Los hermanos que tocan la guitarra y el violín en la peatonal de San Justo para pagar sus estudios
Tomás (21) y Agustín Ojeda (24) musicalizan la peatonal Arieta desde hace cinco años. Por las dificultades económicas de su familia, se convirtieron en artistas callejeros para ir al Conservatorio de Morón.
Cuando su padre les dijo que, por la situación económica que atravesaba la familia, no iba a poder pagarles los estudios, aquella vieja idea de ser artistas callejeros en la peatonal de San Justo, cobró fuerza. Hoy es una realidad para los hermanos Tomás (21) y Agustín Ojeda (24), para quienes la música es su vida y todos los días le llevan sus melodías a la gente que camina por allí.
En esa zona de la localidad cabecera de La Matanza, en el oeste del Conurbano, los conocen como «los chicos de la peatonal». Sobre Arieta, arteria principal de ese gran casco urbano, empezaron hace cinco años y desde aquel momento van todas las mañanas. Sin embargo, recuerdan todo lo que le costó en sus inicios.
«Yo transpiraba y temblaba y recuerdo que Tomi miraba para el piso. Respiré profundo, cerré los ojos y me puse a tocar la guitarra y a cantar. Tomi empezó a tirar sus acordes con el violín y fue mágico», contaron. Ambos tenían como objetivo entrar a estudiar al Conservatorio de Morón, donde hoy cursan el profesorado de música.
Arrancaron con un repertorio de alrededor de seis canciones y hoy tienen más de veinte, de distintos géneros como rock nacional, internacional, pop y folklore. Buscan poder llegar al gusto variado de toda la gente que camina por la peatonal de San Justo y que, al escucharlos, suelen dejarles dinero. Ellos tocan con un cartel que dice: «Disculpen las molestias, es para poder seguir estudiando».
Su sueño y el cariño que reciben en la peatonal de San Justo
Los hermanos, que son oriundos de Laferrere, no dudan en que quieren «recibirse y vivir de la música» y remarcaron que eligieron la peatonal de San Justo luego de ver a un artista callejero desempeñarse allí cuando paseaban con su familia. En ese lugar, donde se iniciaron en esta actividad, celebran el apoyo que reciben de la gente.
«Viene, colabora y nos dice cosas lindas como ‘muy bien chicos’, ‘sigan así’, ‘sigan estudiando’ y ‘no le aflojen’. Esas palabras de aliento nos dan fuerzas para seguir con nuestro sueño, aunque sea difícil porque el mundo del arte es complejo», comentaron.
Y agregaron: «Tocar en la calle nos mostró el poder que tiene la música para transformar la vida de las personas. La música da alegría, les pone una sonrisa en sus caras, les da esperanzas. Una vez cuando habíamos terminado de tocar, un joven se acercó y nos contó que tenía algunos problemas y que estaba muy mal, pero que con la música le habíamos cambiado el día».
Otra inolvidable experiencia la vivieron cuando una inspectora de tránsito se acercó a ellos y les preguntó si podía regalarles algo. «Nos regaló un violín y una guitarra», explicaron. «La calle fue nuestra gran maestra porque la confianza, seguridad y soltura que nos dio tocar ahí nunca lo hubiésemos aprendido tocando en el conservatorio. Nos dio otra experiencia», reconocieron los jóvenes que desde hace cinco años también participan en la Orquesta Latinoamericana de La Matanza.
Además, fueron seleccionados junto a otros 33 chicos por el Ministerio de Cultura de la Nación en las becas Marta Argerich, para que integrantes de las Orquestas Escuela puedan capacitarse para ser futuros profesores. Bajo ese programa llegaron a tocar en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner en diciembre del año pasado.
En paralelo, también hacen presentaciones en eventos de distintas características como peñas folclóricas, casamientos, cumpleaños, restaurantes y bares. Los pueden contactar a través de su cuenta de Instagram. Mientras, siguen yendo a la peatonal de San Justo para buscar la colaboración de la gente. «Es importante que se sepa que lo que nos dan es para pagar las fotocopias, mantener los instrumentos. Estamos ahorrando para comprar un violín porque el que ahora usa Agustín es uno de estudio. Sin la colaboración de la gente no podríamos seguir haciendo esto que es lo que amamos», cerraron.