Sueño cumplido: Joaquín, el nene pastelero, les llevó una torta a los jugadores de Boca
El vecino de 10 años de General Rodríguez que es furor en las redes por sus creaciones y su historia de superación, visitó La Bombonera. Hace dos años, un accidente en su casa le generó quemaduras en el 25% de su cuerpo.
A Joaquín Nahuel Núñez todavía le dura la cara de felicidad. Y no es para menos, el pequeño pastelero de 10 años de General Rodríguez que es furor en las redes sociales por sus creaciones y hace dos años se quemó el 25% del cuerpo y logró salir adelante luego de una larga y dolorosa lucha pudo cumplir su sueño de conocer cara a cara a los jugadores de Boca y llevarle una de sus famosos tortas.
Según el mismo contó a través de una publicación en Twitter e Instagram, Sebastián Villa le había encargado una torta temática del Xeneize y él aprovechó la ocasión para llevársela y poder sacarse una foto con parte del plantel. Además del delantero colombiano, también pudo conocer a los defensores peruanos Carlos Zambrano y Luis Advíncula, y Lisandro López.
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Pero eso no fue todo. Atento a la movida que se armó alrededor de Joaquín luego de las publicaciones en las que promociona sus productos contando que el dinero recaudado lo va a usar para cubrir los gastos de las operaciones que deben hacerle, desde Boca lo invitaron a conocer La Bombonera, por lo que el nene de General Rodríguez visitó el mítico estadio de la calle Branden 805 junto a su hermanito Román y sus padres Raquel y Adam.
Allí se dio el gusto de recorrer algunas tribunas e incluso de pisar el campo de juego. El canal oficial de YouTube oficial del club subió un video en el que se los ve recorriendo el lugar y respondieron a algunas preguntas. Al ser consultado por su jugador favorito, el nene de 10 años eligió a Carlos Tevez, con quien comparte una marca de la vida: la cicatriz de una quemadura en parte de la cara, el cuello y el cuerpo.
«Él es el orgullo de nosotros y de muchas personas porque las cosas que pasamos fueron la mayoría de las veces muy malas. Esto nos cambia un montón. Cuando él sufrió el accidente me dijo que no quería morir, eso realmente a nosotros nos tocó y yo, como padre, siempre lo voy a apoyar», agregó al respecto Adam, el papá de Joaquín.
«Yo estoy muy orgullosa de él, de la voluntad que le puso para salir adelante, de la voluntad que le está poniendo para todo lo que hace. Estoy feliz de que haga lo que le gusta. Siempre le pregunto si él está seguro de que quiere ser pastelero y está muy convencido», agregó Raquel, la mamá del vecinito de General Rodríguez.
El accidente que le cambió la vida al pequeño pastelero
El 5 de abril del 2019, Joaquín quiso aumentar el calor de unas brasas de la parrilla arrojándoles alcohol y se prendió fuego, ocasionándole quemaduras en el 25% del cuerpo. «Cuando lo miré a Joaquín estaba todo envuelto en llamas. No me dio tiempo a nada. Mi vecina me sacó al bebé. Lo único que quería hacer era que se tirara al piso, que rodara», recordó Raquel hace unos días en una nota publicada en Zonales.
Luego, la mujer completó: «Empecé a gritar, mi mamá abrió la puerta de su casa y de un empujón lo metí adentro. Como no lo podíamos apagar, mi papá, que escuchó los gritos, saltó de la cama y así como vino lo abrazó con una campera. Se quemó las manos y los brazos, pero lo apagó”.
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Joaquín fue trasladado al Instituto del Quemado, donde estuvo un mes en Terapia Intensiva. «Nos decían que no había evolución, que iban a hacer todo lo posible, pero que estaba en manos de Dios, que más de lo que hacían no podían hacer», contó Raquel. Pero logró salir adelante y, como no había ningún órgano afectado, fue dado de alta.
Sin embargo, esa buena nueva no quitó la gravedad del asunto, ya que había perdido la piel de su brazo derecho, de sus dos piernas, de su entrepierna, de su cuello, de sus oídos, de parte del pecho y de la cara. Así fue como inició una larga y dolorosa rehabilitación en la que le colocaban injertos para reemplazar partes muertas.
Por la pandemia, el tratamiento se suspendió en marzo de 2020 y cuando quisieron retomarlo este año, los médicos les informaron que las lesiones ya habían cicatrizado y que no podrían colocarle más injertos. La solución terapéutica podría pasar por colocarle debajo de la piel del rostro 4 expansores que cuestan U$S 200 cada uno para una reconstrucción facial.
Por eso, las tortas que Joaquín hace tienen doble valor: no sólo le permiten dar rienda suelta a la creatividad, sino que lo ayudan a juntar el dinero necesario para sus operaciones y desarrollar su costado solidario, donando parte de lo recaudado a comedores y merenderos.
El primer contacto del chico con la cocina fue a los 6 años. Su abuelo Francisco le enseñó a hacer bizcochuelos para el mate o el té. Hoy hace muffins y tortas y sube publicaciones a sus redes sociales en las que le va mostrando a sus miles de seguidores como día a día va creciendo su habilidad para los platos dulces.