Murió Horacio Accavallo, el campeón de Lanús que fue botellero, trabajó en un circo y llegó a la cima del mundo
Tuvo una infancia difícil en Villa Diamante. Fue el segundo argentino en lograr un título. Fanático de Racing, subía a pelear con los colores de la Academia. Falleció este martes con 87 años. Llevaba tiempo de pelea contra el Alzheimer.
La vida es una lucha y lo sabe más que nadie Horacio Enrique Accavallo. Nacido en la pobreza de Villa Diamante, criado por padres inmigrantes y analfabetos, llegó a ser campeón mundial de boxeo, el segundo argentino en lograr un título global. A los 87 años dejó de pelearla: falleció este 13 de septiembre, en medio de un combate contra el Alzheimer que no le permitía recordar del todo sus tiempos de gloria. Pero su historia no será olvidada.
Los humildes orígenes de Accavallo en Lanús
Hijo de un italiano y una española, Horacio Accavallo nació el 14 de octubre de 1934 en la humilde zona de Villa Diamante, en Lanús, área de basurales, marginalidad y miseria del Conurbano. Digno desde sus inicios, de todas formas se la rebuscaba junto con su familia para lograr mantenerse a él y a sus otros tres hermanos: desde chico comenzó a recorrer las calles del Sur de Buenos Aires juntando cartones y residuos que luego vendía.
Botellero, lustrabotas, malabarista en las calles… Accavallo hizo de todo para poder pasar su infancia lo mejor posible. Sin embargo, la decisión que cambiaría su vida fue la de dedicarse al boxeo. Comenzó a practicar ese deporte a los ocho años y no dejó de hacerlo durante más de un cuarto de siglo, siempre en la categoría mosca.
Su carrera profesional comenzó en 1956, con 22 años. En apenas tres meses enfrentó a siete boxeadores argentinos, con seis triunfos (todos antes del límite) y un empate. En 1957 ya era un habitué de las veladas porteñas. La guardia zurda, las piernas groseramente chuecas que le permitían veloces desplazamientos y la astucia para aprovechar los defectos rivales lo transformaron en un púgil complicado para cualquiera.
En 1958 empezó a probarse en el ámbito internacional, con una sucesión de desafíos ante europeos de buen nivel en Italia. Solo perdió ante el italiano Salvatore Burruni. El verdadero despegue de la carrera de Accavallo y también de su vida sería en 1966…
Horacio Accavallo, de Japón para el mundo
El 1º de marzo de 1966, aquel humilde chico de Villa Diamante se vio arriba de un ring en la otra parte del mundo: Horacio Accavallo subió a enfrentarse contra Katsuyoshi Takayama en Tokio, Japón, por el título del mundo. Lo hizo con una bata con los colores celeste y blanco y el escudo de Racing, el club del que es fanático y que desde 2022 tiene la Academia de Boxeo que lleva su nombre.
La pelea contra Takayama fue una pelea a 15 rounds, parejísima, en la que Acavallo convenció a los jueces: por decisión dividida, se quedó con el título mundial y fue el segundo argentino en conseguir el galardón (Pascual Pérez, mendocino, había sido el primero en la misma división mosca).
La carrera de Accavallo no se detuvo allí: decidió defender su corona en Argentina, en el mítico Luna Park, contra el también japonés Hiroyuki Ebihara. Tras otro triunfo en 15 rounds, el argentino puso en juego su cinturón de la categoría mosca en dos combates más: el mexicano Efren Torres y nuevamente el nipón Ebihara fueron los derrotados en estas ocasiones.
Con un buen dinero ganado a partir de sus títulos y con inteligencia para invertirlo en diferentes negocios, especialmente casas de deportes en las que su familia también se involucraría para manejarlos, Horacio Accavallo eligió ser prudente: el 1º de octubre de 1968 decidió retirarse como vigente campeón. «Me están pegando sparrings que antes no llegaban», fue su lógica explicación para anunciar su despedida.
Su marca al finalizar su carrera fue de 75 éxitos con 34 nocauts, apenas dos derrotas y seis igualdades. Con eso más sus tres defensas, se ganó el reconocimiento total: en 1980 recibió un Diploma en los Premios Konex como uno de los mejores cinco boxeadores de la historia argentina, junto al ya mencionado Pascualito, el pesado Luis Ángel Firpo, el mediano Carlos Monzón y el súper liviano Nicolino Locche.
Luchando contra el olvido
Pasaron casi 54 años desde aquel adiós al boxeo cuando Horacio Accavallo dijo basta: fue vencido por el Alzheimer, una enfermedad que no perdona. Con el acompañamiento de su familia, esa que nunca se despegó de él y que supo llevar con inteligencia y cuidado los negocios que el ex boxeador construyó con su esfuerzo, el campeón del mundo pasó sus últimos días en una institución geriátrica tras haber sobrellevado 12 años con esta condición mental.
Actualmente es su hijo Horacio Onofre quien lleva adelante el emprendimiento de indumentaria deportiva llamado El Campeón, que impulsa productos de boxeo. Es uno de los cuatro descendientes de Accavallo, de los cuales tres siguen con vida; Silvana falleció en 1998 a raíz de un siniestro vial, en la esquina de Caseros y Catamarca del barrio porteño de Parque Patricios.
«Horacio Acavallo: el pequeño gigante que venció al destino», dice el título de su autobiografía. Y esa frase no es casual: de pobre a rico, Roquiño -como lo apodaron en el ambiente- no pudo disfrutar de sus memorias, pero se ganó para siempre un lugar en los recuerdos grandes del deporte argentino. Cómo se definió alguna vez a sí mismo.
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“Fui botellero, ciruja y comía en la quema. El boxeo me dio un roce social que no se adquiere con dinero y digo con orgullo que me forme en Villa Diamante”.