1995 ya estaba totalmente saqueada y abandonada.
A pesar de que en 2002 se integró en Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires y también recibió el título de Monumento Histórico, nunca se concretó un trabajo de restauración en el lugar. En 2011 la ONG Casa Española de Mujeres (CEM) mostró su interés por recuperar el Palacio Piria y reunió los fondos requeridos para completar la obra, pero no recibieron la autorización correspondiente.
Para peor, poco tiempo después colapsó su estructura interior y el peligro que esta escena representaba para los curiosos que se acercaban a recorrer las instalaciones llevó a las autoridades a vallar la mansión.
Desde entonces, varias asociaciones vecinales y de arquitectos presentaron proyectos para recuperar la mansión. En 2021 el gobierno bonaerense de Axel Kiciloff estimó los arreglos del Palacio Piria en $200.000.000, Una cifra que al día de hoy sería más del doble. Pero todo se languideció hasta llegar a hoy, con la construcción cada vez más deteriorada y la posibilidad de derrumbes latente como nunca antes.
Hacé tu comentario