Juan Carlos Zabala, el campeón olímpico que hizo trampa para correr y se vinculó con los nazis

Buenos Aires. Deportes
·
20 de febrero de 2022

Se cumplen 90 años de su triunfo en el maratón de Los Ángeles. El Ñandú Criollo compitió en 1932 gracias a que el Gobierno fraguó su fecha de nacimiento. Vivió en Alemania y conoció a Hitler. Murió en el Hospital de San Isidro.

Juan Carlos Zabala perdió a sus padres cuando era un niño de apenas seis años. La vida lo llevó desde su Rosario natal al municipio de Marcos Paz, en los bordes del conurbano bonaerense. Allí quedó a cargo de su padrino, que trabajaba en la Colonia de Menores Varones, considerada el primer reformatorio del país, donde había estado Cayetano Santos Godino, alias Petiso Orejudo, uno de los más famosos asesinos seriales de la historia del país.

A Zabala no le gustaba mucho vivir con su padrino, ya que ahí estaba solo. De vez en cuando cometía alguna travesura para volver al reformatorio y poder jugar con otros chicos. Allí practicaba distintos deportes, aunque comenzó a destacar en atletismo. El primero en observarlo fue Alberto Regina, un profesor de la Asociación Cristiana de Jóvenes.

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Rápidamente se largó a competir en distintos torneos hasta que el austríaco Alejandro Stirling -el entrenador de toda su vida, quien lo acompañaría en los primeros viajes internacionales- reparó en ese quinceañero esmirriado. Referente en Sudamérica en las pruebas de 3000 a 10000 metros, Zabalita corrió su primer maratón en 1931, en Berlín, apenas un año antes de los Juegos Olímpicos

Hecha la ley, hecha la trampa

La legislación vigente del Comité Olímpico Internacional (COI) establecía que ningún atleta menor de 20 años podía participar de la cita olímpica. Como Zabala tenía oportunidades de lograr algo importante, el presidente de facto Agustín P. Justo modificó el acta de nacimiento del atleta y la fecha de nacimiento quedó en el 11 de octubre de 1931, un año antes de la real.

Juan Carlos Zabala, el oro olímpico que corrió con trampa y se relacionó con el nazismo
Nació en Rosario, se crió en Marcos Paz, vivió en Alemania y murió en San Isidro.

Esa alteración le permitió al Ñandú Criollo intervenir en la prueba de maratón, en la que evitó a uno de los mejores fondistas de todos los tiempos: Paavo Nurmi. El Finlandés Volador incursionaba por primera vez en los 42 kilómetros y llegaba con tiempos espectaculares. El COI impidió que el 12 veces medallista pudiera participar, debido a que sus autoridades lo consideraron profesional por haber cobrado dinero en una gira.

El primer oro olímpico de Juan Carlos Zabala

El palmarés de nuestro atletismo en los Juegos Olímpicos cuenta con escasa cantidad de medallas. Sin embargo, aquel 7 de agosto Zabala marcó un hito en la historia, que sería repetido luego por Delfo Cabrera, otro 7 de agosto, en 1948 (Juegos Olímpicos de Londres).

Sin Nurmi, el rosarino se puso enseguida al frente en la prueba de 42.195 -la distancia establecida en los Juegos de París 1924- por encima de los candidatos lógicos: los británicos Sam Ferris y Duncan Wright y el finlandés Armas Toivonen. 

Juan Carlos Zabala, el oro olímpico que corrió con trampa y se relacionó con el nazismo
Lámina en la revista El Gráfico donde queda constancia de la victoria de Zabala.

Los primeros tres cuartos de carrera fueron dominados por un pelotón, entre los que se encontraba Zabala. En el kilómetro 31, Lauri Virtanen -compatriota de Nurmi- le sacó un considerable margen y tras él se filtró Wright. A unos 3000 metros de la meta, el Ñandú Criollo recuperó la delantera.

El tramo final fue apasionante: Virtanen había abandonado y Wright se había retrasado. Cuando parecía que Zabala se llevaba la carrera tranquilamente, el sprint final de Ferris complicó al argentino. Ya en la pista del Estadio Olímpico de Los Ángeles, Zabala hizo su mayor esfuerzo para evitar que el británico lo superara y se terminó quedando con el oro -y el récord de los Juegos- por 19 segundos de ventaja.

Bandera, sexto puesto y abandono

Zabala viajó a los Juegos de Munich 1936 como la figura de la delegación argentina, lo que le valió portar la insignia patria en la ceremonia de apertura. Con el renombre ganado gracias a la medalla dorada, era candidato tanto en el maratón como en la prueba de 10000 metros. 

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Picó en punta en los 42 km pero en el último cuarto de carrera su cuerpo dijo basta y no pudo defender el título. Le quedó el consuelo de llevarse un diploma olímpico al finalizar en el sexto lugar en los 10 kilómetros, trayecto en el que se coronó el también finlandés Ilmari Salminen.

Los vínculos de Zabala con el nazismo

Previo a Munich, Zabala se casó con quien era su traductora, la danesa Elke. Durante su estadía en Europa entabló una relación con Heinrich Himmler, una de las personas más poderosas del Partido Nacional Socialista y Jefe Supremo de las SS. Cada tanto salían a correr juntos e incluso en alguna oportunidad conoció a Adolf Hitler.

Heinrich Himmler
Heinrich Himmler, el nazi con el que se vinculó Zabala en Alemania.

Por estas relaciones, Zabala fue acusado de defender al régimen nazi. La realidad es que lejos estuvo de hacerlo. Incluso colaboró en la salida de varias familias judías de Alemania, algo que provocó que le prohibieran la entrada al país germano. Tiempo después, el propio Hitler revocó esa decisión

La pantalla grande y los reconocimientos

Su vida en el Reformatorio de Marcos Paz inspiró a Carlos Borcosque a dirigir la película “Y mañana serán hombres”, en 1939. Una década más tarde, el propio Zabala -junto a Cabrera, ya con el oro olímpico- participó del film llamado Campeón a la Fuerza, de Enrique Ursini.

Inspiración para grandes atletas como el propio Cabrera y Reinaldo Gorno, plata en Helsinki 1952, Zabala, quien solía correr con los colores de Boca, recibió dos distinciones poco antes de morir. En 1980 la Fundación Konex comenzó a galardonar a deportistas y artistas: Juan Carlos fue homenajeado con el Konex de Platino y el Diploma al Mérito en Atletismo.

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En 1983, a los 71 años, Zabala falleció a causa de un paro cardíaco mientras se encontraba en la guardia del Hospital Central de San Isidro. En 2018 se decidió que una de las calles de la Villa Olímpica -construida para los Juegos de la Juventud- llevara su nombre. Una forma de recordar siempre al responsable de una de las mayores hazañas de nuestro deporte.

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