Argentina campeón del mundo: Gonzalo Montiel, el chico surgido de un humilde club de González Catán que pateó el penal eterno
El ex defensor de River fue el encargado de convertir, con temple de acero, el penal que le dio la consagración a la Selección en Qatar. Su infancia en el barrio Esperanza de González Catán, donde es ídolo y hasta le hicieron un mural.
Gonzalo Montiel entró en la historia grande del fútbol argentino. No sólo lleva su nombre una de las medallas de los campeones mundiales sino que fue el encargado de patear el penal que trajo la gloria eterna a la Selección y sellar el triunfo ante Francia en la durísima final del estadio Lusail de Qatar.
Con 25 años y mucho perfil bajo, supo rendir cada vez que el técnico Lionel Scaloni confió en él para reemplazar a Nahuel Molina. Ya había demostrado su temple en la serie de penales ante Países Bajos en cuartos de final al convertir su ejecución. Y en el duelo decisivo, cuando le tocó concretar la definición, volvió a patear con mucha calma. Su remate entró sin problemas por el palo derecho del arquero Hugo Lloris y desató la locura de ver nuevamente a Argentina campeón del mundo después de 36 años.
En las redes sociales, el ex defensor de River publicó fotos de una noche inolvidable para él y todos sus compañeros. Imágenes con el ansiado trofeo, con Lionel Messi y con su familia en el campo de juego del descomunal estadio qatarí que quedará en el recuerdo de todos los argentinos. Su logro también lo celebraron en el barrio Esperanza, un humilde vecindario de casas bajas en González Catán, testigo de su esfuerzo para llegar hoy a lo más alto.
La infancia de Gonzalo Montiel en González Catán
En esa zona del partido de La Matanza, en el oeste del Conurbano, todavía viven familiares de Gonzalo Montiel y, lógicamente, muchos conocidos, allegados y vecinos que lo vieron recorrer sus inicios en el fútbol en el Club Social y Deportivo El Tala donde comenzó a jugar y construir la carrera que años después lo llevaría a la cima.
El sacrificio de su infancia lo contó el propio futbolista. «Tenía diez años y viajaba todos los días desde Virrey del Pino, en González Catán, hasta Villa Martelli, donde se entrenaban las inferiores de River. Al principio me acompañó mi vieja, pero como trabajaba y debía pedir horas, me las arreglé para venir solo», recordó.
Y agregó: «Iba al colegio, después a entrenarme y llegaba de noche a casa… Todos los días. ¿Cómo era el viaje? Viajaba solito. Me tomaba el colectivo 620, una traffic hasta Liniers y de ahí el colectivo 28. Dos horas y media de ida y lo mismo de vuelta. Lo hice casi dos años, hasta que me cansé. Les dije a mis familiares que no aguantaba más y pedí vivir en la pensión de River. Extrañaba y los necesitaba, por más que me hacía el duro. Pero también valoraba y sabía que ahí había más que lo que tenía en casa».
Lo que siguió es historia conocida: se convirtió en el «bombero» de Marcelo Gallardo en River, cumpliendo en cada posición en la que le pidieron que juegue. Así, ganó una Copa Argentina, dos Recopa Sudamericanas y la histórica Copa Libertadores 2018 ante Boca en Madrid. En 2021, el Sevilla español compró su pase por 8,5 millones de euros y este año brindará por haber llegado a lo más alto.
También lo harán en el barrio de González Catán, donde meses atrás un artista lo homenajeó pintando un mural suyo tras su obtención de la Copa América en Brasil. La obra, ubicada a dos cuadras de la casa donde se crió, es un orgullo para los vecinos. Orgullo que ahora comparte con el resto del país.