Las ganas de vivir de una maestra de Caseros: le amputaron una pierna en su lucha contra el cáncer y lo contó en un video viral

Tres de Febrero. Sociedad
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25 de febrero de 2024

Se llama Florencia Gatto, tiene 27 años y en marzo de 2023 le diagnosticaron un Sarcoma de Ewing, un cáncer óseo sumamente raro. Comparte sus experiencias en su cuenta de TikTok.

Florencia Gatto (27) es una maestra de Caseros. Durante la realización de esta nota, atraviesa sus últimas horas de internación en el Instituto Fleni. Desde la habitación en la que está internada, cuenta con total naturalidad todo lo que atravesó durante este último año. Casi como si se tratara de cualquier anécdota. Tan es así que es imposible imaginar que hace menos de una semana le amputaron su pierna izquierda.

En septiembre de 2022, Florencia comenzó con los primeros dolores en la rodilla. Parecía algo común, aunque ningún traumatólogo le daba un diagnóstico y el dolor no cesaba. Hasta que, uno de los tantos profesionales que la atendió, le recomendó que hiciera otro tipo de consulta. Y es así que en marzo de 2023, la joven escuchó por primera vez que tenía cáncer.

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Florencia Gatto fue diagnosticada a principios de 2023 con un Sarcoma de Ewing, un cáncer óseo y atípico.

«No entendía nada. Era una persona sana, nunca en mi vida había pisado una clínica», contó Florencia Gatto a Zonales. En primer lugar le diagnosticaron un Sarcoma de Ewing, un cáncer óseo sumamente raro y que suele producirse en niños y jóvenes. Y además de eso, tenía siete tumores más: en el sacro, en la columna, en el fémur y el más grande en la tibia: medía 16 centímetros y ocupaba tanto espacio que salía de la pierna.

Analgésicos, morfina, decenas y decenas de consultas, transfusiones y una palabra que muchos pacientes oncológicos temen: quimioterapia. «Para mí fue como una bendición. Sabía que me iba a salvar y que después de tanto sufrimiento y dolor me iba a ayudar. Y lo primero en lo que pensé es que me iba a quedar pelada. Aunque podía no pasar, no quería ver que el pelo se me caiga a mechones así que decidí raparme y siempre me mostré así», recuerda.

El gran cambio también llegó cuando Florencia empezó a caminar con un bastón, luego con muletas y finalmente terminó necesitando una silla de ruedas. «Es un mundo aparte. Uno nunca está preparado para pasar de ser totalmente independiente a depender de todo», cuenta. Pero con una templaza casi insólita, aceptó su nueva realidad. Y todo lo que iba a venir después, porque vivir era -y es- la única opción.

Florencia Gatto: ante todo, las ganas de vivir

Tras incontables sesiones de quimioterapia, una operación en la que le reconstruyeron gran parte de su pierna y la ilusión de poco a poco superar la enfermedad, en enero de este año, Florencia comenzó -nuevamente- con dolores casi insoportables en su pierna. Le encontraron nuevos tumores detrás de la rodilla y el más grande medía 12 centímetros.

«Hay muchas opciones pero ninguna me podría garantizar la vida. La única que garantiza mi vida es la amputación de la pierna y es lo que realmente quiero: seguir viviendo. Así que a partir de mañana voy a tener solo una pierna y después de algunos meses tener una prótesis para aprender a caminar por tercera vez», expresó Florencia Gatto en un video de su cuenta de TikTok (@florenciagatto) que superó las 40.000 reproducciones.

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Es ahora cuando el relato de Florencia cambia por completo. Mientras cuenta todo lo que vivió desde el día en que le diagnosticaron cáncer hasta el momento en el que decidió la amputación de su pierna, tanto su expresión como el tono de voz no cambian. Es todo una anécdota en la que no hay tristeza ni dolor. Y cuando abandona esa parte de esa historia, comienza a reír y proyectar su nueva vida.

Primero, recuerda que su pierna se llamaba Erik en honor a un traumatólogo que la atendió y también tenía una prótesis como la que le colocaron a ella. «Dije que lo iba a extrañar», rememora entre risas que se multiplican cuando confiesa que su pierna tiene un certificado de defunción oficial.

«En estos casos, extremidades como las piernas tienen que tener un certificado de defunción, ser cremadas y que luego devuelvan las cenizas. Capaz otra persona puede llorar al enterarse de eso, pero a mí no me salió otra cosa que cagarme de la risa.», confiesa. Solo exigió una cosa: que cuando saquen la prótesis de la pierna se la muestren. «¡Quiero conocerla! ¡La tuve cinco meses así que me encariñé!».

La filosofía de la vecina de Caseros frente al cáncer

Florencia es maestra jardinera, estudió pastelería, gastronomía y gerenciamiento gastronómico. Siempre fue fanática de la gastronomía y poco tiempo antes de que pase todo esto iba a tener un ascenso en su trabajo, justamente en una empresa gastronómica.

Entre la cocina, su familia, libros y hasta cursos de italiano pasó los momentos más duros de su enfermedad. También escribiendo, algo que nunca había hecho antes y que le sirvió para poder exteriorizar todo lo que le pasaba.

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«La risa y el humor pueden salvar», sostiene Florencia Gatto convencida.

Pero a pesar de todo lo que pasó es una agradecida de hasta las peores experiencias. «No trato de pensar en lo que el cáncer me quitó, sino en lo que me dio. Antes de esto era adicta al trabajo y quizás me hacía problema por cosas sin importancia. Algo así te hace bajar muchos cambios y valorar más las cosas verdaderamente importantes», reflexiona.

Es así que hoy, una de las cosas que más le interesan a Florencia es servir de inspiración para toda persona que atraviese una situación similar, por lo que sube constantemente contenido sobre su día a día en redes sociales. No porque se considere un ejemplo, sino porque cree que siempre se puede ayudar de esa manera a alguien que tenga muchas dificultades para atravesar la enfermedad. «Siempre quise resaltar que con la risa y el humor uno se puede salvar», destaca convencida.

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A un día de abandonar el Fleni para volver a su casa, Florencia Gatto se ilusiona con un futuro bastante cercano en el que empiece a vivir nuevamente libre de cáncer y con otra prótesis -a la cual todavía no definió cómo nombrará- que la acompañe todos los días. Siempre con su familia, sus amigos, viajando y exponiéndose a los verdaderos rayos que la hacen feliz: los del sol.

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