La tormentosa vida que superó un vecino de Monte Grande: del robo y las drogas a campeón de MMA

Maximiliano «El Demonio» Pérez (33) tuvo problemas de adicciones y hasta llegó a estar varias veces detenido. Hoy triunfa en las artes marciales mixtas. «Este deporte me cambió por completo», le contó a Zonales.

Maximiliano «El Demonio» Pérez (33), luchador profesional de artes marciales mixtas (MMA) oriundo de Monte Grande, se alzó con el cinturón de campeón argentino el pasado sábado 12 de marzo al vencer a Iván Argüello en dos rounds en un combate que se desarrolló en Mar del Plata. «Es el mayor de mis logros», reconoció, pero su historia de vida lo tiene como campeón desde hace tiempo.

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Con el cetro de la categoría pluma del Circuito Argentino de Artes Marciales Mixtas (CAM) y frente a los flashes de las cámaras que registraron su combate, Pérez se ganó el derecho a viajar a México en tres meses para pelear en un prestigioso evento llamado LUX Fight League. «Son peleas con buena bolsa de premios. De ahí, muchos van a pelear a la UFC (Ultimate Fighting Championship) de Estados Unidos», dijo a Zonales el luchador que, hace poco más de una década, era un joven perdido en las drogas y la delincuencia, que vivía en constante roce con el peligro.

La tormentosa vida que dejó atrás un vecino de Monte Grande: del peligro de las calles a ser campeón nacional de MMA
El Demonio Pérez con su cinturón de campeón argentino de MMA en Monte Grande.

Su padre murió de una sobredosis antes de que él naciera. Fue criado por su mamá, que también se drogaba. «Lo hizo hasta que tuve 15 años. Yo me ocupaba de cuidar a mi hermanito más chico pero siempre estábamos con gente desconocida, salían a robar, paraban en mi casa, que era prácticamente un aguantadero. Cada tanto la Policía hacía algún allanamiento porque ya el lugar estaba señalado como el refugio de delincuentes», relató.

Sin embargo, cuando su madre encontró en una iglesia la opción para salir de esa vida, el propio Maximiliano fue atrapado por las adicciones. «Me junté con gente que andaba en la mala vida y terminé haciendo lo que hacían ellos. Me drogaba, tomaba mucho alcohol, vivía peleándome en la calle y también iba a robar. Terminé detenido un par de veces siendo menor y otras veces, ya como mayor de edad, aunque esas por disturbios en la vía pública», contó.

El deporte salvó al luchador de Monte Grande

A los 19 años comenzó a practicar MMA en un gimnasio del barrio y eso fue un camino de ida. «Me cambió la actitud por completo, porque teniendo habilidades para poder hacer daño, la gente con la que me relacioné me hizo calmarme. No volví a pelearme con nadie nunca más. Es más, cuesta mucho hacerme enojar», comentó entre risas Pérez, que destacó la influencia de su abuelo como su gran referente en la vida. «El me cuidó, fue como un padre para mí. Siempre estaba atento a lo que necesitaba, me contenía, me daba cariño. El me enseñó lo que es el laburo y saber ganarse las cosas. Lo que soy, se lo debo a él», agregó.

La tormentosa vida que dejó atrás un vecino de Monte Grande: del peligro de las calles a ser campeón nacional de MMA
Pérez, junto al equipo con el que entrena, Sukata Brothers.

Tal era su importancia que su muerte, hace cinco años, afectó mucho al luchador de Monte Grande. Entró en una depresión en la que volvió a consumir alcohol, drogas y ya no tenía ganas de prepararse. Sin embargo, logró salir adelante y encontrar nuevamente el camino. Hoy, dedica su tiempo no sólo al entrenamiento sino también al trabajo para poder sustentar a su mujer y su hija pequeña: tiene un taller de aparado y además da clases de artes marciales y boxeo a un grupo de treinta alumnos en un gimnasio a siete cuadras de su casa en el humilde barrio Lauda donde, según él, es visto «como un ejemplo».

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El luchador entrena, trabaja en su taller de aparado y da clases de artes marciales en su gimnasio.

«Hay gente que conoció la vida que tenía de chico y cuando me ve ahora, de grande, no puede creer la vida que tengo. Me da mucha pena cuando veo personas con las que me juntaba que hoy están arruinadas por el paco, una droga que consumí y que se consume acá en el barrio. Los veo cartoneando, juntando plata para poder comprarse la droga. Es muy triste. Y muchas veces pienso en la vida que tenía, en que no medía las consecuencias de lo que hacía y en lo que me pudo haber pasado, y valoro mucho como estoy hoy», explicó.

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Ahora, sueña en grande con esta oportunidad que se le presenta en el LUX Fight League de México y espera «hacer historia». Lo motivan los desafíos sin importar las adversidades, tanto en el deporte como en la vida, donde la pelea la viene ganando con contundencia.

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