Los secretos de La Isolina, una emblemática chacra de Monte Grande que se transformará en un barrio
La reconocida quinta de fines del siglo XIX es un clásico en el paisaje del sur bonaerense. El predio de cuatro hectáreas donde está enclavada la casona será dividido y una mitad formará parte de un proyecto de diseño urbano.
Situada en el corazón de Monte Grande, La Isolina es una enorme y emblemática chacra ubicada entre las únicas cuatro manzanas libres que quedan en la zona. El predio donde se construyó esta casona, una de las más antiguas de la ciudad, se prepara para ser loteado y dividido con el objetivo de formar parte de un nuevo emprendimiento urbanístico que la modificará para siempre.
El proyecto arquitectónico consiste en dividir la chacra en dos por una nueva calle recientemente abierta, de modo que de un lado quede el nuevo desarrollo urbanístico y del otro la vieja casona con su espacio verde. Será un barrio de tipo abierto que estará compuesto por más de 30 lotas de 12 por 60 metros. La manzana estará delimitada por las calles Roca, Rebizo y la nueva vía que ya ha sido abierta.
En tanto, la majestuosa casona cuenta con una arquitectura similar a la de un palacio. El acceso principal posee una simple tranquera criolla. Un poco más alejadas se encuentran diversos galpones, dependencias de servicio, la casa de los caseros, y un tradicional molino de viento. Todas estas instalaciones se mantienen intactas hace, por lo menos, cien años. Se la considera una de las residencias de mayor antigüedad local.
El predio posee cuatro hectáreas comprendidas entre las calles Rebizo, Constanzó, Esquiú y Roca. A pesar del tiempo que pasó, la actual fisonomía de la chacra difiere muy poco con la original, ya que tuvo muy pocas modificaciones.
Entre otros aportes, se agregó una frondosa arboleda al enorme parque, entre otros detalles, que transformó a La Isolina en un oasis verde en medio de la gran ciudad. En todos estos años, la chacra quedó en manos de la familia Gowland, los propietarios.
El paso del tiempo y la urbanización influyeron sin duda en La Isolina. Ahora, los dueños actuales desarrollarán un ambicioso proyecto arquitectónico que comprenderá un loteo abierto y la posterior venta de esas parcelas. La intención es urbanizar la zona respetando el legado de la quinta que durante tanto tiempo ha acompañado al partido de Esteban Echeverría.
La historia de La Isolina de Monte Grande: cuándo se construyó
Rodeada por árboles centenarios, la emblemática casona supo ser un grato espacio verde para los vecinos de Monte Grande, donde hacían deportes, se reunían y disfrutaban el enorme predio que rodea a la chacra. Fue construida en el siglo XIX por el arquitecto Ferruccio Togneri, a pedido de Don Pedro Blas Arocena, uno de los precursores de la creación del partido. El hombre había comprado una extensión de tierra y le encargó el trabajo al prestigioso constructor.
Se eligió un diseño palaciego que puede apreciarse en sus columnas, las barandas de su terraza y las ventanas arqueadas. Poco tiempo después, en 1986, la quinta pasó a manos de Herminio Constanzó, quien fuera un destacado vecino de la zona que se caracterizó por su pujante actividad comunitaria y posteriormente se convirtiera en el primer intendente del distrito.
Tiempo después La Isolina fue comprada por María Elena Ledesma Arocena, esposa del juez de la Nación Dimas González Gowland. Desde entonces, la chacra ha quedado siempre en manos de la familia. Sin embargo, a medida que el centro urbano de Monte Grande fue creciendo, la quinta -un punto verde en el corazón del distrito- quedó rodeada de nuevas construcciones.