24 de Marzo: la historia detrás del partido de fútbol que interrumpió una cadena nacional y el inesperado relator
Fue en 1976, en coincidencia con el golpe militar que derrocó el gobierno democrático de Isabel Perón. La Selección Argentina estaba de gira por Europa. El equipo dirigido por César Luis Menotti ganó aquel encuentro.

Américo Gallego, Alfredo Killer, Marcelo Trobbiani y René Houseman rodean al polaco Deyna.
La junta de comandantes generales de las Fuerzas Armadas que asaltó el poder en 1976 se valió de comunicados para informar a la población. En uno de esos mensajes, leídos con voz grave por un locutor en off, se dio cuenta de que la transmisión en cadena nacional se interrumpiría para permitir la emisión del partido que la Selección Argentina de fútbol iba a jugar contra Polonia aquel miércoles 24 de marzo.
El equipo dirigido por César Luis Menotti, cuatro días antes del Golpe de Estado, había iniciado con éxito una recorrida por Europa. Gracias a un gol de Mario Alberto Kempes y a una formidable actuación de Hugo Orlando Gatti, venció 1-0 a la Unión Soviética en la ciudad de Kiev, Ucrania, desde hace más de tres años escenario de una devastadora guerra.
La Selección Argentina y el Golpe de 1976
La delegación argentina se encontraba alojada en Chorzow, presta para el segundo amistoso del viaje, cuando a través de José María Muñoz -enviado por Radio Rivadavia para los encuentros de esa gira- se supo del derrocamiento del gobierno liderado por María Estela Martínez, viuda de Perón. “No hay víctimas que lamentar ni derramamiento de sangre”, le dijo el relator a Pedro Orgambide, quien había sido designado como responsable del grupo.

El dirigente, uno de los principales laderos de Alberto J. Armando en la conducción de Boca Juniors, trasladó la noticia a jugadores y cuerpo técnico. Las versiones de los futbolistas no son coincidentes en cuanto al impacto que generó la dramática novedad. Mientras algunos aseguran que hubo mucho nerviosismo hasta que todos pudieron establecer contacto con sus familiares, otros aseguran que el tema se manejó con absoluta tranquilidad.
La versión de que fue evaluada una no presentación al partido nunca pudo corroborarse y, de hecho, suena poco verosímil. Salvo Jorge Carrascosa y el propio Menotti, no había otros que demostraran demasiado interés por los asuntos políticos. Varios, incluso, eran muy jóvenes. Alberto César Tarantini, por caso, tenía apenas 20 años. Marcelo Antonio Trobbiani, su compañero en Boca, acababa de cumplir 21 y Ricardo Enrique Bochini recién andaba por los 22…
El triunfo de Argentina sobre Polonia el 24 de marzo
Los polacos venían de sorprender con la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Múnich 72 y el tercer puesto en el Mundial de Alemania 74. Habían sido además verdugos de Argentina en el arranque de esa Copa del Mundo, cuando ganaron 3-2 con un imparable Grzegorz Lato. El delantero de temprana calvicie, quien luego llegaría a ser senador por su país, era una de las figuras del rival, junto al gigantesco defensor Jerzy Gorgon y el talentoso volante Kazimierz Deyna.
El periodista Fernando Niembro estuvo a cargo de la narración. Argentina formó inicialmente así: Gatti, vestido con pantalones largos (una rareza para la época) y abrigado con gorro de lana; Tarantini, Jorge Mario Olguín, Daniel Pedro Killer y Carrascosa; Trobbiani, Américo Rubén Gallego y Bochini; Scotta, Leopoldo Jacinto Luque y Kempes. Luego ingresaron Osvaldo César Ardiles y René Orlando Houseman.

Tras una primera etapa signada por el equilibrio, tanto en las acciones como en el marcador, los locales se adelantaron en el segundo tiempo a través de Kazimierz Kmiecik, máximo artillero del Wisla Cracovia. Héctor Horacio Scotta igualó y el Loco Houseman, quien había ingresado justamente por el Gringo, convirtió el 2-1. “Uno de los triunfos más importantes del fútbol argentino en el exterior, un día inolvidable”, se apresuró en destacar el Flaco Menotti.
El ambiente valoró ese resultado y lo tomó como una señal de que la Selección Argentina estaba en condiciones de medirse de igual a igual con las potencias europeas. Fue seguramente el único motivo para alegrarse en un día muy triste para nuestra historia.
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