El día que Platense volvió a Primera y le dio paso a la leyenda del Fantasma del Descenso

Vicente López. Deportes
·
9 de julio de 2025

En los  70, el Calamar consiguió un festejado ascenso a la elite del fútbol argentino. Un año más tarde iba a iniciar un camino de más de dos décadas sin bajar de categoría, con muchas salvaciones milagrosas.

¿Cuántos de los hinchas de Platense que festejaron en el imponente Estadio Madre de Ciudades la consagración del domingo 1° de junio de este año, habrán sido testigos también del ascenso del club a Primera, tras ganar un atípico hexagonal en la vieja cancha de Vélez Sarsfield, el martes 13 de julio de 1976? Muy pocos, seguramente, por una obvia cuestión generacional.

Formato inédito: dos ascensos, uno a mitad de año

El fútbol argentino lleva más de medio siglo con cambios en los sistemas de competición de sus distintas divisiones. Y la tendencia es que habrá más variantes en el futuro. La historia que aquí narramos nos remonta a 1976. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA), intervenida, resolvió que el torneo otorgara dos ascensos, uno por semestre.

De acuerdo con lo dispuesto desde la calle Viamonte, los 20 participantes de la categoría, incluidos los ascendidos Villa Dálmine y El Porvenir, jugarían todos contra todos a una sola rueda. Los seis de mayor puntaje avanzarían a un hexagonal, igualmente de todos contra todos en campo neutral, para definir el primero de los dos ascensos a la A. El segundo quedaría para diciembre.

Platense, El Fantasma del Descenso
El cabezazo de Pilla para la victoria de Platense sobre Villa Dálmine, en cancha de Vélez.

Platense y Tigre (ambos con 26 puntos, en tiempos de dos unidades por triunfo) fueron los de mejor rendimiento en la etapa previa de la primera mitad del año. El gran mérito del Calamar fue haber alcanzado esa ubicación sin jugar en su cancha, por entonces solo un proyecto sobre la calle Zufriategui.

Luego se ubicaron Lanús -habitual animador de aquellos años- y un sorprendente Villa Dálmine, revelación de la temporada, con un fornido delantero central, Enrique Eduardo Oviedo, que luego fue a Boca y más tarde a España.

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La primera complicación del innovador torneo fue que tres equipos terminaron igualados con 22 puntos: Almagro, Los Andes y Central Córdoba. A falta de una norma que contemplara esa situación, se armó de apuro un triangular que clasificó a los dos primeros y eliminó de la ronda decisiva a los rosarinos, quienes se quedaron con el premio consuelo de haber sido los que le quitaron el invicto ese año a Platense.

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Los Calamares dieron muestra de sus ambiciones en el arranque del petit-torneo, con un categórico 5-1 sobre Almagro. Luego hubo paridad con los rivales más difíciles: Lanús (0-0) y Tigre (1-1). En la cuarta fecha del hexagonal, en el antiguo Gasómetro de Avenida La Plata, Platense venció por 2-1 a Los Andes.

El panorama antes de empezar la jornada final mostraba a Lanús arriba, con siete puntos, escoltado por los de Vicente López con seis. La ecuación para los de camiseta marrón y blanca era sencilla: había que ganarle a Villa Dálmine (factible) y esperar una derrota del Granate ante Almagro (improbable). Las dos cosas sucedieron y Platense, a cinco años de un traumático descenso que incluyó la pérdida de su histórico predio capitalino de Manuela Pedraza y Crámer, volvía a estar entre los grandes.

Platense, El Fantasma del Descenso
El equipo de Platense que en 1980 peleó el Campeonato Metropolitano después de haberse salvado del descenso.

Juan Manuel Guerra (el Viejo Guerra o Don Manuel, un experto en ascensos) dirigió a aquel equipo que el día del sufrido 1-0 frente a Villa Dálmine salió con Eduardo De Virgilio en el arco; Fermín Pantaleón Rivero, Miguel Arturo Juárez, Juan Carlos Pilla (autor del gol) y Roberto Gianetti; Osvaldo Pérez, Osvaldo Domingo Morelli, Carlos Gómez; Luis María Orlando, Daniel Severiano Pavón y Ernesto Ulrich (Carlos Chiappe).

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El barbado Pedro Jorge Mastromauro y el Flaco Sergio Cierra, volantes de batalla; el hábil José Luis Petti -el Mono, enganche clásico- y el veloz Ricardo Marrero también se destacaban en ese plantel. Son nombres históricos del Calamar, que en esa noche le daban paso a la leyenda del Fantasma del Descenso que iba a comenzar el año siguiente, con una racha de salvaciones de caer en Segunda División que le dieron ese mote.

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