Racing – Estudiantes: el día que Alfio Basile y otros tres futbolistas terminaron presos por una tarjeta roja
Una insólita resolución de un presidente de facto generó un verdadero despropósito. Además del Coco, Nelson Chabay, Ramón Aguirre Suárez y Néstor Togneri pasaron cuatro días en el penal de Villa Devoto.

Alfio Basile y Carlos Bilardo en una de las batallas de Racing y Estudiantes de los años 60.
El de Racing – Estudiantes, este sábado a la noche en Avellaneda, es uno de los partidos más atrayentes de la tercera fecha del Torneo Clausura. Es también un cruce con antecedentes pesados, personajes célebres e historias que hoy parecen inverosímiles. ¿Quién imaginaría, por ejemplo, que los cuatro expulsados de un partido, además de una sanción disciplinaria en el plano deportivo, pasaron cuatro días detenidos en una cárcel? Sucedió en 1968, después de una batalla por la Copa Libertadores.
La final del Metro 67 y los cruces coperos del 68
Racing y Estudiantes fueron dos de los equipos argentinos más preponderantes en la segunda mitad de la década del sesenta. Estuvieron a la altura del arrollador San Lorenzo de 1968 y el lujoso Boca de 1969, con una ventaja nítida a favor: ganaron en el orden internacional y trajeron a nuestro país las dos primeras Copas Intercontinentales.
Estudiantes, dirigido por Osvaldo Juan Zubeldía, sorprendió al Racing de Juan José Pizzuti en la definición del Metropolitano de 1967, primer torneo de esa denominación y primer título en el profesionalismo para un club ajeno al círculo privilegiado de los grandes. Lo venció 3-0 el 6 de agosto de aquel año, en el Viejo Gasómetro de Avenida La Plata, para quedarse con el título e iniciar así la etapa más gloriosa de la institución.

Los de Avellaneda compensaron rápidamente ese dolor con su consagración en la Libertadores, tras una épica de serie de tres partidos frente a Nacional de Montevideo. Y en noviembre consiguieron la Intercontinental, con el inolvidable golazo del Chango Cárdenas al Celtic en el Estadio Centenario.
Con Racing como Rey de América y Estudiantes dueño del Metropolitano, era muy alta la probabilidad de un duelo en la Libertadores de 1968. Y así sucedió. Con el formato de entonces, que contemplaba la clasificación directa del último campeón a semifinales, los choques se dieron en esa fase ya avanzada del certamen.
Racing sacó ventaja como local, 2-0, con goles del Mariscal Roberto Perfumo y el Bocha Humberto Maschio. En la revancha, después de un primer período sin goles y escenas de violencia inusitadas, Valentín Suárez -interventor de la AFA- reunió a capitanes y entrenadores en el entretiempo. “Si continúan con este nivel de agresividad, no me importa el resultado, yo retiro a los representantes argentinos de la Copa”, advirtió el experimentado dirigente.
La arenga de Suárez surtió efecto: un poco se calmaron los protagonistas. Ya no se vio tan seguido a Carlos Salvador Bilardo hablando con jugadores de Racing, contándoles supuestas infidelidades de novias o esposas y otras barbaridades… Estudiantes aprovechó un lapso fatal de su adversario y anotó tres veces en el último cuarto de hora, a través de Rodolfo Fucceneco y La Bruja Juan Ramón Verón (dos). Había que desempatar en un tercer encuentro en territorio neutral.
Racing y Estudiantes: marchen presos
El teniente general Juan Carlos Onganía, al mando del régimen de facto que había usurpado el poder en 1966, dispuso que los jugadores expulsados en el partido decisivo irían a prisión. Parecía una locura, pero el dictador, apodado La Morsa por las revistas satíricas, cumplió su amenaza.
Alfio Basile, Nelson Chabay, Ramón Aguirre Suárez y Néstor Togneri, cuatro de los defensores más vehementes de aquella etapa del fútbol argentino, fueron echados y estuvieron cuatro días en el penal de Villa Devoto. Para el tucumano Aguirre Suárez y el bonaerense Togneri la breve estadía carcelaria resultó más grata: Estudiantes igualó 1-1 con Racing, al cabo de 120 ásperos minutos en cancha de River y, por diferencia de gol, se metió en la final.
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Los platenses acabaron por levantar la Copa tras superar a Palmeiras, también en un tercer cotejo por 2-0, luego del 2-1 en La Plata y el 1-3 en San Pablo. Los brasileños tenían futbolistas de calidad, con el volante Ademir y el goleador Tupazinho como máximas figuras, pero Estudiantes impuso su naciente mística copera. Además, ya había dejado atrás al escollo más difícil.
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