Vacaciones de invierno en Campanópolis: qué se puede hacer en la aldea medieval del corazón de La Matanza
Durante el receso escolar, una visita a la villa europea construida por Antonio Campana puede transportar a los chicos a un mundo fantástico. Cuánto cuesta la entrada y cómo se puede llegar al misterioso lugar.
En González Catán, partido de La Matanza, todos conocen un secreto a voces. Allí existe un rincón donde el tiempo parece haberse quedado detenido y la realidad no condice con el entorno. Lejos de ser producto de un descuido, forma parte de un plan orquestado con paciencia de orfebre por un hombre, Antonio Campana, quien quiso construir un mundo distinto, casi cinematográfico, como terapia para el cáncer que estaba atravesando. Y cumplió su sueño: se llama Campanópolis y es una aldea medieval única en el mundo.
Y de cara a las vacaciones de invierno, esa villa propia de Game of Thrones se transforma en un destino absolutamente distinto a todo. El valor de la entrada al parque para adultos y menores es de $4.000 mientras que los niños de hasta 2 años ingresan gratis. Los tickets se pueden adquirir a través del siguiente enlace. Y depende de la disponibilidad de lugar.
De lo que no caben dudas es sobre el caracter de «experiencia única» que tiene una visita a la increíble villa ubicada a pocas cuadras de la Ruta 3.
En auto se puede llegar por la Avenida General. Paz y luego continuar por la Av. Juan Manuel de Rosas (Ruta 3) hasta el Kilómetro 31,200 y tomar la calle Bariloche. También se puede tomar la Autopista AU1 Dellepiane y continuar por Autopista Richieri, salir en la calle Martín Güemes y continuar hasta la Ruta 21. Para llegar en colectivo o tren es más complicado: hay que ir hasta la estación González Catán del tren Belgrano Sur y luego tomarse un taxi o remís.
Campanópolis o el sueño de la aldea medieval propia en La Matanza
El sueño de Antonio Campana arrancó en 1976. Ese año compró un predio de 200 hectáreas que había sido explotado por antiguas tosqueras. El inicio no fue fácil, porque al poco tiempo el lugar fue expropiado por la CEAMSE, entidad que durante más de cinco años lo usó como un relleno sanitario.
La batalla judicial para recuperarlo llegó en paralelo con el inicio de los problemas de salud del dueño, lo que lo impulsó a dar un vuelco importante a su vida, ya que fue en ese momento que decidió dedicar gran parte de su tiempo a cumplir su sueño.
Superado el primer traspié, a principios de la década de los ’80 comenzó a tomar forma la villa. La falta de conocimientos de arquitectura de su creador no fue un impedimento para darle rienda suelta a su creatividad. Haciendo uso de sobrantes de demoliciones, Campana empezó a construir su mundo basado en la información que tenía a mano sobre las aldeas medievales.
En su mirada también estaba claro equilibrar el daño ecológico que se había generado durante los usos anteriores del predio y así fue como aparecieron las llanuras, los bosques selváticos, los ríos y los arroyos de la gran aldea formada por un grupo de construcciones unidas por callejuelas adoquinadas, pasajes y recovecos. La arquitectura del lugar responde a estilos diversos del medioevo europeo unidos.
Los visitantes podrán recorrer una guía que incluye un camino que recorre las Doce Casitas del Bosque, entre fuentes, lagos y puentes de quebracho que permiten transitar entre islas y muelles hasta llegar al molino de viento holandés, a la capilla colonial y a la locomotora con vagones.
Otro de sus atractivos principales del sitio ubicado en González Catán es el Museo de las Rejas o Ferroteca, ya que allí se exhiben todo tipo de rejas de hierro forjado, arañas colgantes, vitreaux, objetos antiguos y piezas de arte.
También se destacan las edificaciones donde los materiales empleados para su construcción son el tema como, por ejemplo, la Casa de Piedra, el Museo de Madera o Palitos, la Casa de Escoria, el Pasaje del Búho, el Museo de los Caireles, el Cabildo, la Cascina y la Casa Proa de Barco, entre cientos de espacios secretos.
Además de estar abierta al público que quiera visitarla, Campanópolis también es utilizada para eventos sociales o producciones. Por ejemplo, formó parte del programa de History Channel «History Travel with Mark Powell», fue utilizado por Susana Giménez para una de las aperturas de su programa, fue el sitio en el que la banda mexicana Maná presentó su disco «Drama y Luz» y también donde se filmó parte del programa de televisión «Chiquititas».
Campanópolis y su legado en González Catán
El predio de la aldea de González esconde un pasado importante. Según el historiador Alfonso Corso, quien interpretó los relatos del alemán Ulrico Schmidl, escriba oficial de Pedro De Mendoza en 1536, en la confluencia del Arroyo Morales con el Río Matanza se efectuó la primera fundación de Buenos Aires.
En el lugar se encuentra a modo de homenaje El Palo de la Justicia, en recuerdo de la gesta histórica fundacional de una de las ciudades más importantes de América. En sus crónicas Ulrico narra: “… que quién quería comer un pescado tenía que andar 4 millas…”. De aquí se deduce que la Población o Real – como entonces la llamaban – no estaba ubicada a orillas del Río de la Plata sino a cierta distancia de él.
Es justamente la confluencia de agua entre el Arroyo Morales y el Río Matanza a la que hace referencia Ulrico. Esta zona fundacional está dentro de las tierras de Campanopolis. Los diarios de Ulrico son una fuente importante a la hora de esclarecer la debatida ubicación de la primigenia Ciudad de Buenos Aires.
Este viajante considerado como el primer “Historiador del Río de la Plata” señala: “…Mendoza estableció el Real a la par de un río pequeño que entra en el río grande…”. Corso afirma que, posteriormente estas tierras pertenecieron a Juan Manuel de Rosas, construyendo para ello la más antigua edificación que data aproximadamente de 1840.
Esta casa histórica tiene una construcción característica de la época, en forma de “L”, construida con característicos ladrillones asentados con adobe o barro, sus paredes alcanzan los 60 centímetros de ancho, las cuales poseen troneras por donde sus habitantes sacaban las armas de fuego para defenderse de los malones de indios o ataques de forasteros.
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