La misteriosa muerte de Lautaro Raso en Brasil: por qué su familia desconfía de la versión oficial

Son días de un enorme dolor y vacío emocional, pero también de mucha incertidumbre para la familia de Lautaro Raso, el joven de 26 años oriundo del oeste del Conurbano que fue hallado muerto tras casi dos meses desaparecido en Brasil. A dos semanas de la triste noticia, su madre y hermana aún siguen en ese país intentando averiguar qué fue lo que le pasó.

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El pasado miércoles 30 de marzo, Paloma, su hermana, había confirmado en redes sociales que la Policía Civil brasileña les había notificado la muerte del joven, que se encontraba viajando de mochilero por aquel país y se había radicado hacía cuatro meses en la ciudad de Curitiba hasta que, el 1º de febrero, desapareció y nadie más volvió a saber de él.

Al dar la lamentable novedad, su hermana, que manifestó estar «atravesando un gran sufrimiento», avisó en redes sociales que no daría detalles de lo sucedido porque la familia estaba enfocada en poder hacer el duelo ante la terrible pérdida. Esta semana, utilizó la misma vía para contar cómo fue que encontraron a Lautaro Raso y las dudas en torno a su deceso.

Las dudas sobre la muerte de Lautaro Raso

«Ya estoy lista para contar qué pasó con mi hermano. Dándome mi tiempo porque todavía nos resulta muy difícil de entender que sea él quien se fue y qué fue lo que pasó», comenzó. Y agregó: «Su muerte no fue una muerte natural, fue encontrado a orillas de un pequeño río de la ciudad de Colombo, colgado de un árbol con su mochila donde tenía sus juguetes de malabar cerca de él, en el piso».

Reveló que «la Policía Civil que encontró el cuerpo declaró que, sin lugar a dudas, se trataba de un suicidio, más no presentan pruebas de por qué llegan a esa hipótesis y hay muchas negligencias respecto a los protocolos que se deben cumplir cuando se encuentra un cuerpo en esta situación». Aportó, en tal sentido: «Por ejemplo, no sabemos dónde fue a parar la mochila de Lauti. No declararon haber buscado huellas que garanticen que se trata de un suicidio. De ser que eso estuviese declarado, pero no se hayan encontrado, tendría más sentido».

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A su vez, acusó irregularidades con el Instituto Médico Legal (IML), «lo que sería la morgue, que tampoco respetaron el protocolo con el que se trata un cuerpo», dado que «lo primero que deben hacer es buscar entre sus ropas cuidadosamente alguna identificación para saber quién es la persona en cuestión».

«Lauti estaba en el IML desde el 10 de febrero (siete días antes de que empecemos la búsqueda) y no fue hasta el 28 de marzo, cuando nosotras llegamos a sus instalaciones, que encontraron el cuerpo y dentro tenía su documento. Podríamos haber sabido desde antes de empezar a buscarlo que él ya no estaba físicamente en este mundo», abundó.

Cuestionó además que la Policía Civil de Brasil informó al Consulado argentino que no había ingresado ningún NN. «Ahora necesitamos conseguir un abogado criminalista y un médico forense que puedan guiarnos y acompañarnos para esclarecer qué pasó con Lautaro. Lamentablemente no podemos confiarnos de lo que nos dice la Policía porque no presenta pruebas de lo que asegura».

Finalmente, manifestó: «No constaba en nuestras conversaciones con él algún tipo de depresión. Siempre nos hablaba de lo importante que es amarse a uno mismo, de lo lindo y lo bien que le hacía meditar, que también notamos que siempre que tuvo algún inconveniente o malestar hablaba con nosotras a pesar de la distancia. Tanto sus amigos de la casa en la que vivían con él quedaron sorprendidos porque Lauti no estaba en estado depresivo, no consumía alcohol ni tabaco, era el primero que se levantaba en la casa y preparaba café para todos, preguntando qué lugares podía conocer, nosotras también sabíamos que él quería seguir viajando».

Y cerró: «Ya nada me devuelve a mi ser amado, pero yo sé que Lauti está en la gloria de Dios porque así aprendí a ver la muerte desde que se fue, y la vida de los que nos quedamos merece verdad y justicia. Por eso pido justicia por Lautaro».

Cómo fue la desaparición de Lautaro

El joven viajaba por Brasil y se había radicado hacía cuatro meses en la ciudad de Curitiba, en el estado de Paraná. Hacía malabares en un semáforo y vivía en un departamento del barrio Agua Verde, junto a otros viajeros. Su familia había comentado que siempre se comunicaba y cuando no iba a poder hacerlo por un tiempo, avisaba con anticipación para no generar preocupación.

Sus compañeros del departamento lo vieron salir el 1º de febrero y contaron que nunca más regresó. Había dejado sus libros y otras pertenencias. Paloma, ante su prolongada ausencia, comenzó a llamar a hospitales brasileños de la zona pero «era imposible entender el idioma» y finalmente, mediante una amiga suya, logró conseguir la ayuda de Cancillería Argentina para hacer contacto con el consulado argentino en aquel país, que avisó a las autoridades.

Luego de que tomara intervención en el caso el Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (SIFEBU), la familia hizo una colecta solidaria para poder pagar el viaje y fue hacia territorio brasileño, donde finalmente terminaron reconociendo el cuerpo sin vida de Lautaro Raso.