El misterio de Agostina Jalabert, la modelo que apareció muerta en México: qué pruebas tiene la familia para acusar al novio
Tenía 31 años y su cuerpo fue hallado en el baño de su departamento en Playa del Carmen, donde empezaba a triunfar como influencer. La tormentosa historia con su pareja y los antecedentes que generan sospechas sobre él.
Agostina Jalabert, una joven de 31 años oriunda de Carmen de Patagones, se había mudado a México en septiembre del año pasado y empezaba a triunfar allí como modelo e influencer. Sin embargo, sus sueños quedaron truncos de forma trágica: fue encontrada muerta en el baño del departamento en el que vivía en la ciudad de Playa del Carmen junto a su hermana Candela y su novio Juan Manuel.
El pasado jueves 18 de febrero, su hermana volvió cerca de las 7 de la mañana al complejo residencial en el que se encontraban y marcó el código electrónico para abrir la puerta, pero no pudo hacerlo. Lo reintentó varias veces y se dio cuenta que estaba trabada desde adentro. Mientras, el sereno del lugar le dijo que iban a multarlos por los ruidos que habían hecho esa noche y que habían obligado a los vecinos a llamar dos veces a la Policía.
Tras golpear la puerta desesperada, finalmente Juan Manuel abrió y le preguntó donde estaba su novia. Candela, sin entender, le dijo que creyó que estaba con él y ambos comenzaron a buscarla. La perrita de la casa finalmente los condujo hasta el baño, donde yacía Agostina Jalabert en el suelo, con un cinturón atado al cuello y al toallero del baño. Su hermana intentó reanimarla, pero ya estaba sin vida.
Las sospechas sobre el novio de Agostina Jalabert
Germán, tío de la joven modelo muerta en México, dijo que la familia cree que Agostina fue asesinada y dirigen sus sospechas hacia el novio, un argentino oriundo de Viedma con el que ella había tenido idas y vueltas y antecedentes de violencia de género. Sobre el día de la muerte de Agostina, dijo que su hermana «Candela contó que él estaba con la cara toda moretoneada».
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La Justicia mexicana enmarcó la investigación como un caso de suicidio, pero al entorno de la joven no le cierra la hipótesis de que ella se haya ahorcado. «Del toallero al piso no hay más de un metro veinte», comentaron. Para ellos hubo un femicidio y Germán pide que se ponga el foco en el novio, que luego de la tragedia se fue de Playa del Carmen.
Según relató, Agostina Jalabert y su pareja habían mantenido una relación en Argentina que tras varios episodios de violencia había terminado con la intervención de ambas familias. «Ese vínculo le hacía mucho daño y le provocaba una sensación de fragilidad y vulnerabilidad», señaló. Sin embargo, volvieron a encontrarse y a retomaron su noviazgo en México.
«Él es de Viedma pero también vivía allá, en una localidad bastante distante sobre el Océano Pacífico, mientras que Agostina vivía sobre el Caribe, con lo cual una distancia importante separaba los dos asientos de donde vivía cada uno. Sobre finales del año pasado, él reapareció, fue al departamento de Agostina a pasar las fiestas y se quedó, y eso es lo que sabemos», detalló.
Actualmente desempeñándose además como abogado de la familia, Germán Jalabert se quejó de la negligencia de la Justicia mexicana, dado que aseguró que tras la muerte de su sobrina no se cumplieron los protocolos internacionales para estos casos. «No se retuvieron los teléfonos celulares, no se lo detuvo al novio hasta que preste declaración, tenía la cara con moretones», remarcó.
Además, no entiende como las dos veces que se acercó la Policía por los supuestos disturbios y ruidos que molestaron a los vecinos, no se disuadió la situación ni tampoco sirvió para que los uniformados lo mantuvieran apresado.
«Todo ese combo nos alertó y nos hizo buscar ayuda, con lo cual fuimos a Cancillería y pedimos que nos socorra con el gobierno de México, porque son nuestra voz en el exterior, para que se puedan esclarecer los hechos y podamos tener claridad”, dijo.
Por último, confesó que se pudo comunicar con el padre del novio, de quien se desconoce su paradero, y contó que «se puso a disposición. Le dijimos que queríamos que su hijo de alguna manera ponga la cara y diga lo que pasó, y no logramos que tenga siquiera la mínima empatía de hablar, y eso también es un elemento muy sospechoso, porque nunca tuvo intenciones de poner la cara y contar su versión, aunque sea que no hubiera sido real”.