La historia de la calesita de Turdera: un símbolo del barrio que recuperó la vida y hoy maneja una chica de 23 años

Lomas de Zamora. Historias de mi barrio
·
23 de enero de 2023

La calesita de Juan Carlos, ícono del barrio durante los ’90, hoy es manejada por Oriana, una joven que mantiene vivo el mito y la historia de numerosos chicos del barrio que pasaron su infancia allí.

“Infancias libres y diversas, alimentos sanos y populares, encuentro plaza cara a cara y chau pantalla” es el slogan de este histórico ícono del barrio. Ubicada en Suipacha y Zapiola, en la Plaza San Martín de la localidad de Turdera, al sur del conurbano bonaerense, esta calesita fue inaugurada por Juan Carlos y funcionó durante la década de 1990 y principios de los años 2000.

Pero hoy la emblemática calesita -que reabrió la semana pasada- es dirigida por Oriana Vargas, una joven de tan solo 23 años, quien quedó al frente luego de que los dos muchachos que trabajaban allí decidieran irse y proponerle que continúe sola. Ahora, ella es la encargada de llevar adelante este desafío con nuevas propuestas para los niños con “diversión al aire libre, música, vueltas y muchas sortijas”.

La historia de la calesita de Turdera: un símbolo del barrio que recuperó la vida y es manejada por una chica de 23 años
Oriana, la joven de 23 años que está al frente de la calesita.

“Esta calesita tiene mucha historia, todo el tiempo vienen vecinos que me comentan que gracias a sus abuelos conocieron el lugar y ahora ellos traen a sus hijos. Muchas generaciones pasaron por acá, por ellos hay que mantener este lugar de pie y en las mejores condiciones”, contó.

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La iniciativa tiene como base que los chicos vuelvan a la plaza, a encontrarse cara a cara, y a olvidar un rato las pantallas a las que tan acostumbrados están. Dentro de las nuevas propuestas que la joven trajo consigo, la calesita tiene un kiosco que ofrece tanto golosinas como alimentos sanos a precios accesibles y licuados hechos con frutas agroecológicas.

“Se puede elegir entre una golosina saludable con jugos naturales hasta alfajores y gaseosas ya que la idea no es imponer un tipo de alimentación, sino brindar las dos opciones”, detalló Oriana.

La historia de la calesita de Turdera: un símbolo del barrio que recuperó la vida y es manejada por una chica de 23 años
El kiosco ofrece alimentos saludables, licuados y golosinas.

Quienes lo deseen podrán visitar la calesita en su horario de verano los jueves, viernes, sábados y domingos de 17.30 a 21 horas. Luego, cuando comience el ciclo lectivo se extenderá el horario y será de lunes a viernes de 11 a 18.30 y los sábados y domingos de 15 a 19 horas.

“Estoy re feliz, muy contenta, primero porque me encontré con dos compañeros de laburo que siempre me escucharon ante una nueva propuesta y ahora me brindaron esta oportunidad de estar al frente. Los chicos me regalan dibujos y eso es gratificante”, agregó en diálogo con La Unión.

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La calesita de la Plaza San Martín, un ícono del barrio

Chicos que hoy ya son adultos recuerdan con cariño la mágica calesita de Juan Carlos, un anciano que el barrio aún recuerda por su simpatía con los niños. Funcionó entre 1990 y el año 2000 en la misma ubicación que hoy conserva; dentro de la Plaza San Martín en Turdera, en Lomas de Zamora.

Oriundo de Temperley y nacido en 1933, Juan Carlos trabajó 42 años en la sede central del Banco Nación y, una vez jubilado, golpeó su vida una pasión nueva: la calesita. Su nieta, Lucía Corso, contó que esto surgió una vez que un compañero de trabajo -propietario de una calesita en Lanús- le pidió a su abuelo si podía encargarse por unos días del carrusel mientras él salía de vacaciones. Allí nació este amor a primera vista.

La historia de la calesita de Turdera: un símbolo del barrio que recuperó la vida y es manejada por una chica de 23 años
Juan Carlos no tardó en ganarse el corazón de los vecinos.

Tiempo después, en 1990, Juan Carlos ya estaba jubilado de su trabajo como bancario y decidió emplear su tiempo en cumplir un sueño. Le pareció que la plaza del barrio estaba muy vacía y puso manos a la obra: compro la calesita, la acondicionó y, sin saberlo, hizo nacer a un ícono del barrio que aún hoy perdura. Su legado quedó grabado en una placa colocada hace veinte años que reza: “Los chicos de Turdera siempre te recordaremos. Gracias por todo el amor que nos diste”.

“Realmente nunca imaginé que mi viejo iba a hacer lo que hizo con este carrusel. No puso la calesita para hacer negocios, sino para dar vida y alegría, tanto a los nenes como a los grandes. Lo describiría como un ser de luz, es el ídolo de los chicos”, recordó Alejandra Corso, hija de Juan Carlos, en diálogo con el Diario Sur.

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