Así será el paseo de Villa Fiorito por los lugares de la infancia de Diego Maradona: su casa, su club y una estatua de cinco pisos en La Noria
El proyecto se llama Corredor Maradoniano. Lo impulsan la canchita donde jugaba el 10 cuando era pibe y una asociación civil local, que buscan instalar como destino turístico a ese barrio de Lomas de Zamora.
El patio de tierra detrás de la puerta de alambrado de la pequeña y humilde casa de la calle Azamor N°523 en Villa Fiorito sigue ahí. Ese punto mínimo es ya un mito mundial. Fue la casa de la niñez de Diego Maradona, donde jugó por primera vez a la pelota y donde hoy, los vecinos, quieren transformar e parte de un proyecto que los ilusiona: el Corredor Maradoniano.
Esa casa, que fue declarada «Lugar Histórico Nacional» por el gobierno del ex presidente Alberto Fernández en 2021, es el punto fundacional de la idea de muchos que sueñan con la idea de instalar Fiorito como destino turístico, hartos de ver como la italianísima Nápoles y sus populares barriadas se llevan todos los laureles cuando se habla de la vida del 10.
Bajo ese sentimiento de aprovechar el barrio de la infancia del Diego nacieron dos iniciativas populares para trazar un recorrido por los principales hitos de su infancia y rendirle el homenaje que se merece.
Por un lado está el proyecto del Corredor Maradoniano que impulsa el Club Atlético Diego Armando Maradona (CADAM) y la ONG 18 de Diciembre y prevé la instalación de una estatua gigante, murales y la revalorización de su primer club de barrio. Por el otro, la iniciativa Ciudad de Dios, un proyecto solidario que sueña con reimpulsar el barrio y generar un circuito turístico alrededor de la figura del astro y que favorezca el empleo local.
El Corredor Maradoniano es un recorrido que une los principales puntos ligados a la figura del barrilete cósmico, partiendo precisamente desde esa casita de Azamor 523, que está casi igual a como lucía en los años ’60 cuando en enrulado mago del fútbol pateaba sus primeras pelotas.
El camino sigue en la esquina, sobre Mario Bravo 2572, en el Club Estrellas Unidas (@elpotrerodediosok), que en los años de «Pelusa» era el Club Estrella Roja, un potrero de barrio rebautizado con su nombre actual en 1984. Décadas antes, Don Diego además de papá del 10 era uno de los organizadores de esa canchita y allí llevaba a su pibe para que asombrara a todos con sus piruetas.
En el club, la presencia de Maradona sigue viva y así lo recordaba Claudio Villaruel, en una nota al diario Olé: «A las 10, 11 de la noche iba a la esquina de la casa -donde estaba la cancha del equipo- y pateaba solo, en la oscuridad. De hecho, cuentan que se la escuchaba a Doña Tota pegarle el grito para que vuelva. Nosotros lo pudimos contemplar con 12 o 13 años, era un crack. Jugaba tanto que en el barrio lo buscaban de todos lados«.
La ruta del 10 seguirá por diez cuadras sobre la calle Figueredo, en un trayecto proyectado lleno de murales. También habrá un paseo de banderas que representen todos los países que pisó como jugador o que fueron su hogar. Marcos González, uno de los principales ideólogos de la movida y presidente del CADAM, le dijo a Clarín: «Pensamos que cada embajada pueda apadrinar una cuadra».
El circuito terminará en las canchitas del CADAM, ubicadas bajo el Puente La Noria que une la Avenida General Paz y el Camino Negro. En ese lugar la idea es emplazar una enorme estatua de 16 metros y medio que servirá de broche de oro para el recorrido. La obra estará a cargo de Juan Guzmán, un escultor boliviano que se caracteriza por hacer monumentos enormes.
La casa de Villa Fiorito donde creció Diego Maradona
Cuando comenzó a brillar en el fútbol, Maradona se llevó a una flamante casa del barrio porteño de La Paternal a «Doña Tota» y ésta, según trascendió, le habría regalado la casa de Azamor al 500 en Fiorito a una vecina de nombre María Gaitán, quien la ayudaba con la limpieza. Es la familia de esta mujer la que vive allí, según relataron vecinos de la zona.
La vivienda se encontraba, hasta hace poco tiempo, en un estado visible de abandono. Una casa más que no resaltaba del resto, pese a su riquísima historia.
Si bien Maradona no pisaba Villa Fiorito hacía años, en agosto del 2020 impulsó una campaña solidaria para llevar una gran cantidad de donaciones de alimentos, ropa y artículos de limpieza a un comedor del barrio. La iniciativa tuvo el lema «Yo no me olvido de Fiorito».
Luego de su muerte, fanáticos pintaron un mural en una de las paredes de la casa con su imagen y la leyenda «La casa de D10s». Además, en la vereda se hizo, en diciembre del 2020 una ofrenda a un Diego que será para siempre el ícono de un barrio olvidado del Conurbano. Un barrio que fue testigo de las primeras proezas de un fuera de serie, inmortalizado en la historia del fútbol, y que hoy quiere cobrar notoriedad gracias a su hijo pródigo.
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