Así quedó el túnel Garrafa Sánchez de Laferrere, el bajo vías del tren Belgrano Sur que le rinde homenaje al ídolo del barrio
El nuevo cruce iba a llamarse con el nombre de la calle en la que está, Ezeiza. Pero finalmente decidieron hacerlo con un tributo a una de las grandes glorias del Deportivo Laferrere y de Banfield.
El 6 de octubre pasado, la apertura del túnel sobre las vías del tren Belgrano Sur a la altura de la calle Ezeiza, en Laferrere, fue un hito en la historia de ese barrio de La Matanza. Ahora, las autoridades han decidido cambiarle el nombre previsto para el nuevo bajo nivel, y en homenaje a uno de los grandes ídolos del fútbol argentino, y además símbolo de la localidad, se llamará Garrafa Sánchez.
Ubicado a tres cuadras de la estación del ramal G, originalmente el túnel se iba a llamar igual que la mencionada arteria -Ezeiza-, pero ahora le rendirá homenaje a uno de los máximos referentes en la historia de Laferrere y también de Banfield, otro club en el que Garrafa desplegó toda su magia.
La decisión fue tomada en conjunto por Ministerio de Transporte de la Nación, el Municipio de La Matanza y la empresa estatal Trenes Argentinos. El túnel tiene como objetivo ordenar el tránsito en la zona sur del partido de La Matanza y ya se convirtió en una ágil opción para cruzar las vías del ferrocarril Belgrano Sur de manera segura tanto para peatones como para conductores.
El otro túnel inaugurado el 6 de octubre fue el de González Catán (Avenida José Equiza), que es doble mano: aquellos conductores que ingresen por la Ruta Provincial 21 (Avenida José María Moreno) saldrán en la esquina de Sáenz y Doctor Enrique Simón Pérez, mientras que lo que entren por Sáenz o Equiza egresarán en la Ruta 21 o Puerto Argentino.
José Luis «Garrafa» Sánchez: la historia del ídolo de Lafe
Apodado así por su padre, que repartía tubos de gas comprimido para ganarse el mango, la historia de Garrafa es otro caso como los de Trinche Carlovich, Beto Pascutti o Banana Galbán -para abreviar la lista que demuestran, de manera palpable, que la condición de ídolo no siempre se vincula con títulos ganados, goles convertidos o récords imbatibles. Ni siquiera con la cantidad de partidos en Primera División.
Comenzó su carrera en el año 1994 en Deportivo Laferrere, el popular club de González Catán. En el ’98 pasó a El Porvenir, institución tradicional de Gerli, donde empezó a destacarse: consiguió el ascenso a la B Nacional junto con otros jugadores como Adrián González (luego pasaría por San Lorenzo) y Rubén Forestello.
Tras un breve paso por Uruguay y siete meses de inactividad, finalmente recaló en el 2000 en Banfield. Desde ese club conquistó a todo el mundo del fútbol.
El presente de Banfield no era el mejor: sumido en una importante crisis económica, el club adeudaba sueldos y el plantel amenazaba con dejar de entrenarse. Pero, sin embargo, la calidad de los futbolistas lo llevó a pelear el torneo.
Además de Garrafa Sánchez, se destacaban nombres como los de Christian Lucchetti, Carlos Leeb, Javier Sanguinetti (actual entrenador) y, otra vez, Forestello. Al equipo lo comandaba Ramón Mané Ponce, gloria de Boca en los 70, que se había hecho cargo «interinamente» pero, como suele suceder cuando los resultados ayudan, se quedó más tiempo del previsto.
La campaña fue fenomenal, con un invicto de 22 partidos. Y la final fue la frutilla del postre: enfrente estaba Quilmes, uno de los equipos más importantes del Sur, con una rivalidad especial con el Taladro. Pero no hubo paridad. Banfield ganó 2-1 la ida y 4-2 la vuelta con un Garrafa Sánchez estelar, al que no pudieron sacarle la pelota en toda la serie.
La final, una hermosa mañana dominical de mayo de 2001, terminó con incidentes y violencia en el estadio Centenario por la furia de los hinchas quilmeños, pero nada opacó la luz de Sánchez y sus compañeros de Banfield.
El Taladro ascendió en Primera y decidió no solo mantenerse, sino empezar a destacarse. De la mano de Julio César Falcioni, Banfield hasta llegó a jugar Libertadores. El camino de Sánchez, igualmente, no fue en paralelo: el Emperador, emblema de la disciplina y las formaciones 4-4-2 sin enganche, comenzó a marginarlo de las primeras formaciones, y la estrella de Garrafa se fue apagando a medida que Banfield continuaba escribiendo su historia.
Volvió a Laferrere, el club que lo vio nacer y donde también es ídolo. Su carrera y su vida terminaron el mismo día: el 8 de enero de 2006. Amante de las motos, se dice que el haber llegado a una prueba en Boca haciendo «willy» fue la causa para que Carlos Bilardo desistiera de su contratación. A la anécdota, difícil de comprobar, le sobra verosimilitud. Ese fanatismo fue el que también provocó su fallecimiento: un accidente sin casco fue fatal a sus 31 años.
La estrella de José Luis Sánchez es diferente a la de todos los futbolistas: es reconocido por propios y ajenos por su desempeño en el Ascenso, sin haberse destacado en grandes clubes de Argentina. Y es diferente porque Garrafa fue justamente, aunque la definición a veces se malgaste, un distinto.
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