Video: así quisieron camuflarse los dos acusados de matar al kiosquero en Ramos Mejía
Leandro Daniel Suárez (29) y su cómplice de 15 años entraron a un supermercado chino para cambiarse la ropa, minutos después del crimen de Roberto Sabo. Fue la última imagen de ambos registrada antes de ser detenidos.
El crimen del kiosquero Roberto Sabo en Ramos Mejía fue parte de un raid delictivo, en el que los acusados dejaron huellas y marcas en distintos lugares, e incluso intentaron cambiar su aspecto. En ese lapso, Leandro Daniel Suárez (29) y su pareja adolescente de 15 años robaron un auto a un remisero y sólo condujeron algunas cuadras: en Saavedra y Alvear chocaron contra un árbol.
La huída los llevó a un supermercado chino de la zona, donde ingresaron simulando hacer compras para camuflarse. Los captó una cámara de seguridad del comercio que grabó el momento en que Suárez se cambiaba la ropa para no ser reconocido. Al salir de allí le robaron la moto a un repartidor para continuar su fuga.
No les sirvió la estrategia porque al rato terminaron siendo detenidos por la Policía. El sujeto, acusado de ser el autor material del asesinato y que ya había estado preso casi seis años en un penal de Ezeiza, lloró este lunes ante el fiscal Federico Medone de la UFI Temática de Homicidios de La Matanza. Le pidió que no le dieran cadena perpetua.
Suárez fue imputado por los delitos de «homicidio agravado criminis causa y por el uso de arma de fuego, dos robos calificados, hurto de vehículo y portación ilegal de arma». Carga además con otra imputación: la de haber promovido la participación de una menor de edad en el raid.
La adolescente, por su parte, es inimputable por su edad. Fuentes de la investigación mencionaron que su reacción ante el arresto fue diferente de la de su cómplice: se mostró burlona y poco reflexiva.
El terror por los robos violentos en La Matanza: la inseguridad ya generó 11 asesinatos en el año
La Fiscalía de Responsabilidad Juvenil N°1 de La Matanza solicitó una «medida de seguridad provisional» sobre ella y la Justicia de menores resolverá su situación este jueves. Voces judiciales se mostraron optimistas con que, por la peligrosidad y la gravedad del delito cometido, se pueda aprobar que continúe bajo arresto.
Furia en Ramos Mejía por el crimen del kiosquero
El lunes fue una jornada de protesta vecinal en Ramos Mejía. Hubo una multitudinaria marcha cuyo punto de partida fue el cruce de Avenida de Mayo y Alvarado, a metros del kiosco de Roberto Sabo. Con un clima de exaltación y enojo, quisieron llevar su reclamo por mayor seguridad y justicia frente a la Comisaría 2° ubicada a sólo 300 metros del lugar del crimen y donde ya se habían agolpado en la noche del domingo.
Un vallado y un importante cordón policial se los impidió. Y aunque muchos entendieron que sus exigencias estaban dirigidas hacia las autoridades (como el ministro de Seguridad, Sergio Berni, a quien insultaron la noche anterior), los incidentes no tardaron en llegar: un grupo de gente avanzó y empujó a la Policía y los agentes respondieron con gases lacrimógenos.
Incluso la tensión escaló cuando un efectivo le arrebató la bandera a un manifestante, padre de una joven asesinada en un hecho de inseguridad en Villa Ballester hace unos años. Hubo golpes, empujones, y llovieron piedrazos, botellazos y otros objetos contundentes en la noche céntrica de Ramos Mejía.
Durante la manifestación estuvo la familia de Roberto Sabo, que agradeció el acompañamiento y también manifestó su dolor. Se acercaron al «Drugstore Pato», el local donde sucedió el trágico hecho y en el que se había montado una especie de santuario con carteles y mensajes pegados a la persiana metálica.
«Mi papá laburaba todo el día. Después de la pandemia empezamos a trabajar medio día cada uno, compartíamos el día a día. Además de ser mi papá era mi compañero de trabajo, mi jefe, mi amigo. Siete años laburando para poder comprarse su casa. Lo mataron por laburar. Mi abuela me dijo que cierre el kiosco, que lo venda. Hoy por hoy es el único ingreso que tiene mi familia, pero me da miedo venir a trabajar», lamentó Nicolás, hijo del kiosquero asesinado.
Y Pedro, su padre, reveló que fue visitado por Berni. «Me dijo que el delincuente no zafa de la cadena perpetua, pero yo pediría pena de muerte» concluyó contundentemente en medio de la tristeza.