Chacarita y el ascenso a Primera en 1983, el más violento de la historia argentina
El Funebrero logró la segunda plaza, detrás de Atlanta. Aquel campeonato de 1983, en los albores de la democracia, también quedó marcado por los gravísimos incidentes en los partidos contra Tigre y Los Andes.
Chacarita es un histórico de la Primera División: desde 1925 hasta 1979 apenas jugó un puñado de temporadas en la B y volvió las dos veces campeón; ganó el Metropolitano 1969 con un lapidario 4-1 a River en la final y hasta llegó a vencer al Bayern Munich en la Copa Joan Gamper que organiza el Barcelona.
Sin embargo, a partir del final de la década del 70 comenzaron los problemas para el Funebrero. En tiempos donde aún no había Nacional B, dos descensos consecutivos lo llevaron por primera y única vez a la C. Ascendió rápido (fue segundo de Lanús) y en su temporada de retorno finalizó por detrás de Gimnasia para clasificarse al octogonal (el ascenso directo fue para San Lorenzo). En el primer cruce perdió los dos partidos con Temperley y se le esfumó la chance de ascender.
El sufrimiento para llegar al octogonal de 1983
Al año siguiente, en un torneo muy peleado, Atlanta lideró su zona y se quedó con el ascenso, con tres puntos de ventaja sobre Tigre -puntero del grupo A-. Justamente el Matador y el Bohemio habían llegado con 53 unidades a la penúltima fecha. Atlanta empató de visitante contra Central Córdoba de Rosario y Tigre sufrió una durísima goleada en San Martín: perdió 6-2 contra Chacarita.
Este resultado fue fundamental para el Funebrero, que le sacó ventaja en puntos y goles a Sarmiento, su principal competidor. En la última jornada, el equipo de Junín venció a Banfield como local y Chaca no pudo con Colón en Santa Fe. A pesar de ese último traspié, el equipo del Viejo Juan Manuel Guerra se quedó con el último lugar del octogonal por tener una diferencia de gol mayor, por apenas un tanto.
El fin de una amistad
Con mayoría de equipos de la provincia de Buenos Aires, pues All Boys era el único equipo de Capital Federal, Chacarita afrontó su segundo octogonal consecutivo en búsqueda del retorno a primera. Tras la goleada de la fecha 41, el enfrentamiento ante Tigre tenía un condimento especial.
La ida fue en San Martín y terminó igualada 1-1, con goles de Rolando Chaparro para Tigre y Daniel Godoy para Chaca. En la vuelta terminó igual (Gustavo Yalvé y Chaparro, los tantos) y lo mismo sucedió en el suplementario: nuevamente Chaparro aventajó al Matador y, faltando dos minutos para el final, Enrique Borrelli mandó la serie a penales. El Funebrero se impuso 5-4 y se armaron los disturbios, que terminaron la corta amistad de Tigre con Chacarita y dieron paso a una de las rivalidades más violentas que existen en el ascenso.
La final de Chacarita contra Los Andes
Tras eliminar a Deportivo Italiano en semi, el rival era el Milrayitas. Los Andes había terminado tercero en la zona A. El 23 de diciembre el Funebrero se quedó con la ida por 2-0 (Fonseca Gómez, en dos oportunidades) en el Monumental y fue al Estadio Eduardo Gallardón de Lomas de Zamora con una ventaja importante.
Eran otras épocas del fútbol argentino. Los malos recibimientos desde las instituciones eran moneda corriente y parecían ser lo usual. Además, la recién inaugurada de democracia generaba un contexto de rechazo a las fuerzas de seguridad.
En la agobiante tarde del 27 de diciembre, desde el lado de Chacarita denunciaron que lo esperaron con un vestuario sofocante: habían encendido las estufas. La gente, por otra parte, tampoco la pasaba bien: no tenían lugares para refrescarse (baños clausurados) ni bebidas para comprar, ya que las existencias se agotaron rápido.
El partido fue de ida y vuelta, con cambios en el marcador y varios goles. Chaca abrió la cuenta gracias al gol en contra de Medina, pero enseguida Giorgi lo imitó y también marcó en su propia puerta, para igualar el encuentro. José Tiburzio Serrizuela convirtió de penal el 2-1 y Los Andes se fue arriba al descanso. A los 23 minutos del complemento Borrelli ya había convertido dos tantos. Serrizuela empató un rato después, pero los hinchas locales ya veían complicado dar vuelta la historia.
Desmanes y regreso a Primera
El partido se terminaba y muchos no aguantaron más. Ambas parcialidades entraron al campo de juego casi en el mismo momento. Los de Los Andes rompieron el alambrado e ingresaron para impedir el final del partido. Los de Chacarita replicaron enseguida. Allí se armó la batalla entre las parcialidades. En el medio quedaron los uniformados, incapaces de controlar la invasión al campo de juego y los enfrentamientos entre hinchadas.
Cuando la situación ya era caótica, efectivos de la Policía Montada ingresaron al césped a caballo y comenzaron con la represión. Hinchas, jugadores, dirigentes, periodistas y hasta los propios policías: todos quedaron envueltos en la lluvia de palos y cascotes que volaban por doquier.
La historia no quedó ahí: la barra de Chaca continuó provocando desmanes por el barrio de Lomas de Zamora, rompiendo autos y negocios. El micro visitante, sin vidrios sanos, logró salir recién dos horas y media finalizada la batalla. El estadio quedó destrozado, como si realmente se hubiera desarrollado una guerra allí.
Chacarita subió a Primera y realizó una buena campaña. Se pudo mantener en la categoría y terminó en mitad de tabla en el Metropolitano, pese a que previamente sufrió una dura sanción: el equipo fue suspendido por 30 días, en los cuales debía presentarse a jugar pero se le impedía quedarse con la recaudación y los puntos obtenidos. Si no hubiera recibido ese castigo, el Funebrero habría pasado de ronda.