Día de la Militancia: las historias detrás de los deportistas elegidos para traer del exilio a Juan Domingo Perón
El 17 de noviembre de 1972 es una de las fechas emblemáticas del peronismo y de la política argentina. Por qué fueron elegidos un futbolista y un boxeador para viajar con el líder en el vuelo de Madrid a Buenos Aires.
La icónica foto del regreso de Juan Domingo Perón con Juan Ignacio Rucci sosteniendo el paraguas.
El llamado Día de la Militancia, este 17 de noviembre, recuerda el retorno efectivo de Juan Domingo Perón al país en 1972 después de un largo exilio provocado por el sangriento Golpe de Estado cívico-militar que lo derrocó, en septiembre de 1955, mientras cumplía su segundo mandato constitucional como presidente de la Nación.
La vuelta del General, en una lluviosa mañana de viernes, fue un acontecimiento y una demostración de fuerza del justicialismo, que bajo la consigna Luche y Vuelve le dio carácter épico al regreso -luego de intentos frustrados, como el de 1964- y lo potenció con la presencia de figuras populares de todos los ámbitos en el avión de Alitalia que abordaron Perón y su esposa, María Estela Martínez.
Los deportistas en el chárter de Perón
Dos figuras del deporte de aquella época integraron la privilegiada lista de 153 pasajeros que acompañaron a Perón y su tercera mujer. El futbolista José Francisco Sanfilippo -ya en el ocaso de su carrera- y el boxeador Abelardo Albino Cacagüi -conocido en el ambiente como Abel Cachazú– fueron parte de la histórica comitiva.
También estuvo Jorge Carlos Descotte, un destacado piloto de Turismo Carretera durante la década del 50, ganador de cinco pruebas al volante de un Chevrolet y muy apreciado por la gente de esa marca. Descotte, nacido en la localidad bonaerense de Baradero en 1922, se radicó en Villa Carlos Paz y llegó a ser intendente de esa ciudad en representación del Partido Justicialista. En tal carácter se sumó a la delegación.
Los goles de José Sanfilippo
Mucho antes de sus controvertidas y ácidas apariciones en paneles de televisión, el Nene Sanfilippo fue uno de los delanteros más importantes del fútbol argentino entre finales de la década del 50 y principio de la siguiente. Cuatro veces consecutivas líder de la tabla de artilleros, todavía hoy máximo goleador de San Lorenzo de Almagro, tuvo un breve, resonante y conflictivo paso por Boca.
El entonces presidente Alberto J. Armando lo llevó para la Copa Libertadores de 1963 y Sanfilippo cumplió con creces: anotó siete goles en ese torneo, incluidos tres en la final perdida ante el poderoso Santos de Pelé. Sin embargo, se llevaba mal con sus compañeros y hasta agredió a un director técnico. Ese episodio aceleró su salida a Nacional de Montevideo en 1964.
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“Me hice peronista a los 10 años, en 1945”, suele recordar José, quien realizó una fallida incursión política en las elecciones legislativas de 2017 con el lema de aplicar “garrote, garrote y garrote” en contra de los delincuentes y corruptos.
Las piñas de Abel Cachazú
En una época en la que el boxeo le competía al fútbol en niveles de difusión y masividad, Abel Cachazú tuvo el honor de engalanar muchas veladas de sábado en el Luna Park. Sus cruces con Nicolino Locche, Ramón La Cruz y Horacio Saldaño fueron memorables.
Cachazú, fallecido en 2019, se retiró como campeón argentino y sudamericano de los welter, una categoría pródiga en grandes valores, después de una campaña de 70 combates en el campo rentado.
¿Por qué Sanfilippo y Cachazú?
Como en tantas cuestiones de aquellos tiempos, hay explicaciones diversas para un mismo hecho. ¿Qué razones decidieron la inclusión de Sanfilippo y Cachazú junto a Hugo del Carril, Leonardo Favio, Marilina Ross, Chunchuna Villafañe, Juan Carlos Gené y Oscar Alonso entre otras personalidades notables?
Sanfilippo era ídolo de San Lorenzo, el cuadro favorito de dos sindicalistas influyentes: Lorenzo Mariano Miguel (viajó en el avión con Perón) y José Ignacio Rucci (lo recibió en Ezeiza, como retrata la famosa foto con el paraguas). El Ciclón acababa de consagrarse campeón metropolitano, con el viejo romperredes en sus filas y Juan Carlos Lorenzo como DT.
En el caso de Cachazú se buscó simbolizar con su presencia al trabajador humilde y esforzado -hijo de inmigrantes italianos, asentado en el conurbano bonaerense- que alcanzaba notoriedad gracias a su destreza con los puños. Además, Abel siguió desempeñándose como empleado raso de Segba (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires, precursora de las privatizadas Edenor y Edesur) mientras desarrolló su carrera arriba de los rings.
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