Del increíble inicio en Almagro a ser el goleador récord en Francia: la historia de Delio Onnis
Fue un delantero implacable. Apareció en el Tricolor a fines de los 60, y tuvo un paso breve y exitoso por Gimnasia. Al comienzo de la década siguiente viajó a Europa. Es una figura emblemática del Mónaco.
El de Delio Onnis fue un camino de ida y vuelta. Nació en un suburbio romano, vino de muy chiquito con su familia a Buenos Aires, empezó a jugar en Almagro, tuvo una explosión goleadora en Gimnasia y regresó a Europa, ya con 23 años, para lograr un título que aún retiene: máximo anotador en la Liga de Francia.
A mitad de la década del 60 los sábados a la tarde eran el momento del Ascenso. La Primera B monopolizaba el interés de los futboleros ese día. Además de los hinchas propios, a Almagro iban a verlo simpatizantes de otros cuadros. Osvaldo Sosa, el talentoso Chiche, había subido de categoría, contratado por Argentinos Juniors, pero en el Tricolor empezaba a destacarse un delantero que, sin demasiada preocupación por la estética, metía goles bastante seguido: Delio Onnis.
El Tano, un goleador como los de antes
Como tantas otras historias de aquellos años, la familia Onnis llegó desde Italia a principios de los años 50 escapando de la hambruna de la posguerra. Ya de adolescente, Delio acompañó a un amigo a un entrenamiento de Almagro. Cuenta el propio Tano que faltaba uno y el director técnico, al verlo sentado en la platea, le preguntó: «¿Usted a qué se dedica?». Y se metió a llenar el hueco. Así empezó su derrotero en el fútbol, por casualidad.
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El pariente lejano de la Promoción fue el Reclasificatorio. Lo jugaban los últimos de la A con los primeros de la B, todos contra todos, local y visitante, hinchadas de los dos lados. Difícil imaginarlo hoy. En esos repechajes solía haber partidos dramáticos. En el de 1968, ganado por un Quilmes que tenía gran equipo con Bertolotti, Laginestra, Benito y Leeb, a Almagro le fue mal. Logró apenas cuatro victorias en 18 fechas y terminó último.
Uno de sus triunfos fue ante Gimnasia y Esgrima La Plata. En tiempos con escasas imágenes televisivas, los técnicos y dirigentes definían las incorporaciones in situ: elegían a un jugador al que habían visto en la cancha. A los del Lobo les llamó la atención ese centro delantero que iba a todos, que se las arreglaba para conseguir situaciones de gol y que cada tanto, como sucedió aquel 30 de noviembre de 1968 en José Ingenieros, la embocaba.
Así fue la llegada del Tano Onnis a Gimnasia. Con la camiseta tripera se convirtió en un anotador temible: 64 goles en 113 encuentros. Los dos más recordados probablemente sean los de la noche del 15 de noviembre de 1970, en el Bosque, para un inolvidable 4-1 ante el Estudiantes tricampeón de América. Gimnasia se clasificó para disputar las instancias decisivas de aquel Nacional, pero un conflicto entre la dirigencia y el plantel hizo que se presentara con suplentes a la semifinal con Central. Los rosarinos vencieron 3-0 en el estadio de Newell’s y luego cayeron ante Boca en la definición.
La situación económica en Gimnasia y el interés de dos grandes, Boca y San Lorenzo, llevaron al Tano Onnis a evaluar la posibilidad de una transferencia. El pase se dio, pero de manera impensada y a un lugar imprevisto. Stade Reims, de la primera división francesa, vino a la Argentina para llevarse a Alfredo Domingo Obberti, goleador con recorrido por Huracán, Colón, Los Andes y Newell’s, fallecido esta última semana.
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La transferencia parecía encaminada cuando la mujer de Obberti opuso resistencia a viajar al exterior. En esas circunstancias surgió el nombre de Onnis y allá se fue, todavía muchacho, con sus goles como principal contenido en la valija.
La consagración de Onnis en Francia
Para Onnis fueron dos temporadas provechosas en Stade Reims. Demostró que podía competir en una liga europea y destacarse. No obstante, la institución apuntaba a más, quería reforzarse con otro extranjero que rompía redes (un tal Carlos Bianchi) y necesitaba liberar un cupo. Fue así que el Tano se mudó a Mónaco. Para alguien que había caminado de pibe las calles de Tres de Febrero, no era un mal plan…
Bianchi y Onnis tuvieron una cordial relación, al margen de que luchaban todas las temporadas por quedarse con el Pichichi. Ambos superaron la barrera de los 300 goles en Europa y Delio, con 299 conquistas, perdura aún hoy como el máximo anotador en la historia de la Liga de Francia.
Él mismo ha contado que en Francia lo tratan como una celebridad. Y que en Mónaco hasta el príncipe Alberto corea su nombre. Una pátina estelar que le hubiera gustado que le reconocieran en la Argentina. «Yo no vivo ni como de eso, pero sería lindo que por mi familia, amigos e hijos se acuerden de vez en cuando», dijo alguna vez.
Es que el contraste que el propio Onnis refleja es fuerte: “En Mónaco, la gente de mi edad al cruzarme en la calle empieza a cantar ‘Deeelio, Deeelio’. Muchas veces no los veo, pero los escucho. Si hasta Alberto, el príncipe, cuando me ve llegar me canta eso. Es la forma en que me reconocían en las canchas cuando jugaba».
Aun así, el Tano Onnis no olvida sus orígenes y le guarda un especial cariño a la Argentina, donde viene cada tanto; al fútbol del ascenso (su hermano menor, Alejandro Juan, cumplió una extensa trayectoria como volante de Atlanta) y a esa canchita de Almagro, que solía tener poco pasto y se embarraba fácil los días de lluvia cuando él comenzó un largo romance con el gol.