El estadio para 140.000 personas en la Ciudad Deportiva que Armando soñó y no pudo hacer
Fue un proyecto concebido por quien fuera presidente de Boca durante dos décadas. Resultó inviable por los altísimos costos, las resistencias de sectores de la política interna y las graves crisis económicas del país.
La Legislatura porteña acaba de sancionar una ley que promueve la construcción de viviendas en el predio que alguna vez fue la Ciudad Deportiva del Club Atlético Boca Juniors. En ese lugar, Alberto J. Armando imaginó un estadio para 140.000 personas que reemplazara a la mítica Bombonera.
En noviembre de 1970 se anunció que el gigantesco escenario quedaría inaugurado el 25 de mayo de 1975. Comenzaron las obras y centenares de camiones llevaban escombros a cualquier hora para ganarle metros al Río de la Plata y rellenar los terrenos donde se levantaría la majestuosa sede. Una mala administración de los fondos, las rencillas de la política interna y las recurrentes crisis económicas del país impidieron la concreción del ambicioso sueño.
Durante la sesión del último jueves, con 37 votos a favor y 20 en contra, la Legislatura de Buenos Aires aprobó una ley que autoriza cambios y ampliaciones en los usos hasta ahora permitidos para esa zona de la ciudad: de su original utilización con fines deportivos y de esparcimiento se extendió a la posibilidad de construir comercios, oficinas, hoteles, clubes, supermercados y estacionamientos.
La Ciudad Deportiva: el mega plan de Armando
Alberto J. Armando (J de José, no de Jacinto como erróneamente se ha publicado muchas veces) nació en la provincia de Santa Fe en 1910. Llegó a la presidencia de Boca en 1954, justo cuando el club cortó una racha de diez años sin títulos y su gente estableció récords de entradas vendidas que, transcurridas ya casi siete décadas, se mantienen vigentes.
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Armando volvió a asumir el mando de la entidad en 1960 y lo ejerció con mano firme hasta 1980. En su segunda etapa impulsó el llamado fútbol espectáculo. Invirtió en el fomento de las divisiones inferiores (bajo su segunda gestión se compró La Candela) y, de manera simultánea, auspició la contratación de grandes figuras argentinas y extranjeras.
También fue un destacado promotor a nivel regional del desarrollo de las competencias internacionales, con la Copa de Campeones (luego Libertadores) como principal torneo a nivel continental.
Boca fue el primer club de nuestro país en darle prioridad a la Libertadores y el primero también en llegar a una final. Lo hizo en 1963, después de eliminar sucesivamente a Olimpia de Paraguay, Universidad de Chile y al durísimo Peñarol de Uruguay (vencedor de las dos primeras ediciones). En la instancia decisiva cayó ante el Santos de Pelé y Coutinho, tal vez el mejor equipo de la historia, 3-2 allá y 2-1 acá.
El desborde de público en la revancha con los brasileños lo convenció de que Boca necesitaba una cancha más grande. Y pensó construirla en los terrenos que la municipalidad de Buenos Aires le cedió, en 1964, sobre la Costanera Sur. Hombre con ideas de avanzada y visión de negocios, calculó que ese sería el lugar más cotizado de la ciudad. Armando falleció en diciembre de 1988, poco antes de que empezara a proyectarse el lujoso Puerto Madero.
La caída de la Ciudad Deportiva
Edificar en la Argentina del último medio siglo nunca fue sencillo. La suba de los costos suele superar hasta las expectativas de los más previsores. Boca juntó millones de pesos para levantar el estadio soñado en la Ciudad Deportiva, a través de la venta de los denominados Bonos Pro Patrimoniales, pero la recaudación fue insuficiente para absorber gastos desorbitados.
Además, producto de su estilo personalista y en algunas ocasiones autoritario, Armando tuvo mucha resistencia interna y externa. Si le tiraban desde dentro del club, era lógico que lo bombardearan desde afuera. Para peor, el interventor de la AFA, designado por el entonces presidente de facto Alejandro Lanusse, era Raúl D’Onofrio (padre de Rodolfo, actual titular de River).
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Una cancha con semejante capacidad en ese entorno privilegiado constituía una fija como sede del Mundial 78. Tampoco había interés del resto de la dirigencia del fútbol argentino para que ello sucediera y Armando, siempre verborrágico, inflara más el pecho todavía.
Boca se quedó en su barrio de toda la vida y la Ciudad Deportiva cayó en el abandono. Ya bajo la dirección de Antonio Alegre y el actual diputado Carlos Heller, el club logró vender esos terrenos y recibió alrededor de 23 millones de dólares que le permitieron terminar de equilibrar sus cuentas.
Desde el 2000, la Bombonera es el Estadio Alberto J. Armando. Aunque él haya querido mudarse, no deja de ser un justo reconocimiento a quien siempre soñó con un Boca más grande.